Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 23 de abril de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXV)


-Temo por su vida, eso es todo.-los ojos de Phoenix quedaron quietos clavados en mí.

-¿Qué quieres decir?-

-¿No es obvio? Temo que se intente suicidar y esta vez lo consiga.-declaré aquello con total frialdad, con una seriedad que hacía mucho que no usaba.

En ese instante llegó Jasmine e hizo que las palabras con las que me iba a responder, murieran, y el silencio se hiciera latente.

-Me quiero ir a casa, estoy agotado, tengo un terrible dolor de cabeza y Kamijo sabe hacerme masajes tentadores. Necesito una ducha, un masaje y unos bombones. Por favor.-aquello parecía el ruego de un niño pequeño.-Aunque me conformo con un bombón como tú.-susurró pestañeando y Phoenix le miró como si estuviera fusilándolo en cada milésima de segundo.-Chulazo.-dijo pasando delante de nosotros mientras la perra la seguía.

-¡Jasmine!-gritó molesto, si bien yo simplemente reía a carcajadas.

-Así me llaman.-murmuró girándose con una sonrisa encantadora y le tiró un beso.-Vamos chato, no te encabrites que arrugas la nariz y te pones feo. Seguro que eso debe ser mortal para el cutis.-golpeó levemente su mentón con dos de sus dedos y luego alzó el brazo con un saludo militar.-Aunque cumpliré sus órdenes de celoso en potencia, no diré que su prometido está demasiado apetitoso y hace pecar con el pensamiento.-bajo el brazo y me guiñó.-Otra cosa es que lo crea.-echó a correr y Phoenix fue detrás, cayendo ambos y rodando por el suelo.

Cuando pararon de pelearse como niños pequeños, de reír a carcajadas, Jasmine echó cuenta a su ropa, su peinado y sus deportes.

-¡Mi ropa! ¡Iba a salir con Kami!-comenzó a llorar.

-Es bueno para el cutis.-murmuró Phoenix tomando carrerilla para estamparle una bola de barro en la cara.

-¡Parad!-grité y me miraron, se miraron, miraron a la perra con la cabeza ladeada y la lengua fuera, para acabar riendo a carcajadas.

-Vayamos ya a casa, ahora sí que tengo que ir para maquillarme y poder estar presentable para mi amorcito.-era algo amanerado, creo que por ello me hacía reír. Su forma de ser era más libre, parecía poder hacer lo que deseara aún así fuera hacer girar al sol alrededor del planeta.

-Sí, yo me agoté.-murmuró colgándose de mi brazo mientras Jasmine dirigía a la perra hacia la parte trasera del vehículo, tras abrirlo con la llave a distancia.

Llegamos a casa de Jasmine tras pasada una hora, al llegar Kamijo lo observó desde lejos y echó a correr cuando este intentó abrazarlo cubierto de barro. Terminaron manchados y besándose de forma frenética en el portal de su bloque de pisos. Era una zona residencial del centro. Una casa victoriana de cinco plantas reformadas, ellos tenían el ático con unas vistas espléndidas. En otros tiempos fue una gran boutique, por allá en el siglo dieciocho. Una tienda donde había una pequeña franquicia de perfumes y una floristería, ambos negocios interconectados de manera muy estrecha ya que con los pétalos de las flores se generaba el perfume. Ahora es un hermoso edificio, un encantador lugar para encerrarse y olvidar. Poseer una casa como aquella, una con todas sus plantas, era caro y yo lo sabía bien.

-Jamás me llevaste a tu antiguo hogar.-así era, nunca lo llevé, pero no era lo que decía mi antigua esposa que incluso se aventuró a decir que habíamos dormido en la cama matrimonial.

-Tú lo has dicho, es pasado.-murmuré retomando la marcha hacia nuestro hogar, volveríamos a cruzar por parte de la ciudad donde ya habíamos pasado, pero no importaba. Teníamos que dejar a nuestro amigo en brazos de su amante, era nuestro deber.

-Me hubiera gustado conocerla, poder pasear por tu despacho y ser tuyo mucho antes.-su rostro se mostraba angustiado, quizás lleno de dudas.

-Se aproxima la boda, es normal que te pienses que todo debió de ser más sencillo.-sonreí de forma leve y él me miró.

-Si en aquel funeral de mi padre me hubiera aproximado, hubiéramos entablado conversación, quizás hoy ya estaríamos casados.-

-Pero ese no era nuestro destino.-interrumpí y seguí mirando la carretera, no quitaba ojo de ella.-María quizás está colapsada con los pequeños, me siento culpable por dejarla con ellos sola.-

-Es buena madre.-respondió.

-No sabía que lo fuera.-coloqué mejor el cinturón, comenzaba a estar molesto por llevar aquello bien apretado a mí.

-No quiso decirlo en la entrevista por miedo a no ser seleccionada, pero tomó confianza conmigo porque estoy todo el día en casa. Hablamos durante horas a veces, ayudo en ciertas tareas y terminamos contándonos nuestros problemas. Es buena mujer, sin duda hiciste una gran elección a escogerla a ella. Decías que su mirada era nítida, que se podía leer en ella, y tenías razón.-sonrió de forma leve.-Sabes juzgar a las personas.

-No es juzgar, simplemente pensé que no ocultaba nada pues hablaba de forma franca y tenía una mirada llena de un aura especial.-asintió y se recostó en el asiento.

No dije mucho más, pero cuando reanudé la conversación él estaba dormido. Sus labios estaba entrecerrados, sus cabellos sobre su frente de forma revuelta y sus brazos cruzados. Parecía un niño agotado tras un día de excursión, por ello no dejaba que saliera. Temía que se agotara y terminara herido.

Nada más entrar en el garaje lo llevé en brazos hacia la habitación, lo desnudé como pude y lo limpié con una toalla empapada en agua tibia junto a toallitas perfumadas. María se marchó rápido, su bebé también estaba agotado de jugar con el nuestro. Jun dormía tras tomar su biberón y yo terminé abrazado a mi futuro esposo. Lo había vestido, arropado y yo seguía con la misma ropa sobre la cama.

Al despertar no estaba, olía a tostadas y huevos revueltos. Me levanté del colchón y vi un plato con el desayuno junto a una nota. Sonreí y atrapé el papel.

“Te hice el desayuno hoy, recuerdas el trato…un día tú y otro día yo. Disfrútalo, dúchate bien y ven a mi despacho.”

El pequeño estaba en la cuna de nuestra habitación, reía agitando su sonajero y yo sonreí levantándome para observarlo.

-Me han dicho que te gustó estar con Alberto.-comenté alzándolo.-Ya te vistió y todo.-besé su frente y volví a dejarlo en la cuna para comenzar a comer el desayuno.-Cuando seas mayor espero que tengas suerte, como yo, y que puedas cuidar a tu pareja y a la vez que te cuiden a ti.-se sentó en la cuna mirándome con aquellos enormes ojos, dejó la sonaja y agarró el peluche de Uta.-Sí, tienes que tener mi suerte no la de otros.-cuando dije la de otros fue pensando en mi antiguo amante, aún seguía con los juegos de mandarme mensajes al móvil.

-Uta.-aquello me sorprendió y abrí los ojos palideciendo, si Phoenix lo escuchaba decir su nombre terminaría descuartizado.

-Repite.-quería saber si era una alucinación o no. Quizás tanto pensar en él mi mente se burlaba de mí descaradamente, eso y el cansancio de días agotadores en el ayuntamiento además de los pactos para poder seguir gobernando entre los tres partidos.

-Apa.-murmuró y echó a reír dando pequeños botes en la cuna.

-No, lo otro.-me aproximé a la cuna y me apoyé en el barandal.

-Iho.-aquello se parecía mucho a Miho, pero eran balbuceos y dejé de prestarle atención.-Uta.-rió a carcajadas y alzó sus manos mostrándome el peluche.

-Me cago en mi estampa mil veces.-dije echando mis cabellos hacia atrás.

-Pa.-ese iba a ser mi quebradero de cabeza, mucho antes de su salida de dientes o que comenzara a correr por el salón intentando agarrar al gato.

Al girarme algo preocupado por lo que diría mi pareja vi precisamente a la bola de pelo. Una bola de pelo encantadora, atigrada, pero que estaba inclinado sobre mi plato. No pude creer lo que veía.

-¡Chesire!-grité al verlo comerse mi desayuno, mío y no de él. El maldito no se tomaba las carísimas latas para cachorros, no, tenía que ser mis huevos revueltos.

Él únicamente me miró complacido, parecía sonreír, y moviendo su rabo dio unas cuantas topadas sobre mi pierna. Ronroneaba con la panza llena el muy desgraciado y mi hijo reía a carcajadas.

-Esto es peor que un manicomio.-murmuré intentando no llorar, me había dejado sin el desayuno que con tanto cariño me habían preparado.-No, deja de acariciarme. Eres un gato diabólico. Cruel, insensible y para colmo pareces gozarlo.-lo tomé entre mis manos y él movió sus patas con las uñas guardadas.-Tienes que comer tu comida.-maulló y bostezó con sus enormes ojos verdáceos entrecerrados.-Y yo que era feliz con un gato.-se chupó su pata y mientras lo hacía quedó dormido.-Pero comes lo que no debes, te duermes en posiciones raras y.-hice un inciso sin saber bien por qué, terminé sonriendo y besando su nariz sobre sus diminutos bigotes.-Y me robas el corazón como si nada.-lo acosté en mi cama y se hizo un ovillo.

Me desnudé atento a mi hijo, cuando fuera mayor no podría hacerlo porque comenzaría a preguntar porqué su madre y su padre desnudos tenían lo mismo. Seguramente porqué le hago daño a Phoenix cuando lo hacemos o porqué no podemos darle otro hermano, preguntas que hizo una vez en su día Hizaki, salvo lo de un matrimonio con el mismo sexo. Rememoré una pregunta de mi primogénito varón con cinco años. Pregunta que en su día me dejó en shock: “¿papá por qué no hay niños con dos mamás o dos papás? ¿Para qué sirve tener un papá y una mamá? Vi a un niño con dos papás y era feliz”

En esos años no di importancia a la coletilla de esa batería de preguntas, pero ahora sí. Él nunca fue feliz cuando yo estaba con su madre, quizás porque él supo desde niño que le atraían también los hombres tanto como las mujeres. Me sentí culpable, además de no saber escucharlo a pesar de siempre decir que lo hacía. Le mandé un sms diciéndole que debía de contarle algo importante, que debíamos de quedar para explicarle la situación en la que vivía. Muy a mi pesar ya conocía algo por su madre, ella no se quedaba quieta y era un quebradero de cabeza para mí como para la prensa. Una arpía con la lengua afilada, pero debía de entenderla pues era una mujer despechada y engañada durante años.

-Apa.-murmuró mi hijo recostándose en la cuna, para ponerse su pipo mientras jugueteaba con sus cabellos azabaches.

-Papá va a ducharse.-susurré colocándome una yukata que usaba como bata.-Vengo ahora.-murmuré aproximándome a él de nuevo, acariciando su rostro, para luego girarme e ir a la ducha.

1 comentario:

maria laura dijo...

Aiiii dios, me costo un mo0nton encontrar el link apra dejar un comentario...
me encanta este blog aunque sinceramente aun no lo he leido del todo, pero conicido en algo con vos me encantan las cronicas vampiricas de Anne Rice. y el blog en si esta re bien hecho...

Por ahora esto.. pero seguire leyendo enn este espacio ya q me parece muy interesante

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt