Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 23 de abril de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XV)




No pasaron demasiados días desde esa fecha, cuando Miho me mandó un sms. Pensé inmediatamente en Uta, él le habría dado mi móvil y seguramente hablaron. El contenido de aquella nota electrónica, de esas palabras grabadas todavía en mi memoria y en mi móvil, hicieron que me sintiera completo por un instante. En realidad estuvo dividido en dos, ya que el contenido era denso y me hizo sonreír al ver que no escribía con faltas, sino con una ortografía bastante legible a pesar que era un mensaje de móvil.

Hola:

El motivo de mi mensaje es para ver si tenia tiempo de reunirnos y pasar una tarde juntos. ¿Podría mañana como a eso de las 3 de la tarde? Sirve que le pido disculpas por mi mal comportamiento y para darle su regalo de cumpleaños.

El lugar de la cita es en La Cafetería "Cafe au Lait"
Espero que pueda ir.

Miho.

PD: ¿Podria traer a Jun y alguna(s) fotografia(s) de... Mi abuela?
Me gustaría mucho conocerlos.

Cuando vi su mensaje corrí de un lado a otro de la casa buscando a Phoenix y después lo abracé tomándolo en peso. El pobre no sabía qué sucedía, parecía un loco con aquella sonrisa en mis labios para luego mostrarle el mensaje y leerlo en voz alta. Eso había sido cosa de aquellos dos, estaba seguro.

-¿Qué me pongo?-lo zarandeé.-¿Qué? no quiero parecer un viejo amargado frente a mi hija.-me revolví los cabellos y entonces vino a mi mente alguna de las ropas que me compró él. Besé su frente sin dejarle hablar y luego sus labios para ir hacia mi armario, que era más bien una inmensa habitación y tomar unos jeans ajustados y algo rasgados de color negro, una camisa del mismo color y un abrigo forrado como en pelos de algún animal pero era sintético y se notaba. ¿Por qué? antes me pegaba un tiro que ponerme un animal, salvo el cuero pues opinaba que ya que se mataba a la vaca se podía usar la piel.

Jun estaba sentado en la cama cuando salí, donde lo dejé para ir a hablar con Phoenix y aplaudía tomando en sus manos mi agenda.

-Dame eso, es de papá.-rió alzando sus brazos hacia mí.-Tú también vas a venir al paseo de mañana... veamos que te vamos a poner.-lo tomé en brazos y lo llevé a su dormitorio abriendo su gran ropero que estaba oculto tras la pintura que había hecho.-¿Qué tal si vas como papá? unos vaqueros, una camiseta y este abrigo con esta gorra con orejas de neko.-acarició las puntas de la gorra y volvió a reír.

Al día siguiente estaba nervioso, me afeité y arreglé a Jun para salir de casa pronto. Lo subí al coche en la silla de bebés y le puse bien el seguro, para luego guardar la bolsa canguro en el asiento del copiloto. Lo llevaría colgado a mí, así si luego teníamos que caminar no tendríamos problemas con la silla. Conduje lento, demasiado lento, porque tenía miedo de tener un accidente con el pequeño detrás y al llegar me senté en una de las mesas pidiendo un café y una tarta de café y chocolate. Jun dormía en mis brazos y al final lo del canguro lo dejé en el vehículo, que estaba estacionado en un parking subterráneo cerca de la cafetería.

Sonreía acariciando el rostro del pequeño y besaba su frente como si fuera un primerizo. Con aquella gorra con orejas le hacía ver más dulce de lo que era ya en realidad. Al final le puse ropa de lana en vez de la camiseta y el abrigo... pero sí los vaqueros.

En el mismo instante que me acomodaba mejor en la silla noté que llovía, pero no era una llovizna fina sino un gran chaparrón. Los cristales se tiñeron de vaho y las calles comenzaron a parecer pequeños ríos. Entonces medité que tendría que pedir que hubiera un plan de obras para mejorar el alcantarillado en la zona, se inundaba con felicidad y eso podía ser peligroso para el tráfico, los inmuebles y negocios. Recordé que Miho no tenía vehículo propio de ningún tipo y que quizás usaba la línea de autobuses, me comencé a preocupar porque no llegaba y también por no confirmar la cita. Mandé un mensaje rápido esperando contestación:

"¿Te estás mojando?, espero que no. Acchan"

Mecía al pequeño en mis brazos y sonreí al ver como despertaba. Esos enormes ojos cafés, sus pestañas tan perfectas al igual que sus cejas, sin duda tenía la mirada de los Sakurai. Sus dedos se aferraban a mi pañuelo palestino de color negro, lo había comprado días atrás.

-Hola neko.-estiró sus manos quizás intentando acariciar mi rostro, a veces apoyaba sus manos en mis mejillas y echaba a reír sin motivo aparente. Podía decirse que era un niño feliz, un niño sano y con unos padres que se merecían darle el amor que este les regalaba.

Observé como llegaba mi pedido y a la vez ella.

- Disculpe.-dijo una de las camareras que se quedó fija mirándola, quizás dudando su sexo por un instante.-Señorita ¿quiere que le preste una toalla para secarse?

Ese carácter, mi carácter, se hizo latente por como la fulminó al dudar de su sexo. Yo tampoco entendía bien porqué la había confundido, era demasiado hermosa como para aparentar ser un hombre, o al menos de ese modo lo veía.

- Ah... Sí... ¿Podría mandármela a aquella mesa?-señaló mi mesa y yo saludé desde lejos sonriendo.

No escuché toda la conversación porque la cafetera comenzó a sonar, también el rastreo de sillas de la mesa contigua y el taconeo insistente de una de las camareras, hizo que perdiera parte de la conversación, pero no de las vistas. Amaba ver como se movía.

- La.-se quedó tartamudeando un instante.-Lamento llegar así.-estaba nerviosa, como un pequeño flan, y eso me hizo ver un lado muy parecido al de Megumi el día que nos conocimos. Fue una cara distinta la que mostró a la de días atrás.

Me fijé bien en sus ropas, en la expresión de su rostro, y mis ojos tenían un aspecto extraño en la mirada. Estaba preocupado porque se resfriara y a la vez ilusionado por volver a verla. Entonces le entregaron la toalla y ella sonrió de forma afable.

-Siéntate.-comenté con una sonrisa y noté como Jun agarraba mi mano tirando de mis dedos, luego agarró el colgante y me hizo inclinarme.-No.-sonreí.-Deja eso Jun.-guardé el colgante, la cruz que me había regalado Uta.-Lamento que haga tan mal día...-frente a mí estaba la tarta, un gran trozo y el café.-Traje las fotos de mi madre.-llevaba una bandolera con pañales, un biberón y por supuesto un álbum que yo mismo había decorado.

-Ahora entiendo porque todo mundo le quiere.-dijo señalando al bebé.- Es lindo.-susurró sacando de una bolsa un pequeño papel de regalo decorado con personajes Disney.-Megumi me pidió que se lo diera.-dijo mientras ponía el regalo en la mesa y se quitaba la cazadora. Tomó de nuevo la toalla y se secó levemente la cabeza, tenía esa gracia en los movimientos que mi madre solía tener. Aún la recordaba sentada en el tocador arreglándose los cabellos mientras yo la miraba desde la puerta. Podía sentir el aroma de los polvos que se ponía en el rostro y el aroma a violetas de su colonia.

La observaba minuciosamente y el bebé también, pero él comenzó a estirar los brazos hacia ella. Seguramente la tentación le había vencido, aún más que a mí.

-Deja a tu hermana que se seque.-susurré besando su mejilla y tomé la bolsa.-Mira, todos te compran regalos.-puso sus manos sobre el papel, los colores le llamaban la atención desde bien pequeño.-Tiene seis meses, pero aparenta ocho, es enorme ¿verdad?-al abrir vi una boina de color negro con una mancha de pata de gato junto a una camiseta a juego pero blanca con la pata en negro.-Digamos que tu madre sabe mis gustos y los de Jun.-rió agarrando la gorra.-No, espera... mañana te pondrá papá esto.-guardé el regalo en la bandolera y saqué que el álbum dejándolo frente a ella para empezar a tomar un sorbo de café.

- Ah sí.-murmuró dejando la toalla en una silla contigua a las nuestras.-Eso me ha dicho, que conoce muy bien tus gustos... Por algo se hizo tu amiga ¿no?.-dijo sentándose bien en el asiento observando el pequeño libro fotográfico.-¿Puedo?.-preguntó moviendo sus dedos sobre la portada del álbum, aún estaba algo empapada pero leve comparado por como entró minutos atrás.

-Sí, pero ten cuidado porque algunas fotos están con poco pegamento... me quedé sin él por decorar todo.-lo había hecho con recortables de revistas, imágenes de gatos, flores que a ella le gustaban y también escribí poemas alrededor... un pequeño tesoro que tenía como diez años... cuando conseguí encontrar todas las fotografías de mi madre, mías y de mi hermano.-También sale tu tío Hero.-

- Vaya.-sonrió al abrirlo y ver la primera fotografía, estaba embarazada de mí y acariciaba su vientre sonriendo. No sabía quizás el calvario que iba a pasar.-Es.-quizás no encontraba calificativos a la imagen o a la belleza de su abuela, eran prácticamente idénticas.-hermosa.-empezó a ojear las demás páginas con lentitud, fijándose en cada detalle como yo solía hacer cuando algo me interesaba.-¿Entonces me puso Megumi su nombre por...?

-Sí, por ella.-comenté y Jun comenzó a protestar, porque estiraba los brazos hacia Miho y nadie lo atendía.-No.-dije serio sentándolo en mis piernas y hundió sus dedos en el pastel llevándoselo a los labios.-Eso es de papá Jun.-reí al ver como saboreaba el cacao y volvía hacer la misma operación, si bien no sabía si eso era bueno al ser tan pequeño y por ello lo retiré.-Demasiada azúcar para un bebé.-hizo un puchero y bufé.-Justo eso tenías que aprender de papi.-hice referencia a Phoenix.-¿Qué voy a hacer con vosotros dos?-echó a reír y me agarró de nuevo el colgante.-Sobre si era hermosa, lo era, justo igual de hermosa que tú.-

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt