Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 26 de febrero de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte Ia IX)

Sigo diciendo que Homosexuales y mujeres con mente abierta XD... el resto se traumaría....


-Me vengo.-jadeó dejando sus piernas a ambos lados de mis costados, abrazándome y arañándome toda la espalda.

Mi boca fue a su cuello, mordía dejándole todas las muescas de mi dentadura, también en sus hombros, su pecho, sus pezones y cuando me vine hice sangre a sus labios prácticamente. Él lo hizo instantes antes manchándonos a ambos, si bien eso era habitual.

Entonces escuché al bebé llorar, me aparté de él besando de nuevo sus labios en un leve roce. Fui hasta la cuna y lo tomé ente mis brazos. El niño se quedó calmado nada más tomarlo y miré la hora, era pronto para su biberón y no tenía que cambiarlo. Supuse en ese momento que fueron nuestros gritos quienes lo despertaron.

-¿Te despertamos?-pregunté besando su frente, acariciando su rostro un instante y comenzando a moverme por la habitación cantando una vieja nana.

“Abre tus párpados y dirige tu mirada al firmamento
Busca entre las estrellas un desafío
Acéptalo y acapararlo un momento
Para después tirarlo en una botella en un río
Llegará al embravecido mar abierto
Quizás vare en una playa, jamás lo sabrás
Pero mientras lo llevarás en tu mente
Y sabrás que será incierto
Alza tu rostro hacia el frente
No te dejes rendir por nada
Consigue tus sueños y ten pendiente
El triunfo que marcaron las estrellas de la madrugada
Abre tus párpados y dirige tu mirada al firmamento
Ahí estará tu destino en un desafío
Pero acapáralo un momento
Después lucha por cambiarlo según tus sueños”

Me gustaba la calidez de sus mejillas y también saber que podía comenzar una nueva vida. Tan sólo tenía que hacer frente al temporal que se iba a desatar como un ciclón. Debía de ir con mi orgullo intacto, exponerme frente a mi mujer y sobrellevar todo. Precisamente por mi orgullo debía de hacer todo aquello y no salir corriendo como un cobarde con una nueva excusa. Durante semanas estuve haciendo una doble vida, la navidad y el nuevo año junto a las primeras semanas.

Un día me armé de valor y fui a ver a Clarissa, claro que le dije a Phoenix que hacía semanas que había firmado el divorcio. Era falso, una pequeña mentira para hacerle sentir bien ya que estaba con el tratamiento. Se veía aún más débil, más frágil de lo que él desearía y yo mismo. Me arreglé con ropa informal negra y de cuero, él me la regaló, junto a un abrigo oscuro que me cubría hasta las botas y un pañuelo al cuello. Salí hacia mi antiguo hogar en uno de mis vehículos blindados.

-Buenos días señor, hacía días que no le veíamos ¿muy extresado? ¿Desea que le prepare uno de esos té que le apaciguan?-era Clara, había cuidado a mis hijos cuando eran bebés y era una excelente mujer. Tenía su cabello cano, sus ojos grises estaban bordeados de pequeñas arrugas por la edad y su voz era la que podían tener las abuelas. Estaba allí sólo para vigilar a sus compañeras, ayudar en la cocina y quedarse con el pequeño en nuestras salidas.

-No, estaré poco tiempo.-en la mano llevaba una carpeta negra donde portaba los documentos del divorcio.-¿Y Clarissa?-pregunté indagando si se encontraba en casa.

-La señora está en su despacho, lleva días encerrada ahí y casi no sale.-comentó cuchicheando.-¿Han discutido?-dijo bastante preocupada, acarició mis cabellos con las yemas de sus dedos como cuando llegué a la ciudad. Ella se dedicó a cuidarme cuando vivía solo, no hacía todas las cosas de mi hogar y me enseñó bastante a apañármelas yo solo. Tan sólo podía pagarla unos días y era como una madre.

-Si he de ser sincero, no, pero no estamos en nuestra mejor época.-hizo un ademán con la cabeza y me besó en la mejilla.

-Niño tu madre ya te dijo que ibais a chocar demasiado.-ella conocía a mi madre, más bien fue mi niñera cuando niño, mi madre cuando vine a vivir solo durante un tiempo y una gran jefa de servicio. Era más que una chacha, era parte de mi familia y de mi vida.

-Lo sé.-me aparté un poco y me dirigí hacia las escaleras.-Por favor si escuchas gritos dile a las demás empleadas que no aparezcan, que se vayan hasta que nos calmemos.-sabía a lo que iba, a la mismísima guerra.

Entré en la habitación de su despacho tras golpear levemente la puerta, levantó entonces su rostro sereno hacia mí y me escrutó observando mis ropas.

-Clarissa ¿tienes media hora?-pregunté sereno, aunque eso no tenía porqué ser así.

-No puedo, tengo mucho trabajo. Como sabes tenemos que hacer varios movimientos desde la cuenta de la ONG hacia los que van a hacer las obras en el barrio marginal. Estoy logrando que se haga un local para adolescentes, ya sabes. Eso además de ayudarlos a ellos dará buena imagen hacia ti, querido.-comentó tecleando volviendo a mirar el monitor.

-Clarissa es algo que no puede esperar.-paró de juguetear con el ordenador y me miró directamente.

-Atsushi de verdad es que no puedo.-extendí mi carpeta negra hacia ella pero no la cogió.

-Quiero el divorcio y los papeles están ahí. Hace mucho que esto no funciona, que zozobra y yo no pienso quedarme más a tu lado. Lo mejor será hacerlo de mutuo acuerdo, dejaré la casa para ti y para los niños además de algún dinero que iré administrando. No vais a notar que ya no estoy aquí, a penas venía a casa y lo sabes.-comenté intentando no temblar por el dolor que me causaba terminar así mi matrimonio, siempre pensé que sería para la eternidad.-Si no lo he hecho antes era para no dañarte, pero me he dado cuenta que postergando esto sólo hacía más daño. Yo aún te quiero, pero no es un amor de pareja, no es un amor pasional...es un amor de cariño y agradecimiento por años felices, por momentos que jamás sabré como agradecerte. Si bien, ya no puedo más. Me cansé de fingir, ya estoy agotado.

-¿Crees que así va a ser? Tras veinte años, resuelves todo con dejarme para los hijos y un te quiero pero ya no como debía. ¿Veinte años me estas escuchando?- su voz era fría pero no su mirada, parecía enfurecida y a la vez ahogada en una resolución precipitada quizás. Si bien, pensaba que era lo mejor aunque fueran veinte años, aunque fueran cien.-Dos décadas de cuidarte, de ayudarte, de dejar todo por ti, de amarte no importara que.... ya arreglas todo con un ya no soy feliz.-hizo un inciso en el que me fulminó con sus ojos azules, un inciso que me hizo temblar un instante y que noté la soga en mi cuello.-¿Tan estúpida crees que soy? ¿Tan estúpida de aceptar y creerte? ¿Tan estúpida de no poder saber qué es otra cosa lo que sucede?

-Me cambiaste Clarissa, no defendí nunca lo que apoya mi partido. Era siempre alguien libre, iba y venía donde quería. Simplemente por hacerte feliz, por ser el hombre que tú querías, enterré sueños y dejé de perseguir fantasías. Ahora quiero volver, quiero intentarlo con la música o con los escritos. Quiero ser yo, no pienso volver a ser un amargado.-reproché y tomé aire.-No es que te eche las culpas a ti, no las tienes, pero me hiciste encerrarme en algo que jamás seré para satisfacerte y que fueras feliz. Ya estoy harto de máscaras.-hice un inciso y recordé lo que me dijeron.-Además, amo a alguien y quiero dedicarme por entero a esa persona.

-Ni siquiera hables de él.-se levantó de la mesa y me miró cara a cara, sus puños estaban cerrados.-No cuando sigue siendo esta mi casa- levantó la voz, algo que no solía hacer. Parecía encararme, no quería creer lo que decía o lo que sucedía, pero parecía saber que era un hombre y yo también sospechaba que ella conocía mi doble vida.-Recuerdas mal todo.-sus ojos eran dos bolas de fuego incandescente, la ira la consumía en ese instante.-¿cuándo te pedí que cambiaras?-preguntó encarándome aún más con sus brazos sobre las caderas.-Te conocí como eras, y como tal me enamore de ti.-añadió intentando sacar sus armas de mujer, su memoria.- ¿o no recuerdas cuando estábamos en la Universidad?-sí, recordaba esos días, cómo no iba a recordar las amenazas de mi padre y los días de exámenes que me dejaban fatigado.-Dime en qué momento te hice hacer algo que no quisieras.-me escrutaba hasta llegar a lo más hondo de mi alma, buscaba un punto débil para atacarlo.-No me culpes de tu falta de carácter, de tu ambición que quisiste enmascarar. Si cambiaste, si hiciste lo que tenías que hacer, no te atrevas a culparme que no quiero oírlo. Porque como te atrevas a hacerlo te juro que no seré capaz de quedarme quieta ante tanta tontería.-me amenazó, lo hizo y sabía que podía hacerme bastante daño, pero eso no me cohibió ni un momento.

-¡Hablo de quien me de la gana!-grité levantando la voz.-¡Si no lo has olvidado esta es mi casa también! ¡Yo quería volver a Japón! ¡La señora dijo que no y me quedé! ¡La señora no permite objetos nipones porque no le gustan! ¡Le gustan más las mierdas europeas que veo horribles!-me di cuenta que estaba gritando y me calmé, eran cosas que me estaba guardando, que me guardaba muy dentro de mí y me controlaba como podía.-Lo siento, lamento haberte gritado. Pero no lamento amar a Phoenix, ve y publícalo donde quieras. Llevaba años que me alejaba de ti, más y más, sin embargo preferiste mirar para otro lado.-tomé aire de nuevo y la miré.-¿No ves que es absurdo seguir casados cuando yo ya no siento nada por ti? eres la madre de mis hijos, la mujer que me ha cuidado cuando he estado enfermo y que me ha apoyado... pero ya no eres la dueña de mi alma ni de mis sentimientos.-pensé que me abofetearía, pero únicamente se marchó del despacho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantan tus relatos, son del todo brillantes...sin duda el arte de la escritura lo tienes tan desarrollado como el verdadero Lestat, te felicito por tu arte, es maravilloso, solo con leer tus palabras se ven las imagenes que quieres transmitir, y eso no es facil.

Asi pues me considero fan tuyo, sin dudarlo un segundo, si fueras un vampiro real, como Lestat, me oferecería voluntario para ser tu compañero inmortal.

Me gustaria poder conocerte...asi pues te dejo mi correo electronico para que puedas mandarme un email si lo deseas o charlar por mensajeria...espero estar a tu altura en el arte de la conversación. Aqui te dejo el correo:

thedarknessares@hotmail.es


Ciao, monsieur Lestat

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt