Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte V)


-Si lo llego a saber compro bicarbonato para el ardor de estómago que me levantas.-musité quedándome al lado de Megumi.-encendí un cigarrillo y le di una calada, estaba tranquilo más allá de lo que él pudiera creer.

- Ja, claro, entonces yo tendré que pedir un buen calmante para no agarrarte a golpes.-sabía que me quería golpear, pero yo también quería saber lo bien que se escuchaba mi puño impactar en su mentón. Ese maldito idiota estaba ahí parado observándonos con rabia por el simple hecho de que la amaba y yo la había acercado a donde se hospedaba. Parecía no comprender que yo no la amaba a ella, que éramos viejos amigos que volvían a encontrarse intentando tener de nuevo una relación de amistad y cooperación por algo mutuo, algo tan mutuo y hermoso como es un hijo.

-Imai.-balbuceó.-¿Qué haces aquí?.-se notaba su confusión y preocupación en su voz. Ella no esperaba que ese estuviera en los aparcamientos del hotel.

- Venia a decirte que venia de hablar con este tío.-me señaló con una mirada y giró sus ojos hacia ella.- Y para decirte que al parecer no iba a venir pero, creo que te lo has encontrado, eso es bueno.-comentó secamente y con evidentes celos en su voz, mientras tomaba una mano de Megumi para besarla de forma caballerosa. No sé como una sanguijuela como él se atrevía a hacer cierto tratamiento protocolario, animales con la rabia no deberían jugar a ser hombres.- Eso era todo, tú me has pedido que no le mate como a un perro, así que por hoy, eso esta pendiente.-aclaró como si no estuviera presente.

-No sé de que vas, quizás de caballero de la tabla redonda y no eres más que Alonso Quijano.-tras mi afirmación la aclaré con sorna, era mi estilo.-Loco por una mujer que jamás te hará caso.-murmuré con los nervios de hielo y luego reí.-Piensas que es mi culpa, yo opino que es culpa de ella y es un círculo vicioso. Aunque no te lo creas yo puedo llegar a respetar más a una mujer que tú.-dije clavando mis ojos en los suyos algo más rasgados, más pequeños.-Megumi gracias por decirle que no me mate, pero me da igual si lo hace... ya estoy muriendo en vida por cosas que ninguno conoce.

Aquel insecto intentó golpearme y Megumi se puso entre ambos oponiéndose a una pelea infantil y salvaje frente a ella. Ambos teníamos ganas de ver escupir sangre al contrario.

- Imai, gracias por buscar a Atsushi de verdad te lo agradezco.-hizo un inciso mirándolo a los ojos, quizás aclarándole más con una mirada que con cualquier frase sensata. En esos momentos quién realmente parecía tener la edad de cuarenta años era ella, nosotros nos habíamos quedado estancados quizás en los diecisiete. Lo reconozco, actuábamos como niños peleando por un dulce en la puerta de un colegio, pero era inevitable y algo que se daría siempre cuando nos enfrentáramos cara a cara.-Pero yo solucionare las cosas con él.-me tomó de la mano y entrecerré los ojos al notar su calidez, seguía teniendo las manos pequeñas y suaves que tanto me gustaron en su día y que seguían teniendo ese maldito magnetismo que tanto me hacía observarla.- Ahora, si no te molesta, él y yo tenemos asuntos que atender.-pidió paso en silencio, sin palabras y a Imai sólo pudo reaccionar dejándola pasar conmigo de la mano.

-De acuerdo. Y no tienes que agradecerme, sabes que por ti hago lo que sea.-lo que sea, menos matar al desgraciado de Harry echándome a mí la culpa de que fuera una desgraciada. Ya tenía razón mi madre no hay más ciego que el que no quiere ver. No se pudo morder la lengua y tuvo que tener las últimas palabras hacia mí.-Hazla llorar y te mato.

-A mi no tienes que matarme, sino a otro y lo sabes. Pero como no tienes huevos para eso ya lo haré yo.-apreté la mano de Megumi y seguí junto a ella.-Lamento mi comportamiento.-susurré próximo a su cuello, no quería que el bastardo escuchara nada de lo que le dijera.

- No tienes que pedirme perdón...-no soltaba su mano, ni ella tampoco, creo que eso nos daba a ambos seguridad y complicidad. Sin duda volvíamos a ser aquel par de críos insolentes que querían tener un futuro muy distinto al que se presentó en realidad.- Se muy bien que así eres cuando te tocan algo muy preciado para ti.

Tras eso el tipejo se esfumó calando un cigarro con insistencia. Parecía no poder calmar sus nervios y seguro que iría a algún bar a terminar golpeándose con algún borracho.

-Señorita Megumi.- Dijo el jefe de la recepción.- Bienvenida otra vez, ¿Le ha gustado la cuidad?-siempre tan extremadamente amable.

- Sí, mucho.-sonrió apartando su mano de la mía para acomodarse el flequillo.- ¿Podría darme la llave de habitación?

- En seguida.-me miró cuando dijo aquello, parecía dudar- ¿Señor Atsushi? ¡Vaya! Ya tenía bastante sin verlo...

- ¿Le conoce?.-Cuestionó algo confusa.

- ¡Claro! Él solía venir aquí con....-ya no termino lo que iba a decir, por su bien porque sabía que podían echarlo por airear mis trapos sucios.- Lo siento señor, pero su habitación esta siendo ocupada.
-No, no vengo para lo habitual. Megumi es una vieja amiga y vino de Japón expresamente para conversar, ver la ciudad en la que me muevo y poco más.-comenté con una sonrisa.-Podría llevar un poco de ese delicioso té y unas chocolatinas Belgas... a mi cuenta por supuesto.-sonreí amable y el hombre me miró.

-¿Qué tal su mujer?-preguntó confuso.

-Oh, ella... no es mi mujer, ya no.-suspiró aliviado y me guiñó.

-Ahora entiendo.-en su rostro se veía alivio por no haber metido la pata hasta el fondo.

-No, no entiende. Me halaga que piense que es mi nueva pareja... pero sigo con quien usted y yo sabemos.-el hombre rió junto a mí.

-¿Y como es que no les veo?-interrogó.

-Bueno ahora no necesitamos hotel.

Era un viejo amigo, pero siempre nos tratábamos de usted si había cerca su superior.

-¿Y conoce usted a la señora Megumi?-interrogó alzando una de sus cejas.

-Sí, es una vieja amiga a la que estoy gustoso de volverla a ver.-respondí con cierto orgullo pues después de todo seguíamos siendo amigos, al menos así lo sentía.

- Ahhhh, señores... Siento mucho interrumpir vuestra conversación pero....-comentó mirando a mi amigo.

- Oh, si, si... Aquí tiene la llave de la suite presidencial...- Dijo sin más.- En seguida le mando a alguien para que le lleve el té y las chocolatinas belgas.-era lo que siempre pedía, así que ya conocía el pedido al dedillo.-Como siempre un gusto saber de usted y me alegra que se haya separado de esa dama.-lo de dama lo dijo a regañadientes pues aún era la madre de mis hijos.

- Gracias.-tomó la llave y nos dirigimos hacia el ascensor, para pinchar el último botón y durante el trayecto comenzó a reír mirándome de reojo.- Al parecer tienes buena reputación aquí ¿eh?.-dijo mientras se recargaba en la pared del elevador y me codeaba intentando quizás hacerme sonrojar.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt