Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte V)


-No soy un extraño, soy su padre.-dije mirándola desafiante.-Es mi hija.-gruñí como si me quisieran quitar algo que me pertenecía, que realmente era mío pero sabía internamente que para ella yo no era nadie o quizás un bastardo con coche de lujo y doble moral. Comencé a llorar pensando en cuantas ocasiones se sintió sola, en cuantas no pude curar de sus heridas o salvar sus dudas. Era su padre, pero me habían arrebatado ese derecho hacía mucho.

-Sí, es tu hija, pero gracias a mi para ella eres un competo extraño.-empezó a buscar entre sus bolsillos un pañuelo.-Pero a pesar de lo ocurrido con Harry, Miho es una buena chica, me dedique a criarla como tú y yo hubiéramos hecho. Es más...-intentaba animarme, pero no lo conseguiría. Secaba mis lágrimas mientras la miraba impotente.- Acaba de graduarse de la Universidad de Cambridge, ahora es una historiadora.-se creó un silencio y creo que ella también quería llorar, creo que simplemente seguía en pie firme porque deseaba que yo dejara de hacerlo.-¿Su nombre no te recuerda al de alguien?.-preguntó mientras sus dedos acariciaban mi rostro.

-A mi madre.-respondí.-Cuando la conocí intenté no pensar en eso, más bien parte de mí... quizás mi parte de padre me decía que era ella.-susurré secándome las lágrimas con la rapidez que pude.-Ya compondré algo yo, sólo quiero que sepa que la quiero a pesar de que no me conozca. No es alguien que no me importe, sólo espero que esté bien, sólo quiero apoyarla.

- Ella sabe que la quieres.-aquello no lo entendí, me resultó confuso y estuve por interrumpir lo que me quería contar, pero por respeto esperé.-Cuando estaba embarazada siempre le contaba de ti. Decían que era bueno hablarle al bebé y no tuve nada mejor que contarle cómo era su padre.-observé como se tocaba tiernamente su vientre plano, la imaginé algo más joven con aquella mirada ilusa y gestando a nuestra pequeña. Supuse que seguramente fue duro que me apartara de ella, que la dejara embarazada por un encuentro que no estaba premeditado pero que fue mi despedida.-Después Uta y yo le enseñábamos fotografías tuyas a diario, pero cuando nos mudamos a Londres con Harry, él terminó quemando todas las fotografías que tenia de Japón.-aquello me llenó aún más de ira, no sólo se quedó con mi familia, no sólo las hizo recorrer un calvario casi interminable, no sólo se hizo dueño de los primeros años de mi hija sino que borró cualquier rastro de quién era ella. Cerró sus ojos y noté como intentaba no recordar ese día, esos sucesos tan crueles y parecidos a los métodos del exterminio nazi.-Si bien esas donde estamos con Toll y Uta sobreviven es gracias a que las había escondido bien entre la ropa de bebé de Miho.

-No me hables más de ese que me dan ganas de vomitar.-dije mirándola de forma desafiante.-Ya te he dicho que me encargaré de ese tipo, lo juro.-me fui hacia el balcón, me faltaba aire y las ganas de destrozar media habitación no se iban.-Quiero ir a verla, pero esta vez no como un simple desconocido.-comenté acariciando la barandilla.

Percibí como me siguió hasta el balcón y cómo colocaba una de sus manos finas sobre uno de mis hombros.

-¿Verla? ¿No crees que sea muy pronto? ¿No crees que es más conveniente que la empezases a tratar? Lo digo porque Imai me ha dicho que está cómo enamorada de un chico.-me giré para observarla, su imagen era el de aquella mujer fuerte y apasionada. Sus cabellos se movían con la brisa y su miraba denotaba cierta preocupación, quizás una corazonada de madre al sentir que podía caer en un amor no correspondido nuestra Miho.

-De su jefe, supongo que es él. Compraba comida para ambos en el supermercado y la comida cayó sobre mi camisa... aquella que me compraste hace tanto tiempo por mi cumpleaños. Aún la conservaba y bueno aquel día decidí ponérmela, las líneas siguen siendo actuales pero la pobre ya fue a la basura... el tomate no salía.-apoyé bien mis manos en la barandilla, seguía aferrado a ella.-Quiero verla.-hice un inciso manteniendo una mirada directa a sus ojos.-eso es todo y tengo derecho a hacerlo.

- Nadie te lo esta negando es sólo que se me hace algo pronto ¿Y qué le dirás? ¿Le dirás "Soy tu padre" estilo "Guerra de las Galaxias"?.-puso sus manos sobre mi rostro haciéndome girar.- Yo se que quieres verla, yo también quiero. ¿Te parece buena idea ir a verla juntos?.-preguntó sonriendo, intentando quizás que dejara de sentirme tan humillado como padre.

-Clarissa me ha denegado ver a mis hijos, para Miho tengo que ser alguien horrible y Jun no lo merezco.-mis ojos estaban fijos en los suyos.-Sólo quiero tener a mis hijos, darle algo que merezca la pena, aunque sea mi apoyo y ella ni eso tiene... no puedes entenderlo.

- La Revolucionaria, el bar la Revolucionaria. Es donde trabaja, un bar remodelado de los pies a la cabeza por ese joven. Tan emprendedor como otros con su edad.-eso fue una indirecta que me hizo sonreír.

-Ese bar se está haciendo muy conocido por los jóvenes, doy gracias que mi hijo no ha ido allí. No es que haya mal ambiente, es que no duraría ni cinco minutos sin un puñetazo en la cara... por ser el hijo de quien es.-comenté encendiendo un cigarrillo y lo apagué de inmediato, quería reducir el consumo, quería dejarlo más bien.-¿Sabes? Deseo dejar de fumar, no sólo ya por mí sino por Phoenix. Detesta verme enganchado al cigarrillo cuando estoy nervioso, como si no hubiera otra escapatoria.

-Mejor dame la cajetilla.-extendió la mano para que la depositara, como así hice.- Pero, ¿estará segura ahí? Me da pavor sólo de pensar en que alguien le puede hacer lo mismo que...-comprendía su temor.

-Por lo que sé es buena amiga de ese joven, supongo que no le harán nada... además he cambiado.

- Es lo menos que puedo hacer.-tomó la cajetilla y rompió todos los cigarrillos para arrojarlos bien lejos cayendo en la fuente del hotel.

-Buen tiro.-murmuré.

- Me alegra oír que se lleva bien con ese joven y con el resto de los hombres.-sonrió colocándome mejor la solapa de mi chaqueta.-Se lleva bien con ellos porque quizás viste y a veces habla como uno- Rió en voz baja besando mi mejilla.-Y dime ¿por qué dices que has cambiado? Según tú antes muerto que ser como tu padre.

-Digamos que cambié cuando vine de Japón, ahora he vuelto a ser el de antes y a ser amado por los Yakuzas para darme golpes, aunque eso siempre ha sido así.-dije girándome hacia ella.-Pero no me importa si me matan... sé que Phoenix no va a durarme todos los años que deseo, no quiero quedarme frente a él en una cama viendo como muere.

-No digas eso, tu pareja si se va a curar, además no deberías de ser tan negativo.- decía mientras se recargaba en la pared.- Si tu eres negativo, él también lo será. Lo mejor es ser positivos ante cualquier situación ¿oíste?-me dio su típico golpe en la frente, siempre intentaba sacarme de mis pensamientos de esa forma. No había cambiado y a mi parecer estaba más hermosa que años atrás.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt