-Tenía hambre y me hice un bocadillo, pero me dio fatiga.-aquello ya era casi habitual por culpa de los medicamentos.
-Vamos al salón para que se te pase el mareo y luego te subo al cuarto.-comenté y él asintió dejándome que lo llevara hacia el sofá.
Entonces escuché el timbre y besé la frente de Phoenix. Eran las tres de la madrugada prácticamente y no sabía quién podía ser, miraría por el interlocutor antes de abrir. Para mi sorpresa era Uta. Ahí estaba temblando mordisqueándose el labio inferior y con la mirada perdida.
-¡Hola!-dijo nada más abrir la puerta.-Verás se han confundido en el hotel, no me han guardado habitación y... ¿dormías?-preguntó mirándome confuso con las mejillas sonrojadas.-No has cambiado.
-¿Uta?-pregunté algo confuso, se veía distinto pero con la misma hiperactividad y sonrisa encantadora. Era un hombre adulto, cuando era un adolescente prácticamente la última vez que lo vi frente a frente.
-¿Puedo quedarme esta noche? te juro que las demás me busco de nuevo otro hotel. No creo poder volver a ese tras el escándalo que he formado porque yo hice bien todo, creo.-estuve por reír ante lo que me contaba, siempre era un despistado o eso quise creer.
-No, no me importa. Pasa.-cerré la puerta y entró.
-Bonita casa.-cuando quedó frente a Phoenix se quedó algo serio.-Buenas noches.-hizo reverencia cortés y comenzó a reír rascándose la nuca.-Verás... confusión con el hotel... no me guardaron para hoy habitación.-la mirada de mi pareja era todo un poema, más bien un grito de ira.
-Phoenix...Uta...Uta...Phoenix.-comenté con una leve sonrisa y Uta me miró devolviéndomela.
-Encantado-dijo mirando de arriba a abajo a mi antiguo amante y me di cuenta de sus instintos asesinos, cuando él me miraba Atsu con una chispa de complicidad que le sentó fatal.-Me voy a la cama-pasó por su lado y yendo a nuestra habitación bastante serio.
-¡Eh! me dijo Atsu que te gustan los dulces.-como siempre... él y los dulces.-Mira.-se puso ante él con una caja de bombones y yo miré algo incrédulo la escena... Uta seguía igual a pesar de todo.-Espero que me perdonen ambos.-rió de nuevo rascándose la cabeza.-Atsu sabe que soy un despistado y bueno... ¿Recuerdas cuando por mi culpa nos perdimos con aquella furgoneta vieja?-preguntó.-Mi hermano por poco te mata.-
-Sí, así es.-fui hasta donde estaban ambos y tomé de la cintura a Phoenix. Uta miró de esa forma que siempre me miraba, rogante, y luego observó mi mano como quien no quería la cosa. La expresión de sus ojos lo decía todo, le dolía aún pasado un tiempo.-Puedes usar la de invitados.
-Gracias.-respondió seco.
-Eh, que coño pasa.-murmuró el hermano de Phoenix bajando por la escalera.
-A tu cuarto, aquí no pasa nada, tú al tuyo y tú a la cama.-lo tomé en brazos y Uta nos siguió con la maleta.
Se bajó de mis brazos con brusquedad y se giró hacia su hermano, algo me decía que no todo iba bien. Noté sus celos pero jamás pensé que iban hasta esos límites.
-Hola.-sonrió de forma felina y nos siguió casi dando brincos.-Acchannnnnn me pregunto si te sigue gustando el sushi y si mantienes mi receta...podría ayudarte a cocinar.
-No pasa nada, déjale tu cama al amigo de Atsu-comentó con una frialdad casi glacial.-Tú dormirás conmigo-aquello me sentó como una patada en los testículos.
- ah... ¿y él?-preguntó Seth algo confuso y Phoenix solo se encogió de hombros.
-¿Oye Acchan que pasó?-murmuró algo confuso sacando un conejo rosa.-Mira! es bueno...-se sonrojó.-Aunque es rosa también vale? lo vi y no me controlé.-yo estaba que quería matar a cierta persona.
-Pasó que tiene celos.-mascullé y me tomó de la mano tirando de mí hasta su cuarto.
-Si te traigo problemas me voy.-abrazado a ese conejo me recordó tanto a cuando lo conocí que simplemente lo abracé.
-No tienes la culpa eres un maldito despistado.-me separé de él y tomé el conejo.-Se lo voy a llevar.
-¿Puedo ir a verlo?-asentí y siguió mis pasos quedando los dos mirando al niño medio bobos.
¡Imbécil! ¡Imbécil!-escuchaba gritar a Phoenix pero preferí no hacerle caso y me fui a dormir, ya se le pasaría sus tontos celos y sus tontas pataletas. Si bien no pude dejar de poner la oreja y escuchar la siguiente conversación
-Oye...esto... Phoenix…oye...si...si molesto... puedo... puedo dormir en el coche que alquilé...-era la voz de Uta y antes de su hilo de voz noté como llamaba a la puerta.
-Oye... no sé que piensas de mí pero... pero yo tengo pareja.-era falso, lo sabía sin embargo supuse que era para evitarle los celos a Phoenix con una pequeña mentira.-Yo quiero mucho a Atsu, pero únicamente como un hermano, lo quiero como a mi hermano... además... no me caes mal, yo no quiero caerte mal a ti.-me sentía impotente al ver como el encuentro entre ambos había sido un desastre.-Creo que mejor me voy... despídeme de Atsu, fue un placer conocerte... sólo te diré que me pareces mejor que Clarissa... hacía... hacía mucho que no veía a Atsushi así...-
Se abrió la puerta y yo seguí sentado tras la mía intentando que mi buen oído no me fallara. No quería perderme ni una palabra de ambos, porque luego hablaría por separado con cada uno y los pondría bien firmes. Uno por celoso y otro por cabeza hueca.
Mire mejor vaya a acostarse-no le tuteaba, al igual que él no lo hacía conmigo.-Phoenix se enfada rápido, pero no le dura mucho. Lo único que va a sacar es ponerle peor y mi hermano enojado es hasta peligroso.-Peligroso, sí, eso lo sabía yo bien como podía reaccionar cuando algo no salía como él quería, berrinches increíblemente fuertes y también lanzamiento de objetos. Escuché en ese instante sus pasos por la madera de la escalera, seguramente bajaba.-Ah... ni se le ocurra revisar mis cosas ni mis libros.-después descubrimos el porqué de esa advertencia, la verdad es que me lo esperaba.
-Tranquilo...no soy curioso.-una mierda curioso, era peor que eso, pero no querría desagradar al chico. Lo primero que pensó es que ahí guardaba las revistas porno como había hecho conmigo y él a su edad, los cigarros y quizás los condones...fotos de chicas que le gustaran o algún secreto. Eso le hizo desear verlos, si bien no hizo nada. Le siguió hasta la cocina y yo fui tras ellos intentando no ser visto.-¿Cocinarás?-preguntó confuso.-Bueno...yo...-se rascó la cabeza.-No he comido desde hace horas.-sonrió para luego mirarlo serio todo. Cuando era serio era como yo, un hombre maduro pero su tono informal y amable le hacía ver unos cuantos años menos...menos de 40.-¡Mermelada!.-casi gritó a viva voz cuando la vio.-¿Te importa que haga algo?...-casi me echo a reír al ver sus reacciones de adolescente o de niño pequeño.
Supongo que no-dijo entregándole la mermelada, mientras hacia un submarino para Phoenix, con vegetales, queso y bastante jamón y mayonesa. Aquello tenía buena pinta y me rugió el estómago, si bien nadie en la cocina se dio cuenta.
-Espero que dejen de estar enfadados esos dos.-comentó canturreando mientras hacía tostadas recortadas en forma de corazón.-Atsu suele decirme siempre que Phoenix es el amor de su vida, yo me alegro.-lo decía de corazón y se notaba.-Esa bruja lo amargó y yo no supe hacerle feliz.-hizo unas cuantas y le ofreció una.-¿Quieres?-
En ese instante me fui de la cocina o terminaría estallando a carcajadas al ver que ese no cambiaría nunca. Subí por las escaleras y fui a la habitación donde estaba él.
-¿Piensas que aún siento algo por Uta? es como un hermano pequeño.-la pregunta fue directa, no me iba a andar con rodeos.
Tú no me amas-susurró temblando por el frío y la llantina de la noche.-¡Vete! ¡Vete con él que esta sano que tú a mi no me amas!-dijo girándose para intentar darme un almohadazo.
-¿Por qué piensas eso?-no me importó ese almohadazo, lo abracé con fuerza besando su frente.-Según me dijo su hermano mayor, Toll, tiene romances aquí y allí... ¿para qué querría estar conmigo? además cuando le hablaba de ti por la mensajería siempre decía "que mono". Phoenix...-susurré algo cansado ante su actitud.-Nunca vas a creer que todo lo hago por ti.
-Ya déjame-me decía intentando soltarme de él- preocupado por mí.-susurró para elevar la voz casi hasta llegar a gritos.-¡Mis cojones! ! Le estabas esperando a él! ¡Eso es lo que hacías despierto tan temprano!-dijo abrazándose llorando a mí, aferrándose como lo hacía cuando le decía que me debía de ir con Clarissa. Estaba helado y yo arropé con las mantas de la cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario