Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 28 de marzo de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte XXI)

Y llegó el imbécil de mi cuñado... Espero que disfruten de cómo es... y de la colaboración especial que hace Carito. Gracias por ayudarme a crear estos diálogos tan... como decirlos XD especiales.


Al bajar lentamente sumido en mis pensamientos choqué con su mirada. Sus ojos fríos e imperturbables muy distintos a los de su hermano. Tenía un cigarrillo sin encender en sus labios y al pasar ambas miradas se afilaron, nuestros ojos destellaban como dagas impacientes de empezar un enfrentamiento. Su cuerpo era menudo, más alto que Phoenix pero a mí aún no me llegaba y le faltaba a penas unos centímetros.

-No sé porqué él te alababa tanto, no eres la gran cosa que me intentaba hacer creer.-sonrió de lado y lo dijo con aquella voz aún de adolescente, pero con el veneno de un adulto amargado por mil problemas y asuntos turbios.

-No tienes ningún respeto hacia las personas de mayor edad.-chisté.-La última vez que te vi me llegabas por la cintura, eras un mocoso llorica que a penas se mantenía en pie.-susurré.

-La última vez que te vi tenías menos achaques, pronto serás una carga para mi hermano.-no lo dudé, lo agarré de la camisa y pegué mi rostro al suyo.

-No tienes honor, ni orgullo, ni respeto hacia nada…y aún así dices amar la cultura que corre por tus venas.-susurré y lo eché hacia atrás pegándolo a la barandilla de madera de roble, una maravilla tan hermosa como resistente.

-¡Qué sabrás tú de mí!-gritó e hizo que Phoenix alarmado saliera de su escondrijo en la sala.

-Lo mismo que tú de mí, de lo que siento o de lo que soy.-se mordió los labios y entonces sentí la mano de Phoenix agarrando la mía.

-Atsu…-susurró y encaró a su hermano.-Seth.-hizo un silencio cortante, como el de ambos y prosiguió.-Si seguís así me iré de casa, no quiero ver discutir a las dos personas más importantes de mi vida junto a mi hijo.-besé su sien tomándolo por la cintura.

-Lo lamento.-aunque mis labios decían esas escuetas palabras aún luchaba contra él.

-Yo también.-Phoenix al escucharlo sonrió y fue arriba para contemplar al bebé.-Hijo de puta, no te sales con esta tan fácilmente.-me giré y sonreí de forma felina con un halo de misticismo o crueldad. Era la sonrisa de un asesino, lo que indudablemente seguía siendo a pesar de decirme a mi mismo que había cambiado.

Llamé a un restaurante de un conocido, pedí varios platillos típicos de nuestras raíces. Amaba nuestra comida y hacía tanto tiempo que no la degustaba a diario que a veces olvidaba que ya no vivía en Japón. Mi pedido fue bastante simple Ramen, Sukiyaki y Sushi. Para quien no conoce nuestra cultura gastronómica el Sukiyaki son filetes finos de res que mezcla su sabor con verduras y salsa de soja, todo bien condimentado para ser servido. El Ramen seguro que les es familiar, todo por culpa del anime y por ser el platillo favorito de muchos nipones junto al Sushi. Con todo aquello busqué saque que tenía en la despensa, coloqué la mesa como se debía y puse los palillos en cada lugar.

-Atsushi.-susurró aquel ocupa.-Eres un maldito hipócrita.-chistó e hice como que no lo había escuchado, porque si me hubiera detenido a contestarle terminaría con mi puño hundido en su cara.

-Ya basta.-susurró Phoenix tomándome de la muñeca para tirar de mí lejos de mi amado cuñado.

-Me molesta, me cansa, y que yo sepa no me pediste permiso. Podíamos darle dinero para que durmiera en un piso alquilado.-reproché porque me gustaba la convivencia con él, con él y no con nada más añadido.

-La cuestión es que debo de cuidarlo, es mi hermano Atsu.-susurró acariciando mis mejillas con sus dedos tan sólo.-Harías lo mismo por Hero.-recordaba a mi hermano, claro, eran prácticamente de su edad ya que mi hermano únicamente le sacaba poco más de cinco años. Me crispó y me sumergió en la melancolía, claro que a él no le había dicho nada. Abracé a Phoenix y besé su frente esperando que no notara mi necesidad de romper en llanto.

-Lo entiendo, sin embargo me irrita.-sonreí dejando un roce de mi boca con la suya para marcharme al despacho.

En mi despacho guardaba una foto de mi hermano en la última vez que nos vimos. Yo lo alzaba en brazos y él reía a carcajadas junto a mí. Verlo así de vivo era lo que me daba aliento, lo que me hacía reencontrar la paz. Tomé aire y comencé a llorar, para volver a la cocina tras un lavado de cara. Me senté en la mesa y dejé la cuna auxiliar del salón próxima recostando bien al bebé. Acariciaba su rostro y sonreía pensando en la imagen de mi cajón.

Cuando empezamos a comer comenzamos con el desafío de miradas, frases con segundo y tercer significado. Me sentía como un Yakuza, volvía a ser el matón de siempre. Hasta que Phoenix se puso frenético por nuestro comportamiento. Me alcé de la mesa y lo atrapé cuando se levantó gritando que no podía más. Lo calmé susurrando en su oído que lo amaba pero supe entonces que yo debía irme, no él, porque aunque fuera mi casa jamás me perdonaría que no pasara el suficiente tiempo con su hermano.

-Atsu, ¿dónde vas?-preguntó cuando me separé de él y tomé mi chaqueta además de mi bufanda.

-Eso es, cobarde, abandónalo.-al escuchar aquello di un portazo saliendo al jardín. Lo quería matar a golpe, a puro golpe.

Encendí un cigarrillo y eché a andar por el tatami observando a lo lejos al perro correr de un lado a otro. Escuché la puerta y me giré, era ese maldito crío descerebrado y casi imberbe.

-Que poco estilo para un matón, o debería decir mejor Yakuza. Claro que ya no lo eres, hace mucho que dejaste de ser honorable para los que fueron tus camaradas.-chistó y sonrió de lado colocándose un cigarro para calarlo.

-No sé de qué hablas.-no sabía como ese puberto mil veces hormonado podía saber quién era yo, ni vivía cuando lo fui.

-Te hablo de Tokyo, te hablo de golpes mortales a un estudiante, te hablo de pago a un juez para que tu familia no fuera manchada por la sangre de ese joven, te hablo de.-no le dejé terminar y lo pegué al contramuro de la casa.

-Sigue hablando y pronto tu cuerpo flotará en el estanque.-mi tono de voz era amenazador y él pudo sentir ese miedo recorrerle por completo.

-No, no lo harías.-intentó decir seguro, pero no aparentó eso.

-Sé como hacer que parezca un suicidio.-entrecerré los ojos y él tragó saliva.

-Si mi hermano lo descubriera jamás te lo perdonaría.-lo bajé porque tenía razón, sin embargo volví a agarrarlo y lo arrojé al agua helada del estanque.

-Buen baño, que lo disfrutes.-algunas de las carpas se movieron asustadas, pero él más bien estaba furioso.

-¿No te preguntas por qué lo sé? ¡Eh!-dijo golpeando el agua intentando salir.

-¿Cómo?-alcé una ceja y él sonrió de forma macabra, eso me dio una señal de que algo no iba bien.

-Phoenix, pregúntale a él. Te ha estado investigando y sabe más de tu vida que tú mismo.-eso lleno de ira, aunque no quería creerlo. ¿Tan poca confianza le daba? ¿Tan poco creía en mis palabras?

Entré dentro como una bala, más bien atropellé cualquier cosa que se pusiera en mi camino.

-Atsu.-vino hacia mí y lo aparté sin empujarle con violencia, pero no estaba para bromas y mucho menos para sus estúpidas lágrimas.

-Me enloquece, me hace ilusión, me fascina y me pone cachondo saber cuánto confías en mí. Tanto es así que hoy me iré a dormir en un hotel, mañana ya se verá.-quería encontrar mi bolsa de deporte y llenarla con algunas mudas.

-¿Qué?-preguntó atónito sin saber dónde estaba su error.

-Me has vendido, me has investigado y lo peor se lo has contado todo a ese crío deslenguado. No me crees y me investigas para conocerme, lástima que te gastaras tanto dinero en un estudio pues con eso ya he conocido a quien convive conmigo. Eres un celoso enfermizo y además un entrometido.-sus ojos se cerraron y tragó saliva, pero pronto sentí como me agarraba de mi brazo derecho y tiraba de mí.-¿¡Qué!?-grité furioso.

-Atsushi es tu culpa, a penas me dices nada de ti. Es como un misterio, quería saber con quién dormía y también me aburría. Me has encerrado en casa, me has dejado casi incomunicado para que no me resfríe y salgo en pocas ocasiones.-eso me hizo molestarme más y por ello me deshice de él, lo miré de forma acusadora y noté como temblaba.

-Si te aburres haz crucigramas o puzzles.-gruñí caminando hacia la escaleras y se me abrazó trémulo dejando que su labio se moviera de forma conmovedora. ¿A quién podía engañar? No podía molestarme con él.

-Perdóname.-hipó con la voz desgarrada y se abrazó a mi cintura. Únicamente me dejé rodear por sus brazos y acaricié sus cabellos.

-No tienes confianza en mí.-dije intentando suavizar mi rostro, pero me había decepcionado.

-Atsu.-susurró.

-No me iré, me quedaré, pero no pienso dormir contigo hoy.-le aparté y me fui en dirección al segundo dormitorio de invitados. Allí me recosté y él vino detrás quedándose en la puerta.

-Por favor…-vi que palidecía y me levanté corriendo llegando a tiempo para cogerlo en brazos.

-Mierda.-susurré recostándolo en la cama llamando entonces al doctor casi como acto reflejo.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt