Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 28 de marzo de 2009

Dark City - Revoluciones Internas (Capítulo 4 parte XXIV)

QUIERO UN COLLAR ASÍ! bueno el peinado ya lo tengo XD... digamos que lo tuve antes de ver esta imagen, no sabía que existía y la encontré hace unas semanas. Algo que coincide con el original, ronda el 180... ¿quién decía que los japoneses son bajitos?




Se presentó por sorpresa, no sabía que vendría tan temprano. Por favor son las dos de la madrugada, es una paranoia tuya.-susurré acariciando su rostro.-Las mismas que tengo cuando te veo con Taylor, ahora lo comprendo.-besé su frente y lo abracé un poco más fuerte. En ese instante entró su hermano con aquel bocadillo.

Seth-sonrió apartándome un poco para pudiese poner la bandeja sobre sus piernas-Que rico, calentico, gracias-le dijo aún con las mejillas empapadas por las lagrimas y la voz ronca, podía ver como su hermano quería fusilarme allí mismo pero no hizo nada.

-Gracias.-dije notando como Uta pasaba casi escondido por el pasillo hasta la cama con una tostada de corazón en la boca. Casi me pongo a reír, pero terminé serio mirando de nuevo a Phoenix.-¿Podrías dejarnos a solas?-pregunté acariciando sus cabellos.

No- contesté su hermano y él lo miró de una forma rogante, al final accedió y nos dejó a solas.

-¿Quieres un poco? Seth siempre me hace muy grandes y no como tanto-dijo mirando con tristeza la comida, no se sentía bien, para nada bien anímicamente.

-¿Por qué esos celos?-pregunté aspirando el aroma de su cabello.-Ya lo has visto, no ha hecho ningún intento de nada e incluso te trajo regalos.-besé su cuello y luego sus labios.-Phoenix por favor... ¿entonces que sucederá con su hermano? siempre me lanzaba indirectas en forma de broma y mis otros amigos del mismo modo... Sólo quería que se agradaran, porque pensaba tener contacto más seguido con ellos.

¡Y todavía lo preguntas!-brincó mirándome con los ojos aguados con rabia- ese…ese... olvídalo-bufó mordiendo molesto el aperitivo, mordía con fuerza y miraba hacia abajo de modo que algunas lagrimas caían en mi plato.

-Gatito.-dije tomándole del rostro.-Sólo te quiero a ti, a ti y a nuestro hijo junto a los míos. Escucha, en este mundo me importas tú más que el resto de los mortales. Nadie me va a dar lo que me das...Phoenix.-susurré besando su cuello y luego sus labios fundiéndome en ellos.-Me hace daño verte así.

Pero... y que hay con ese...-dijo sin mirarme aún dejando el pan en el plato otra vez.- Yo no quiero ser horrible, no quiero ser un quebradero de cabeza, pero es lo único para lo que sirvo ahora.-tartamudeaba cuando decía aquello y eso me enterneció un instante pensando bien cómo reprenderlo por su estupidez.

-Ahora lo entendí.-dije abrazándolo más a mí.-Piensas que porque estás enfermo buscaré a otro, no sé si lo has notado pero tras saber tu enfermedad me he aferrado más a ti.-besé sus labios y su cuello de nuevo. Siguió con pasión desesperado cuando unió sus labios junto a los míos, se estremeció levemente cuando rocé mi boca por la piel de su nuca.-Te amo.-tomé una de sus manos y lo miré.-Te la iba a dar otro día pero...no voy a esperar a San Valentín.-tomé la pulsera del cajón y se la puse observándola.

-Atsu-dijo abrazándome de nuevo.- es preciosa.-susurró acariciándola para ver el grabado.-Gracias, yo también quiero darte entonces el mío por adelantado-sonrió al fin, aunque fue sólo un poco-Pero es una tontería.-no sabía qué esperar de él, a veces me sorprendía con sus “tonterías”-Abre mi armario y trae el paquete envuelto en regalo.

Fui hacia el armario y llevé aquella cosa hasta donde estábamos. Lo abrí con cuidado y al verlo comencé a pasar las páginas con una sonrisa.

-Este es Toll.-comenté señalándolo con ese peinado de mohicano.-Este es Iami.-un Imai distinto al asesino que me seguía los talones.-Dios… se tiñó de rubio y casi no lo mata su padre llamándolo marica. Este es Hidehiko...-era el más serio de todos, callado, parecía que no le impactaba nada.-Eran todos de mi promoción.-entonces vi una imagen y me empecé a reír.-Me peleé al inicio del instituto con Imai por esta chica... y ahora veo que no es nada del otro mundo.-lo miré a él y le besé pegándolo a mí.-Gracias.

Quería comprarte otra cosa, pero no me alcanzaba el dinero.-no le alcanzaba porque el muy estúpido no quería aceptar que yo pagara parte de su tratamiento, poco después de iniciarlo el doctor me comentó que le amenazó por cobrármelo.-Me alegra que te gustara, como siempre hablas de esos tiempos como con añoranza.-hizo un inciso y rió bajo.-Se me ocurrió.-añadió mirándome con coquetería.-Un primo segundo en Japón me ayudo a conseguirlo-volvió a comer mientras yo miraba todo aquello.

-Vaya...mañana se lo mostraré a los chicos.-entonces miré las firmas y me di cuenta.-Es el mío.-dije temblando.-Es... es el mío... el que tiró mi padre por la ventana.-titubeé y miré las firmas...-Ese maldito día.-mascullé y comencé a llorar como un crío asustado.-Creí que mataba a mi madre ese cabrón.

¿Ah?-chistó dejando de comer para mirarme y noté que se asustó al ver que comenzaba a sentirme mal. Apartó su bandeja y se pegó bien a mí.-Atsu.-susurró confuso.-Pero es el tuyo, debería ser el mejor ¿no?.-dijo comenzando a asustarse aún más.-¡No! ¡No llores!-se agarraba de los cabellos moviendo la cabeza para poder pensar, era un gesto que hacía cuando se bloqueaba al ver que algo iba demasiado mal.-¡sumimasen! ¡sumimasen!-

-Tranquilo.-lo abracé besando su frente sin dejar de llorar.-Ya...-susurré.-Solo recordé porqué me fui de mi país, las palizas de mi padre y su forma de ser conmigo... perdí todo lo que quería... incluso los recuerdos.-lo subí sobre mi cuerpo recostándonos en la cama sin importar si el plato se caía al suelo.

Yo sólo quería traerte buenos recuerdos he hice todo lo contrario-se notaba apesadumbrado mientras se pegaba a mí.-Atsu no llores más por favor.-rogó sin saber bien cómo tranquilizarme.

-No, no fue mal regalo me gustó...solo que incrementó mis ganas de ir donde mi padre y rematarlo por si puede seguir vivo de alguna forma.-el día más feliz de mi vida fue cuando murió.-Hero lo veía conmigo y entró en la habitación aporreando, destrozándola y echándome de casa.

Tonto, no digas cosas así.-me reprochó rozando su nariz con la mía.-Mi Atsu no es capaz de matar ni una mosquita-no sabía que sí era capaz, pero prefería que pensase lo contrario.-Seth va a matarme, se me quito el hambre, y con el frío que el pobre tenía-en ese momento creo que mentalmente dije “que se joda”- perdóname no debí reaccionar de ese modo tan infantil.-susurró algo sonrojado, quizás avergonzado por el numerito que había dado frente a mi viejo amigo.

-No le caigo bien, me odia.-murmuré.-Piensa que no te hago feliz ¿te hago feliz?-pregunté abrazándolo y acariciando su espalda.

Claro que me haces feliz-sonrió de oreja a oreja.-Te contare un secreto de mi hermano, me hago siempre el tonto y el cree que no me doy cuenta, a todos mis novios les ha hecho la vida imposible, pero es por que me quiere. Con quién más dure que fue con Taylor, pues termino por aceptarlo... no le des importancia. Además es un niño, comete errores y hace estupideces propia de su edad. Te apuesto que tu hijo me querrá meter una zancadilla en cuanto sepa lo que pasa en esta casa, escríbelo, apuesto lo que me queda de dinero en eso.-

Escuchar ese nombre me hacía rechinar los dientes. Por lo que sabía estaba acosando a Lionel, el cura casi adolescente de la Catedral, y el muy estúpido había caído dejando su honor en entredicho. La Iglesia no lo sabía, únicamente yo porque me dediqué a investigarlos. Aquel chico se veía feliz en las imágenes cuando él se aproximaba, pero aún así tenía arrebatos de querer presentarme ante él y decirle quién era el hombre con el que dormía. Una noche fui a su casa, no sabía si Taylor estaba dentro pero al escuchar sus vergonzosos gemidos de placer me supuse que sí, que lo estaba.

-No es así Hizaki.-comenté abrazándolo.-Tengo la ligera sospecha de que es gay.-murmuré tomando el bocadillo para darle un mordisco.-Como porque sé que es tu hermano y no me envenenaría.-entonces escuché un gritó de Uta

-¡Dioses!-gritaba y luego silencio, para más tarde abrir la puerta mirarnos.-Vuestro hijo... se lo hizo todo encima mía.-hizo un movimiento de brazos parecidos a los de un anime, todo él parecía una caricatura a veces.-¿Cómo se cambia?-alcé una ceja y lo miré serio.

-Si te estuvieras quieto no hubiera pasado nada.-me levanté besando la frente de Phoenix y al pasar por su lado le golpeé con un dedo en la frente.

-No seas así, yo sólo quería mecer a mi sobrino.-comentó sin más y yo fui a ver al bebé, con él tras él, además de mi pareja.

Ambos me observaron desde el marco de la puerta y al tomar a Jun sonreí.

-Vaya, así que estabas molesto porque tenías gases y deseos de hacer guarradas sobre el tío Uta.-él rió como si me entendiera, la verdad es que en ocasiones pensaba que los bebés podían conocer lo que decíamos, que debíamos de tratarlos como personas y no como idiotas con diminutivos y palabras inexistentes. Lo acomodé sobre el cambiador y le quité el pijama para luego dejarlo a un lado. Apestaba toda la habitación, pero era un bebé y eso era normal.-Phoenix dentro de media hora le toca el biberón, ¿puedes hacer uno?-de ese modo no me tendría que levantar si adelantaba diez minutos la toma.

-Claro.-respondió con una sonrisa para ir a por una de mis yukatas.

-Cuando veía a Megumi con Miho siempre pensé en cómo lo harías tú.-aquello me dejó helado y me giré observándolo con una mirada acusadora.-Mierda.-chistó tapándose la boca con sus manos y sus ojos desorbitados.

-Escupe Uta.-gruñí y él negó haciendo que sus cabellos algo largos se movieran dándole de nuevo toque de caricatura.

-Uta.-mi tono de voz era aún más molesto.

-Hice prometer que jamás lo diría, se lo hice prometer a Megumi.-en sus ojos aparecieron leves lágrimas que no supe si era por la decepción que podía notar en mí, por puros nervios o simplemente por haber dicho algo que no tenía que decir.

-Miho.-repetí y recordé a la joven del supermercado, también a otra joven muy distinta y que me abrazó durante los primeros años de mi vida…mi madre.-Por eso esa chica me recordaba a alguien, no era a mí y tampoco a Megumi, sino a mi madre.-tenía ciertos rasgos de mi padre, pero aún era más parecido a mi madre. Esa chica tenía la mirada de la mujer que me dio la luz, la mujer que por mí y por mi hermano sufrió las mayores vejaciones.

-¿Chica? ¿Qué chica?-preguntó confuso.

-Aproximadamente la estatura de Megumi, ropa algo masculina, cabello corto, ojos como los de mi madre y labios algo gruesos. Su voz es dulce y enérgica como sus facciones cuando se contraen al sonreír.- era una descripción escasa, pero era lo único que capté de aquella joven.

-Sí, es tu hija. Trabaja en la zona obrera porque no quiere que su madre la encuentre, pero ya sabemos donde está.-el bebé rió y volví a mis asuntos limpiándolo.

-Uta.-susurré.-No pensé que fueras tan estúpido, debiste decírmelo.-sentencié volviendo a vestir a Jun.

-No voy a decirte más Atsu, no debí decirte esto ni hoy ni nunca. No soy yo quién tiene que decir nada, es ella.-ahí tenía razón, pero yo lo hubiera hecho en su lugar.

-¿Qué sucede?-preguntó Phoenix con el biberón en la mano observándonos.

-Sabe donde está Miho.-dije con la vista fija en los ojos aguados de Uta.

-¿Miho?-cuestionó confuso tomando al bebé en brazos.-¿Qué Miho?-

-Mi hija.-susurré como si me faltara aliento.

-Es cierto entonces…-susurró algo decepcionado, supongo que quería creer que jamás cometí locuras como aquellas. Acostarme con una amiga, una gran amiga la cual adoraba, sin preservativo y sin ningún control.

-Yo…-bajó la cabeza y pasé por su lado.

-Tú mañana vas a cantar y vas a decir todo lo que sabes en la reunión, supongo que tu hermano sabe algo.-se mordisqueó los labios y sonreí de lado.-Como no, todos en mi contra como siempre.-tenía que ir a mi habitación, encerrarme y tomar la imagen de mi hermano.

Quería desahogarme, sólo eso, pero entonces vi a aquel mocoso en el despacho con una aguja en el brazo. La imagen de la muerte, una calavera aún joven intentando evadirse quizás. Un porro encendido en mi cenicero y sus ojos vidriosos de perro apaleado con expresión de sorpresa. Simplemente le retorcí la mano quitándole aquello y agarrándolo por el cuello, no sólo tomé lo que tenía en las manos sino todo lo de más.

-Phoenix.-dije al quedar frente a él, Uta se había marchado a su habitación. Tenía al pequeño en brazos y sonreía, no quería dañarlo ni preocuparlo, si bien debía saberlo.

-¿Qué sucede? Atsushi suelta del cuello a mi hermano.-lo solté pero empujándolo al suelo.

-Esto sucede.-mostré todo lo que llevaba, todo, y él no fue capaz de decir nada.

-Seth.-los ojos de mi pareja se llenaron de lágrimas.-Me…me dijiste que habías dejado los porros.-dejé todo aquello en el suelo y tomé al pequeño entre mis brazos. Sentí que él caía, que caería con la criatura en sus brazos.

-Es falso, lo colocó él para que pareciera que era así.-mal mentiroso, sin duda.

-Sabes que no es así, puedes ver el brazo lo tiene lleno de huellas de las agujas.-fui hacia la salida de la habitación.-Habla con él, yo estaré con el bebé.

Me llevé al niño conmigo a nuestro dormitorio. Cuando lo tuve recostado a mi lado vi el libro y me acordé de aquel holocausto. Mi padre siempre me había golpeado desde que podía recordarlo, hacía unos meses que me enviaron una carta para su funeral y como que todo pasaba a las manos de mi hermano y mías. Poco antes de que Hero partiera, pero lejos de afectarme lo tiré a la basura. Entonces fue cuando me animé a forjar una familia con él y mi hermano ya no estaba. Me hubiera gustado haber ido a su funeral por el simple hecho de inclinarme en el ataúd y escupir a su decrépito cadáver todos mis sentimientos.

El pequeño movía sus brazos mientras bebía su pequeño biberón, él no conocería los brazos de un demonio y esperaría que sus alas de ángel inocente no se fueran jamás. Esa mirada inquieta me tranquilizaba, pero en parte temía. No quería que viviera en un hogar frío y estricto como lo han hecho mis otros hijos, alejado de mí como lo hizo Miho o que eligiera las drogas como compañía como hizo Seth. Un instinto protector me atrapó y me hizo besarlo en la frente con un dolor intenso en mi alma. Hizaki no quería saber de mí, el pequeño no sabía que sucedía y aquel tipo entrando y saliendo de lo que fue mi hogar. No me dolía porque se viera con mi mujer, sino porque compartiera mantel con lo único que me enorgullecía de mis veinte años atados a Clarissa.

-Atsushi.-era Uta, estaba mirándome desde la puerta de mi habitación. Yo sólo llevaba los boxer y me tapé solo por simple pudor. Él llevaba una Yukata que reconocí, se la envié hacía unos años sin que mi mujer lo supiera. Solía tener contacto con ellos a pesar de que ella no lo deseaba.

-Dime.-dije regresando mi mirada al pequeño que terminaba de engullir y me hacía sonreír como años atrás.

-¿Puedo hablar a solas contigo un momento?-cerró la puerta antes de que aceptara o no.-Verás no he sido del todo sincero.-susurró bajando la mirada cuando deseé cruzarla con la mía.

-¿No lo has sido? ¿Por lo de Miho?-pregunté y él negó con sus mejillas ardiendo.

-Quiero regresar a tu lado.-aquello me lo esperaba, puedo decir a mi favor que notaba en su mirada que aún me miraba como cuando éramos a penas adolescentes.

-Estoy con Phoenix, amo a Phoenix.-le dije siendo sincero, dejándolo todo bastante fácil de comprender.

-Pero me juraste al poco de irte que sucediera lo que sucediera yo sería siempre tu primer amor, que me buscarías cuando todo se solucionara y que viviríamos juntos formando un lugar para ser felices.-su voz salía a duras penas de su garganta.-Sé que no puede ser, pero cuando vine lo hice con la esperanzas de que no fueras del todo feliz y me tomaras entre tus manos desatando la lujuria que sé que vive en ti. Quería ser arrojado al colchón entre tus brazos y… al fin volver a estar a tu lado.-sus mejillas se llenaron de lágrimas.-Podría hacerlo a la fuerza, pero él te ama y tú le amas… lo que yo desee no vale nada.-no me dejaba hablar, él se decía todo sin yo tener que mover mis labios y poco antes de que reaccionara se marchó.

Suspiré profundo y tomé al bebé para que echara los gases, pronto se quedó dormido y el que entró en la habitación llorando esta vez fue Phoenix.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt