-¿Cuándo me observas qué ves?-dije con un tono serio mientras emergía de las profunda oscuridad de la habitación.-¿Ves algo interesante?-abrí mis ojos y sonreí abiertamente como un adolescente.-Pues si no es así no entiendo porqué me miras con esos ojos.-mi tono se volvió burlesco y una carcajada parecía asomarse en cada palabra.-¿Me admiras? ¿Codicias mi belleza?-interrogué y seguías sentado frente a mí sin saber qué hacer…preguntándote si era real o simplemente la fascinación por los vampiros te hizo enloquecer.-Lo sé, soy demasiado atractivo para ser de este mundo.-reí bajo mostrando mis incisivos mientras movía mi mano como si hiciera una reverencia mientras dialogaba con el silencio, con ese maldito silencio que se pronunciaba desde tus estáticos labios.-Si bien, tranquilo.-la soberbia y el orgullo te hizo estremecerte por un segundo, pero te relajaste a pesar de saber que podía atraparte, seducirte, usarte y terminar arrojado a un callejón cualquiera.-No vengo del reino de los cielos y estoy dispuesto a pecar.-mis pasos se hicieron sonoros en la habitación, un maldito eco envolvió todo.-Vamos, di algo…-susurro apoyándome en tu escritorio cautivándome con la expresión de la incerteza de tus rasgos juveniles.-¿te comió la lengua el gato?-comencé a burlarme alzando las cejas mientras balbuceabas algo que no logré comprender.-¿te doy miedo? ¿Te impresioné hasta tal punto?-susurré tomando uno de tus mechones para juguetear con ellos entre mis dedos lánguidos, blancos como los de una escultura marmórea y finos como los de un afamado violinista.-Como no, yo soy Lestat y me impresiono incluso a mi mismo.-reí a carcajadas soltando tus cabellos mientras me inclino hacia ti dejando mi aliento mortecino sobre sus labios hasta atraparlos.-¿Y ahora?-tu cálida boca había sido allanada por mis ansias libertinas.
-¿Existes de verdad?-logras decir extenuado. Tus estúpidas neuronas se pusieron en función, la alerta resonó en tu corazón y bombeó con fuerza la sangre que tanto necesitaba. Sí, te diste cuenta. Soy Lestat y cuando me presento suele ser por dos motivos deseos de notoriedad o la muerte súbita en mis brazos.
-Oui.-susurré deslizando las yemas de mis dedos fríos por tus cálidos carrillos.
-¿Es cierto lo que leí en los libros?-indagas con tus ojos febriles de adolescente poco locuaz.
-Oui.-digo sin más mirándote fijamente.
-¿Y qué sucederá ahora?-dices con simpleza intentando descubrir mis acciones…pero ah… esas no las conozco ni yo querido, ni yo mismo.
-Te voy a dar la oportunidad que yo no tuve.
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