Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 28 de marzo de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte XIII)


Dedicada a mi Miho. Miho serás para mí... ya te bauticé de esa forma. A mi me pareces una de las pocas personas que he conocido en la red que puede decirse que piensa como yo al 100%, y eso es extraño. Ella lleva a Imai y a Miho, es una colaboración especial que hace conmigo y que he de decir que para mí es un orgullo tenerla como amiga. Usa a Nana para que comprenda como es el aspecto de "Miho"... alguien rebelde y que no se conforma con nada... alguien libre, como su padre.




Aún lloraba aunque no se notaba porque llevaba puestas las gafas de sol oscuras. Entonces tropecé con una joven que cayó y destrozó la comida que llevaba, a decir verdad era grasa y basura proteínica en forma de hamburguesa. Me agaché recogiendo todo en las bolsas y luego extendí mi mano hacia ella.

-¡Ah! ¡Joder!- Dijo tocando su cabeza para después levantar la mirada y observar como había tirado una de las hamburguesas en mi ropa.- ¡Ah! ¡Perdone! Es que.-me miró desconcertada, no sabía cómo disculparse.-Llevo algo de prisa.-eso se notaba a leguas, todos llevábamos prisa.

-¿Está bien?-pregunté mirándola tras los cristales oscuros y sonreí levemente. No, nadie me amargaría el día y no debía de pensar en que Phoenix moriría...no lo haría, no se lo permitiría.-¿Señorita?-sus rasgos eran asiáticos, últimamente veía a muchos por la ciudad, aunque no había tantas mujeres como hombres.

-Mi comida.-murmuró de pié frente a mí tomando la bolsa.-Perdóneme.-calculé su edad y le di unos veinte años, vestía algo masculina pero aún así se veía atractiva. Sonreí al recordar que yo también era un rebelde, que tuve amigas que vestían como ella y se hacían las fuertes cuando seguían siendo humanas y no heroínas.-En verdad no era mi intención.-se veía nerviosa y yo reí ante sus gestos.-De verdad señor, perdonare, pagare su camisa.

Me fijé en mi camisa y me eché a reír a carcajadas.-No creo que le importe a mi pareja, la detesta y era vieja.-no sabía cuantas veces Phoenix había corrido detrás mía para quitarmela y romperla.-Sólo se salvaron las hamburguesas.-comenté.-El ketchup creo que me lo he llevado yo puesto.-tomé la bolsa con el peluche que se había salido, pero no manchado y el paquete del regalo para el bebé, la pulsera la llevaba en la chaqueta.-No debería correr así por los pasillos, están encerados y resbalan. La próxima podría tener un golpe peor.-

Otra vez la maldita llamada, era él nuevamente y descolgué.

-¿Sí? Neko...-cuando se lo decía en japonés era únicamente cuando me enfadaba, decía que se había tropezado aunque sin el bebé.-Te dije que te quedaras tranquilo y gozaras de tus amigos, no. Me da igual. Ya veo, no queda chocolate yo te lo llevo pero...ve a atender al niño, sí. Te amo.-colgué y la miré.-Ya que tiene la comida por los suelos por mi culpa, deje que la pague y que se ha estropeado de todas formas tengo que entrar a por chocolates.-Saqué entonces mi cajetilla de cigarros donde se podía leer "Kool" y puse uno en mis labios, prendiendolo, y sintiéndome más calmado que segundos atrás.

-Ya le había dicho que llevaba algo de prisa, pero tendré más cuidado la próxima vez y no hace falta que se moleste.-no podía dejarla sin su comida, era algo poco humano y hoy iba de buen humor a pesar de que todo iba mal. Era feliz porque al fin era libre, sentía alas dibujadas en mi espalda que comenzaban a desplegarse con fuerza.

-¿Me acompaña entonces?-sonreí ampliamente guardando bien el móvil y aproximándome al supermercado que había allí dentro. Tendría que meter mis bolsas en otra de plástico trasparente y sellada, era lógico por seguridad. En un gesto rápido me quité las gafas y sequé lo que quedaba de lágrimas.-¿Se puede saber dónde ibas tan rápida? si es porque perdía el autobús yo puedo llevarla en mi coche, me ofrezco. Y tómelo como algo bueno, hoy estoy de buen humor.-puse mis bolsas ante la chica de la caja y la selló mientras le devolvía un "gracias" con una sonrisa.

Asintió a mi petición de acompañarme al supermercado que se encontraba en aquel lugar.

-Me dirigía a mi empleo.-comentó caminando detrás mía.-Verá…-susurró colocando bien un mechón de sus cabellos.-Hoy es mi primer día, no quería llegar tarde y defraudar a mi jefe-dijo en un tono distinto aquello de jefe, supuse que o era un estúpido o quizás era un amigo.-Pero no necesito que me lleve.-insistía en no hacerme caso, yo tomaba las decisiones y me gustaba seguirlas. Quería hacer tiempo para que Phoenix disfrutara de sus amigos, de sus conversaciones banales y de que besuquearan a mi pobre hijo hasta desgastar sus rechonchas mejillas.-Al fin y al cabo, ya voy algo retrasada…-parecía avergonzada en parte, sus ojos me recordaban a alguien familiar, tenía una fuerza que me impactó y recordó a Hero. Seguramente porque Hero acabó como yo, siendo un rebelde sin causa hasta que llegó la hora de asentar la cabeza e intentar ser feliz con sueños terrenales.

-Será peor cuanto más tarde llegues.-comenté guardando las gafas en el bolsillo de la camisa.-Tengo que comprar algo para quitar un poco las manchas, quizás aún pueda ponérmela y hacer que mi pareja me tire jarrones cuando me ve con ella.-exageré pero me encantaba esa expresión de desagrado, ya que tenía camisa mejores y nuevas.-sonreí y la observé.-Así que iba hacia el trabajo, supongo que llevaba el almuerzo.-me quedé pensativo.-Ah, sí, los productos de bocadillos siempre salen más barato que una hamburguesa, tienen menos porquería y son más sanos. ¿O quiere que vayamos donde preparan comida para llevar?-volví a obsérvala.-Disculpa, tienes casi la edad de mi hijo mayor, a veces os trato a todos como si no supierais nada... Hizaki incluso me maldice porque lo hago sentir un niño pequeño.-

- Por eso le digo que mejor le pago su camisa.-¿pagar por algo tan viejo que podía tener aproximadamente su edad?.-Así no gasta en esos quita manchas que luego en vez de quitar la mancha, quitan el color de la ropa. Pero si, me dirigía hacia el trabajo y.-hizo un inciso y me miró algo avergonzada.-Bueno más bien, era mi almuerzo, pero la otra hamburguesa era para otra persona.- supuse entonces que sería para su “jefe” y al ver su rubor sonreí levemente.-Si bien, no se si le gusten esos bocadillos de los que habla usted, así que da igual lo que llevemos.- lo hice por intuición, sin embargo estaba seguro de ello.-Tengo veintitrés años y dudo mucho que su hijo tenga mi edad. Y señor…-se quedó callada pensando en como decir lo siguiente, yo la observé con minuciosidad.-No haga eso. No trate a su hijo como uno pequeño. Créame, es demasiado frustrante.- claro que ella no sabía cómo me trataba mi padre, por ello era sobreprotector con los míos.

-No, no puedo evitarlo. Para mi Hizaki siempre será un niño pequeño a pesar de tener dieciocho casi diecinueve, no puedo evitarlo y eso les pasa a muchos padres.-sonreí y luego miré hacia el lado de los carros y tomé uno para meter un paquete de pañales.-Digamos que no quiero otra camisa, quiero esta y tranquila sé como tratar estas manchas desde que tengo un bebé en casa.-miré a mi alrededor y le señalé el fondo.-Vaya comprando los bocadillos mientras busco el producto.-estaba entre la edad de Hizaki y la de Phoenix, hice cuentas y llegué a la conclusión que mi hija tendría aproximadamente su edad.

- Sí...-susurró.-Muchos padres suelen ser así con sus hijos.-eso lo sabía, pero también había quien golpeaba o no consolaba las lágrimas de su progenie.-Como también hay hijos que odian que hagan eso...-entonces hizo una reverencia y fue corriendo hacia la zona donde le había indicado.

Conseguí encontrar el maldito quitamanchas, compré una caja de bombones, un paquete de caramelos para mí y por último unas chocolatinas que le daría a la chica. Bastante mal se sentiría por no mirar por donde iba, perder su comida, llegar tarde a su trabajo y encima mancharme. Sin duda me daba lástima que se sintiera de ese modo, ya que si me ponía en su lugar la vergüenza por aparentar ser estúpido ante alguien mayor me haría enterrarme entre varios metros de tierra.

-Ya está.-además de los chocolates conseguí algo para el bebé, leche en polvo y los pañales junto al quitamanchas.-Vayamos a la caja veinte, está libre.

Deje que le ayude...-dijo tomando las cosas que eran para mí bebé y nos dirigimos a la caja que había dicho que fuéramos. - Y.... ¿Nada más tiene 2 hijos? ¡Se lo pregunto porque lleva demasiados dulces!-casi me echo a reír ante su hiperactividad.

-Tengo tres.-respondí comenzando a dejar todo en la cinta transportadora.-Uno tiene diecinueve, otro doce y el pequeño tres meses aunque aparenta el doble por su tamaño.-dejé la visa fuera, pagaría con tarjeta.-Sobre los dulces… los caramelos son para mí, los bombones para mi novio y digamos que las chocolatinas para ti.-definitivamente no me conocía, eso me daba libertad para decir que estaba con un hombre y no con esa maldita bruja. Llegamos a caja y se pasó todo entonces la pregunta de siempre.

-Mr Sakurai ¿en efectivo o tarjeta?-preguntó mirándome la mancha.

-Tarjeta.-la pasó y firmé el papel del resguardo colocando todo con rapidez en bolsas.-Toma las chocolatinas, son para ti.-las dejé en una bolsa a parte y las puse frente a su rostro para que las tomara. Me era simpática y hacía mucho que no hablaba con alguien de mi raza que no fuera Phoenix.

-¿Para mi?- en su rostro se veía la sorpresa y eso me hizo ampliar más mi sonrisa.-No señor...- Si las quería pero... No seria justo...-parecía dubitativa, y movió sus brazos como hacían esos malditos personajes de anime, reí a carcajadas y se sonrojó.

-Las compré para ti. Además pienso que a nadie le amarga un dulce.-empujé el carro por el pasillo, en la salida siempre había donde dejarlos y no me preocupaba.-La llevaré a su destino, pero antes dígame con quién tengo el gusto de tratar. Mi nombre es Atsushi ¿y el tuyo?-dije clavando mis ojos con una sonrisa.

-De acuerdo- Dijo algo ofuscada, pero seguro que era por mi risa incontrolable al ver lo adorable que podía llegar a ser aquella chica.-Mucho gusto señor Atsushi, yo soy Miho.-jugueteó con una de sus cadenas y me siguió caminando de aquella forma femenina a pesar de sus botas pesadas.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt