Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 28 de marzo de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte Ia XI)

Terminé las clases y tengo más tiempo, así que voy subiendo la historia. Lamento haber dejado a algunos a la mitad. Sé que he tenido varios mails bomba...rogando que siguiera. Lo siento, de verdad.



-¿Eres ingenuo? ¿o así te gusta parecer?-dijo con una mirada de desprecio...era mas fácil que a hacerme ver una sonrisa que lo que le lastimaba.-No necesito tu dinero... ¿o alguna vez me has visto pedirte algo?- su cara era fría, recordando que tenia que respirar - haz lo que quieras... ve a donde quieras, coge con quien quieras, no te daré el divorcio, no te daré las cosas fáciles... y la anulación, por favor, ¿qué motivos alegaras? No sería yo quien debería pedirla por que mi esposo es un marica.

-Precisamente ese será el motivo ¿crees que tengo miedo a decir que soy gay?-sonreí burlonamente.-Que confundida estás...te he dicho que he vuelto, conclusión, cuando me conociste ya me iban los hombres. Que por cierto, si me conociste es porque mi padre me envió lejos de mi novio. Así que, fíjate, no soy del todo hetero.-empecé a bajar por las escaleras.-Sorpresas te da la vida...ay señor...-canturreé...porque si ella me iba a joder yo la jodería a ella. La cosa era que si caía al lodo la arrastraría.

No me siguió, quizás no podía arriesgarme a hacer una escena, no querría perder el control por completo como lo estaba perdiendo. Seguramente lo último que dije la lastimaba y mucho. Quizás al saber todo le dio una leve idea de que ella en parte era un ciclo, el fin de una era o de una etapa que se enganchaba con otra. La entendía ya que me ponía en su piel y me dolía, me dolía porque podía percibir el daño de una ruptura similar imaginándomelo tan sólo. El saber que era cierto no era igual que sentirlo cuando el hombre que quizás aún amabas te decía de esa manera que no fuiste más que una cadena para su vida, lo probable sería derrumbarte. Regresó a nuestra habitación encerrándose buscando soluciones sin encontrarlas, como yo hice tiempo atrás hasta que tuve agallas.

Entonces cuando estaba en la puerta decidí ir por las cajas que estarían embalándose. Fui a mi despacho y tomé las cajas, las que me habían preparado y seguí yo dejando a un lado a la chica que empaquetaba. Mis libros, mis cd’s, mi portátil, las fotografías de mis hijos, mis figuritas de Samuráis y los cuadros. De repente la vi entrar y me colocó las maletas frente a mí.

-Si te vas te llevas todas tus mierdas.-seguramente sería mi ropa y en su expresión se veía la derrota con aires de venganza.-Ah, y sí, tengo amante y justamente es alguien del servicio.-con ese dato ya lo supe, no me hirió mi orgullo porque era lo que me merecía y que ya no sentía nada por ella contribuyó.

-Lexter.-respondí y ella tan sólo sonrió cerrando la puerta tras sus tacones de diva despampanante.

Me ayudó el servicio a llevar todo a mi vehículo, pero mientras guardaba todo vi a Lexter llegar a mi hogar, al que aún era mi hogar, silbando con una sonrisa en los labios. No entendía porqué Clarissa se había portado así antes si ya tenía a alguien que calentara nuestra cama. Yo al menos había sido más selecto, ella tomó a un cualquiera para demostrarme quizás que era deseable. Aquel tipejo de ojos ávidos de poder, labios sedientos de lujos y manos gruesas además de toscas. Un antiguo policía, un maldito que en otra época me hubiera llenado el pecho de plomo y antes de caer yo le otorgado un balazo en la cabeza. No sentía celos, pero sí tristeza porque en una parte de mí se odiaba al dejar que ella cayera en sus brazos.

Para desahogarme y no hundirme hice algo típico en las mujeres. Seguramente muchas se alzaran contra mí, dirán que no son así y que a cierto tipo de hombre también le apasiona. Fui a quemar un poco la tarjeta de crédito, sí mi espíritu consumista se avivó como una llama pequeña en un enorme fogón con leña bien apilada. Mientras conducía hacia el gran centro comercial pensé en un regalo para el bebé, algo para Phoenix y comprar ciertos productos en una tienda especializada en mi país. Los productos eran porque me iba a ver con mis amigos en casa, iban a venir a visitarme tras la muerte del reinado de Clarissa. Uta fue quién inició la propuesta y le secundaron todos. Así que no me importó, más bien me alentó.

Nada más llegar compré sake de la misma marca que consumíamos cuando no teníamos ni un yen y soñábamos con ser los reyes del mundo, con tenerlo en nuestras manos y rendirlos a nuestros pies. También compré algo de vino italiano, esa extravagancia sería para después de la cena, una copa de despedida hasta el día siguiente. Se quedarían aproximadamente una semana y rememoraríamos los viejos tiempos, recuperaríamos el lazo y e intentaríamos tener amenas charlas sobre nuestros proyectos. Tras ello fui a hacerme con una esclava de oro blanco en la que grabé nuestros nombres por un lado, por el otro “Neko”. Paseé durante un buen rato y terminé llamando a Phoenix a su celular. Reía mientras le contaba que había visto algo perfecto para Jun. Él estaba en casa bien acompañado por amigos de su trabajo, seguramente con sus chismes y sus banalidades además de noticias de rigor. Entré en la tienda especializada en ropa de bebé, compré un pijama que emulaba el aspecto de un gato. Me reí a carcajadas al tenerlo entre mis manos.

-¿Qué sucede?-preguntó curiosa la joven.

-Nada, simplemente imagino a mi hijo con el pijama y no puedo parar de reír.-comenté y ella sonrió doblándolo para guardarlo en la caja.

-¿Es primerizo?-me percaté que no notó quien era, claro que la ropa me rejuvenecía al igual que estar con Phoenix.

-No, es mi tercer hijo.-dije sacando la tarjeta de la billetera.

-Vaya, pues no lo aparenta. Parece primerizo.-murmuró algo sonrojada observándome.

-Como si lo fuera, esta vez disfrutaré realmente de los primeros años de mi hijo.-pasó la tarjeta y tomé la bolsa.-Hasta la próxima.-dije saliendo de la tienda.

-Hasta la próxima.-escuché a mis espaldas para ver a lo lejos una máquina emprendedora de refrescos.

Me pregunté entonces cuántos años llevaba sin tomar una cocacola sacada de una de esas máquinas, tomaba poca por culpa de mi exmujer y mucho menos de esos cacharros. Decía que era poco glamoroso y cuando llegué suspiré con una sonrisa, eché una moneda y una lata cayó por la rampa. Me agaché y sentí la lata casi helada, hacía frío fuera pero la calefacción tan alta me había dado sed. Si bien no di ni dos tragos cuando me choqué con un tipo algo peculiar.

-Disculpe.-dije con una sonrisa en mis labios.-Que pase un buen día.

Mis ojos se clavaron en los suyos, su mirada era desafiante y sus labios cerrados en una mueca de molestia.

- Yo no diría lo mismo.-al escuchar su voz profunda y aquella frase algo me dijo que no todo iba bien.-¿Sakurai Atsushi?-interrogó deteniendo mis pisadas por aquella superficie encerada.-¿No es verdad?-un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y pensé que quizás era un votante, un votante insatisfecho. - Usted a mi tal vez no me conoce.-indicó clavando colocando mejor las gafas oscuras sobre sus cabellos algo alborotados.-Si bien yo no tengo la misma suerte, le conozco bien.-murmuró y seguí pensando que ahí venía una de esas conversaciones con un empresario descontento o quizás con un ciudadano corriente de a pié que deseaba mi cabeza.-Digamos que nos conocemos desde hace mucho.-prendió un cigarrillo y le dio una calada expulsando el humo cerca de mi cara.

Me quedé paralizado ante su comentario, pensaba donde nos habíamos visto o cómo sabía todo. Lo miré algo desconcertado, pero no se notó en exceso y seguí con mi sonrisa pensando que era una broma de Phoenix o algún amigo de él.

-¿Qué sucede?-pregunté.-¿Me conoce por Phoenix? sea lo que quiera decirme no tengo tiempo ahora, debo de volver a casa con mi hijo... me está esperando.-mis electores sabían que tenía dos hijos, si decía mi hijo no iban a preguntar por el otro que tenía.-Estaré encantado de hablar con usted en otro momento, hable con mi secretaria en la alcaldía o pase por allí. Podríamos hablar tomando un café o lo que desee.-di un trago a la cocacola y volví a sonreír, nadie me iba a amargar el día. No quería que me lo amargaran más de lo que ya lo había hecho ella.

-¿Hijo? ¿Cuál de los tres?-de acuerdo en ese momento toda la sangre se heló y creo que entre abrió los labios, nadie sabía lo de Jun. Entonces vi como apagaba su cigarro en mi lata de refresco.- O debería de decir... ¿Cuál de los cuatro?-

-¿Disculpe? yo únicamente tengo dos.-me molestó su gesto apagando su cigarro en el refresco.-No entiendo qué pretende, pero no me va a amargar una hermosa mañana de sábado. Quite esa cara de amargado, seguro que le irá mal si va con ese mal genio ante su esposa.-miré hacia los lados una papelera, había una y tiré el refresco.-Si me permite una corrección tengo dos hijos nada más.-

-No creo haberme confundido.-respondió rápido.-Usted es descendiente de samuráis ¿no es así?-esa mirada, esa maldita mirada de demonio me estaba agobiando.- Y por favor, no trate de mentir.-añadió señalando mi bolsa.-Ese pijama no es para los hijos que tiene con su mujer, con su amadísima esposa, ese pijama es para el bebé de su hermano.-eso ya me cabreó, si era una broma de mi pareja se estaba extralimitando.-Además, no pretendo amagarle la mañana.-¿qué no lo pretendía? Ah bueno, ya me quedo más tranquilo…me saca mis trapos sucios y me coloca electrodos mentales para averiguar lo que es cierto y no, pero no pretendía eso.-más bien... pretendo hacérsela más amena.-sonrió como únicamente puede sonreír un asesino y ahí me quedé aún más confuso.-Sakurai-san-el muy desconsiderado me dio la espalda- ¿De casualidad el nombre de Megumi Yamasaki no le es conocido?-y cuando iba a decirle que se girara, que era de mala educación…me quedé mudo. Ese nombre me sonaba, claro que me sonaba. ¿Cómo no me iba a sonar ese maldito nombre?

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt