Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte III)


-Sí.-dijo a penas sin habla agarrándose con una mano las solapas de su abrigo, quizás necesitaba aferrarse a algo para no tener la sensación de desvanecimiento.-Tienes razón, sin embargo…-susurró encarando mi mirada con un último arrojo de valentía.-¡Sigues sin entender mis motivos!-en ese instante veía un corro de curiosos a nuestro alrededor, algo que jamás me había agradado ni cuando era joven.- Y sé que si te pido perdón no bastará pero heme aquí, dándote la cara.-estábamos a pocos centímetros, podía oler su perfume y noté que era el mismo que había usado años atrás. Ella parecía anclada en un refugio de dolor, de terribles consecuencias y a la vez envuelta en los recuerdos que a todos nos hacía sentir que la vida merecía la pena.-Tarde, lo sé, pero te la estoy dando.-en ese instante la recordé desnuda tiritando y dándome su primera vez, carne trémula sedosa entre mis dedos y en mi cabeza el golpeteo de que no era correcto. Pude incluso sentir por fracciones de segundo mis cabellos largos y su piel bajo las yemas de mis garras, porque para ella quizás fueron garras.

-Expusiste a mi hija a un hijo de puta.-gruñí.-Aún no sé que le hizo, pero te juro que me lo vas a pagar por no saber protegerla. Me da igual tu amigo del alma que me quiere muerto, Uta que vaya bien con el cuento a donde quiera. Respecto a ese bastardo me lo cargo en cuanto sepa qué le hizo y en cuanto a ti ya veré si te perdono algún día.-sentencié con una voz atronadora que congelaría a cualquiera por el pánico.

-No metas a Imai en esto.-respondió enérgica.-Sí, sé que te quiere muerto, pero si sigues vivo es porque yo no le he permitido que te haga algo.-hizo un inciso dramático y me miró fijamente a los ojos con rabia.-Me da igual si me lo crees o no.-dijo mientras secaba una lágrima que salía de sus ojos.- Y no es que la haya expuesto... ¡Yo no pude hacer nada!-gritó montando mayor espectáculo público.-Y no tienes ni idea de lo mortificante que fue eso para mi.-se agarró de la ropa intentando controlarse.-¡Yo hubiera dado mi vida por estar en el lugar donde ella estuvo! ¡Tú no sabes lo que es ser violada y maltratada hasta el cansancio!.-me gritó golpeando fuertemente con un pié sobre las losas, seguramente canalizando la rabia.

-¡Hijo de puta!-fue algo audible y que hizo que los curiosos huyeran casi espantados en su mayoría, mientras en mi cabeza sólo estaba en mente que mi honor y el de mi hija roto por un cretino.-Dime dónde vive.-la cogí por una muñeca pegándola a mí para que me mirara bien a la cara.-Dime...dónde...vive.-ella, no como Phoenix, sabía hasta que límites podía llegar a tener.-Dime donde esta...ese...¡dímelo ya joder!-exclamé colérico.

-Suéltame.-susurró rogante para luego gritar a viva voz repitiéndolo junto a mi nombre.-¡Suéltame Atsushi!-mis manos eran garras que la atrapaban de forma violenta, aunque simplemente era porque estaba crispado y no porque lo deseara.-¡Atsushi me lastimas!.- Su cabeza término recargada en mi pecho.- Londres... allí vive...-murmuró al fin.

-Dirección, nombre y trabajo...-siseé lleno de rabia.-ese cretino va a vivir muy poco... créeme.-mis ojos llameaban ante lo que me había dicho. Pensé en un golpe o en insultos, jamás en eso.-Lo voy a matar, lo voy a descuartizar a golpes. ¡Maldito hijo de puta!-la solté llorando sintiéndome impotente porque todo me pasara a mí.-¡Tú tienes la culpa! ¡Tienes la culpa! ¡Debiste decírmelo antes!

-¡Sí! ¡Cúlpame!-Dijo mientras recogía la bolsa que se había caído minutos antes.- Y si, sé que ahora sientes impotencia.-añadió.-Estás sintiendo la misma impotencia que yo tuve ese día y ¡ahora entiendes como se sintió tu madre cuando tu padre te golpeaba!-eso me golpeó duro, fue un golpe bajo que me hizo mirarla como un animal herido.

-¡Calla!-grité llorando.-¡Cállate! ¡A mí me golpeaba aún más fuerte y desde los cinco! ¡Cómo has permitido que mis hijos sufra lo que yo sufrí! ¡Cómo!-grité encarándola y ya todo el mundo nos miraba

- Eso mismo me ha dicho Miho desde hace tiempo...-dijo mientras buscaba un pañuelo en su bolsa.-Y sigo preguntándomelo ¿Por que me quede con él? ¿Por qué aún sabiendo que era un hijo de puta? Ni yo misma sé la respuesta...-me ofreció entonces un pañuelo, pañuelo que rechacé.- Y es por eso que Miho huyo de casa, al parecer, ella saco tu coraje, tu orgullo y no el mío. Yo no tenía donde ir y me dejé avasallar.

-¡No digas que no tenías donde ir! ¡No digas que no podías separarte de ese ser! ¡Por qué no te creo!-respondí colérico.

En ese preciso instante se quitó la blusa y me mostró todas y cada una de las cicatrices, moretones y arañazos, que tenía repartidas por toda su piel. Recordé a mi madre tirada en el suelo cuando a penas tenía siete años, yo lloraba aferrado a ella y mi padre me miraba despótico desde el otro lado del salón. Fue la primera vez que sentí golpes tan fuertes de su parte, en otros momentos únicamente fueron desprecios.

-¿¡Ves esta de aquí!?-señalaba una enorme cicatriz abajo su sujetador.-Ésta la tengo por defenderla de él cuando intentó atacarla con un cuchillo de cocina.-mis ojos se deslizaban por su piel.-Y éste moretón...-dijo señalándome uno grande que se veía en uno de sus hombros.-Éste lo tengo por venir a buscarla y escapar al fin de Harry, así que no me vengas con "Como he permitido que mi hija sufra lo mismo que yo" ¡Porque tú no sabes nada! ¡Simplemente no lo sabes!-me miraba de forma desafiante y no supe reaccionar ante su aspecto, muchos curiosos la miraban como si fuera una loca.

-¡Has sido tan estúpida como mi madre!-le grité.-¡Qué se quedaba con él porque sólo era capaz de matarse o de pudrirse!-la ira me consumía.-Sólo me estas dando más motivos para que su muerte sea lenta y dolorosa.-dije quedándome a pocos metros de ella.-¿Dónde está tu orgullo?¿¡Donde Megumi!?-todos nos miraban.-¡Circulen no tienen nada que ver aquí!-rugí para luego observarla pegándola a mí, abrazándola y besando su frente.-Tan estúpida como ella...

-No.-susurró.-No tienes ni idea de lo que yo he sufrido.- hipaba.- Pero, sé que eso no se compara con lo que Miho ha sufrido.-se aferraba a mí de una forma que me hizo verla aún más vulnerable que aquel día que sollozaba porque me marchaba, el día que le concedí el deseo de estar conmigo y de unirme a ella el rito del sexo. La quería, era innegable, aún sentía cariño por esa mujer débil y golpeada por la vida, por un cretino que no tenía nada de hombre y mucho de alimaña.- Por favor, por favor, perdóname.-aquellas palabras me hicieron recordar a mi madre el día en el que me destrozó mi proyecto, era un globo terráqueo construido con yeso…tenía doce años.-¡Por favor!-gritó aún doliente, su voz se quebraba.

-Debiste decírmelo cuando lo supiste, te hubiera traído a mi lado aunque no termináramos como pareja.-susurré quitándome la gabardina para cubrir bien su cuerpo.

Ya no me tortures con eso, sé muy bien que debía de habértelo dicho. Pero me había enterado de que te habías casado con ella y cuando reuní el valor necesario la habías embrazado. Yo no quería causarte problemas con tu nueva vida.

-Phoenix sabe lo de Miho.-dije sin más, quería que supiera que ya lo conocía mi nueva pareja.-A penas se llevan dos años y no sé como reaccionará cuando la tenga frente a frente, pero me pienso ocupar de ella además de que ese cabrón sufra.

- ¿Phoenix?.- me miró de forma confusa y supuse que desconocía mi nueva vida.

-Phoenix es mi pareja.-dije mirándola fijamente.-¿A caso ese matón no te lo dijo?-le odiaba porque pretendía culparme de todo.-Ese que se le llena la boca de decir que todo es por mi culpa.-comenté alzando una ceja y la abroché bien para que me siguiera.-¿Dónde te hospedas?

- En el hotel Duque, le pedí que te lo dijera...-pidió, pero no sucedió.

-Vamos a mi vehículo.-agarré la bolsa para trasportarla yo.-Estuve un año aproximadamente con pareja sin casarme, en ese tiempo pudiste decirlo.

-Ahora entiendo porque aquellos celos de Uta.-comentó de forma baja.-¿Un año? Yo estuve demasiado ocupada ese año que dices.-

-Quizás fue más de un año.-argumenté.-a veces olvido cuanto tiempo estuve solo y cuanto con Clarissa, nos llevamos un tiempo sin salir aunque sabíamos los sentimientos del uno por el otro.-Cumplí veinte años con Clarissa y la abandoné al cabo de las semanas.-comenté algo más sereno pero con la misma furia en mis ojos.-Sobre los celos de Uta... sé que se ha ido de la lengua y todo porque no le hago caso. No puedo estar con él, no puedo hacer lo que él quiere.-me dolía no hacerlo, sabía que él me amaba por encima de él inclusive y que haría cualquier cosa por mí.-Yo no lo amo.

-Veinte años con Clarissa.-el tiempo no pasaba en vano y ella se dio cuenta de ello en ese preciso momento.-Entiendo como se siente Uta.-comentó.- Yo sentía lo mismo cuando los veía juntos.

-Phoenix armó una escena cuando Uta apareció en casa, luego los ánimos se calmaron y al final Uta intentó algo que si no llego a tenerle cariño le hubiera roto la cara.-llegamos al parking y abrí el vehículo.-A Miho le gustó este coche, espero que a ti también.-comenté con una sonrisa leve.

-Hasta que pudiste comprártelo ¿verdad?.-comentó sonriendo, dejando que la felicidad de inundará.-No me sorprende que le gustara a nuestra hija. Algunas veces llego a pensar que es más un chico que una chica.-rió acariciando un segundo la puerta del coche- No me mates si te digo que ya se ha subido a una motocicleta.

-No te mato ni la mataré si no usa las mías sin mi consentimiento.-dije cerrando la puerta para irme hacia el lado del conductor.-¿Quieres que te lleve a mi casa y conozcas a mi pareja o a donde vives actualmente?-pregunté sin saber bien qué desearía, yo ahora necesitaba una taza de café como mínimo y un buen sofá.

Abrí la puerta ayudándola a subirse y rodeé el coche para montarme en el asiento del piloto colocándome el cinturón, ella hacía lo mismo meditando tal vez lo que dije.

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Lestat de Lioncourt