Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 5 de febrero de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte Ia IV)




Estuvimos hablando largo rato sobre su enfermedad, su tratamiento y quién lo llevaría a cabo. Él me miraba suplicando que dijera que no, que no le obligara a hacerse quimioterapia y mis ojos eran la expresión de la firmeza, además de un tímido desasosiego. Mi hermano y mi madre me habían abandonado de una forma terrible, entre grandes dolores, y él debía quedarse a mi lado. No permitiría que Dios me quitara lo poco que me hacía sonreír. Nunca me importó el dinero, tenía tanto que no alcanzaba a hacerme una idea. Ahora tenía las empresas todas a mi nombre por orden de mi hermano, todas, para que yo las llevara al éxito y al cumplir su hijo dieciocho años le entregara parte del legado que nos dejó nuestro padre. A pesar de que mi padre era un salvaje me dejó una amplia fortuna.

Mientras seguía la conversación con Phoenix vino a mi mente mi mayor deseo. Una casa para mí, para ambos, de estilo japonés con un jardín típico como el que yo tenía en mi antiguo hogar. Conocía una edificación que podía ser remodelada al máximo, era en la zona oeste. Allí en aquel lugar había bastas extensiones de campo, un hermoso valle bañado por la luz del sol y pequeñas hileras de urbanizaciones que mantenían el encanto de la zona con mansiones desperdigadas, grandes zonas arboladas y un río que se mantenía cristalino. Las industrias pesadas de la ciudad jamás vertieron residuos en él, tampoco la ciudad o el propio campo. Los verdes, el partido derrocado, a pesar de su mala gestión y de contactos con líderes de la mafia, amaban ese lugar ya que tenían numerosas mansiones cercanas al río Ángel.

Pero nuestro momento de complicidad se vio roto por un desmayo. Cayó a la cama con los ojos en blanco y los párpados a medio cerrar. Quité la bandeja con rapidez y lo tomé en brazos, lo agitaba y no reaccionaba. Me puse histérico, sudaba y al descolgar el teléfono para llamar al doctor que trató a mi madre, un viejo amigo, a penas me salían las palabras para darle la dirección. Él conocía bien a mi madre, demasiado bien, fue la única alegría que tuvo mi madre mientras vivió. Un hombre atento, dulce, que la cuidó mientras mi padre aún la despreciaba a pesar de estar enferma.

Vivía en la dichosa zona oeste y ya no lo pensé más, al día siguiente compraría la casa para tenerlo allí enjaulado para mí. El médico llegó sobresaltado, no tuve que hacer demasiadas aclaraciones pues mi madre le comentó algo sobre aquel video y sobre los comentarios que hizo mi padre al respecto.

-Eric.-susurré viendo su rostro afable, sus barbas recortadas y canosas por culpa del paso del tiempo.-Pase.-temblaba, habían pasado quizás ni cinco minutos, para mí fueron años. Sabía que estaba desmayado pero sus constantes vitales eran buenas.

-Tienes suerte de que me encontrara en la zona, uno de los payasos de la caja tonta me llamó por un pinzamiento.-miró a Phoenix y luego me miró a mí.-No sé porqué, pero lo imaginaba.-pensé que se refería a mí, sin embargo lo que dijo luego me desconcertó.-Tan pálido, aquel mareo como este y…-mientras decía su diagnóstico, el cual ya conocía, le inyectó un medicamento.

-Y su fragilidad. Sí, pero no es cáncer.-respondí tomando la mano de Phoenix más calmado al ver que lo atendían.

-No.-acarició su rostro y le tomó la fiebre como la puede tomar una madre. Después sacó uno de esos modernos aparatos y negó con la cabeza.-No tiene fiebre, ni tampoco ningún otro síntoma. Esto es un mareo simple.-sentenció y me miró.-¿Leucemia?

-Sí-fue un hilo de voz, como la de un magnetófono de una cacofonía, lo que le respondió. Yo no podía hablar, no tenía cuerdas vocales para hacerlo ya que me estaba tragando las lágrimas. Exploté, irremediablemente lo hice.

-Pensé que os llevabais a matar, como el gato y el ratón.-susurró arropándolo y escribiendo su informe.

-Sí, muchos piensan eso y es preferible.-acaricié sus mejillas mientras lloraba en silencio.

-¿Tu amante? Cuidado con Clarissa, es buena mujer pero una mujer al fin y al cabo. No hay nada peor que una fémina despechada y cornuda. Te lo digo como amigo.-era el mejor en ese ámbito, aunque ahora era el médico de muchas estrellas y los trataba de numerosas enfermedades. Se especializó en cardiología, pero después en farmacia, por último en enfermedades como el tratamiento para el cáncer y enfermedades raras. Tenía un amplio currículum que a quien se le mostraran sus diplomas, doctorados y trabajos de investigación pensaría que es parte de la ciencia ficción. Todo esto vino por culpa de la enfermedad de mi madre, lo arrojó a ser más y mejor, y se juró que nadie más volvería a ver morir al amor de su vida. Mi padre jamás lo supo, murió pensando que mi madre era una furcia si bien una furcia completamente suya.

-Lo sé.-respondí tras unos breves segundos en los que intenté meditar algo coherente a sus palabras, pero no sabía qué decir o qué pensar. Tenía razón respecto a Clarissa y lo que más me molestaba es que ella aún me amaba.

-Que descanse y en esta ocasión no cobraré mi visita, pero deberías de hacer que estuviera vigilado día y noche.-miré a Phoenix y luego a él.

-Sí, intentaré que al menos esté casi todo el día atendido.-no sabía como lo haría, pero lo lograría.

Después de dejar que se marchara el doctor él quedó dormido, en un instante salí de casa para dar una vuelta por el vecindario. Me fumé un par de cigarros y compré otro peluche, esta vez un oso, y una caja de bombones. Cuando regresé no había pasado ni quince minutos, él aún dormía así que dejé el oso a su lado y los bombones en la mesilla.

Únicamente esperé a que despertara en el salón, fumando, y me tragué una cajetilla entera. Cuando noté ruidos arriba, como si se levantara al baño, fui a ver qué sucedía. Efectivamente se había levantado para ir al aseo, al regresar lo hizo abrazado al osito y me abrazó con fuerza. En ese momento lo vi como un niño extraviado, siempre pensé que era demasiado viejo para él y más cuando lo alcé como si fuera mi hijo pequeño. Besé su frente teniéndolo en mis brazos, no tenía fiebre y parecía que el medicamento fue bien.

-Tienes que seguir ese tratamiento cuando te sientas agotado.-dije señalando el papel y las medicinas que había sobre la mesilla junto al teléfono y la lamparilla.

-No, Atsushi sabes que odio los tratamientos.-lo dejé en cama y lo arropé.

-Da igual, además debes contratar a alguien o pedir a algún amigo, por favor que no sea el idiota de Taylor, que venga a cuidarte mientras arreglo unos asuntos.-besé su frente y después sus labios.

-Me tratas como a un niño. ¡Atsu!-refunfuñó cuando lo miré de reojo y se quedó algo rojo, avergonzado, al darse cuenta que realmente su comportamiento en ese momento era infantil. Sonreí y me fui hacia la puerta.

-Debo de irme, llama a alguien para que te acompañe.-asintió y me dispuse a tomar energía para soportar a Clarissa un día más.

De regreso a casa, mi casa la cual no sentía como un refugio sino como una cárcel, sentí que pertenecía ya a otro lugar y que era un extraño entre sus muros. Comenzó a chispear y pronto se hizo una tormenta intensa, puse la radio y comenzó a sonar una canción romántica. Hace algún tiempo la hubiera quitado, es más tampoco era de mi agrado, si bien terminé por dejar la emisora y quedarme parado con el coche hasta que la circulación mejorara. La letra me recordaba profundamente a Phoenix y no sé porqué comencé a llorar intentando que nadie me viera, agradecí los cristales tintados que no se veían quién conducía y también la intensa lluvia.

Tras una hora en el coche, cuando en veinte minutos usualmente estaba allí, llegué y vi a mis hijos jugar con la consola como si nada. Los saludé de pasada y subí arriba, donde estaba Clarissa, ella me vio agotado y me dijo que me tumbara. Yo únicamente le dije que los recuerdos, los fantasmas del pasado me perseguían, y que no era capaz de dejar la mente en blanco.

Al día siguiente no estaban nuestros hijos, tenía que pasar todo un maldito día con ella. No sabía qué hacer, qué decir, cómo comportarme y mucho menos cómo evitar que me pidiera algo que no podía darle. Últimamente estábamos muy alejados, lo intentaba todo para apartarla de mí ya que no la amaba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola lestat , hace tiempo sigo tu blog y me tienes fascinado .quien eres? , de donde eres ?, por que temes tanto , ojala me dijeras algo , me encanta tu prosa y tu gramatica , espero misivas tuyas

muxus

Anónimo dijo...

no te preocupes lesti, yo estoy preparando un fanzine y mirando los salones que tengo mas cercanos a mi ciudad , en cuanto imprima el 1 te lo mando en pdf , a mi tambien me gustaria ir desde hace muuucho pero planeando las cosas siempre salen el caso es juntarse unos cuantos planearlo este año e ir el siguiente

cuidate y muxus
se bienvenido a mi bunker por toda la eternidad ( pero no me dejes vacia la nevera )

con tu permiso me gustaria pedirte una imagen que te represente para añadirla al hall de fama de mi bunker que esta justo en la parte de abajo , ya me diras

Anónimo dijo...

gracias por el comment , si se lo que es grifo , y se lo que se siente , en mis tiempos perdi algo asi y creo que quien lo encontro no debio de entrale ganas e devolverlo , pero no les culpemos , es la maldicion de la figura......

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt