Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 2 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXVII)




Este video lo encontré justamente cuando hacía el capítulo, buscaba Sex Bomb y encontré el video, va perfecto.



-Por cierto, llegó ayer un fax de mi amigo el Juez... tu hermana acaba de perder todo lo que os robó. Como he podido lo he hecho de forma sin que ninguno lo supiera. Ahora tú administras el dinero de tu hermano y el tuyo propio, ella incluso deberá indemnizaros... No me des las gracias, porque cobraré alto el precio con especias.-su rostro se ensombreció, quizás no sabía como reaccionar ante aquello pues al fin y al cabo eran hermanos.

-¿Especias?-interrogó saliendo de sus pensamientos.-¿De qué hablas?

Mi rostro quedó serio y alcé una ceja. No podía engañarme con ese maldito truco de niño inocente. A veces me asustaba por como actuaba en la cama, esa soltura me hacía llenarme de celos tras el sexo y no era capaz de sentirme seguro con él. Cualquiera podía venir y enamorarlo, hacerle olvidar todo lo que yo le ofrecía. Me di cuenta que también quería contraer matrimonio por ello, por simples celos.

-Carne.-comenté.-Soy un hombre y me gusta la carne... los platos ligeros no me aportan nada.-me levanté y me quedé frente a él apoyando una de mis manos en la mesa.-sexo-deletré aproximándome a sus labios para besarlo. Cuando mi boca atrapó la suya casi me ahogo, era demasiado impulsivo y no tenía remedio. Nos separamos y quedaron nuestras miradas fijas en la del otro.

-Yo también te amo viejo verde-se levantó y terminó colgado de mi cuello.-No le pasara nada a mi hermana, ¿cierto?-cuestionó algo preocupado.

-Se quedará sin un céntimo, tendrá que trabajar y aprender lo que cuesta llegar a fin de mes. Pero no va a ir a prisión, llegué a ese acuerdo.-sabía que no quería que le pasara nada, eran familia al fin y al cabo.-¿Qué te parece? tendrá dinero para sus estudios en cuanto salga de sus adicciones.

Bueno, lo sé.-susurró confuso palpándose los labios, a veces tenía ese gesto inocente que me desconcertaba. Hacía que pensara que era un niño y que yo podía lastimarlo con el mero hecho de desearlo.-Pero igual ella es mi hermana y no quiero que…-antes de que terminara la frase sonó el timbre.-Debe ser Jasmine, quedó en que me traería el traje que compre.-dijo con una sonrisa, bajando de mi cuello y se giró hacia la puerta.-Me quedaba algo ancho, pero en el mismo lugar me lo arreglaron.-dijo mientras salía hacia el recibidor. El timbre volvió a sonar y su voz surgió cantarina con un “ya voy”.

Me marché, no quería verlo vestido de "novio" o de "novia" no sabía bien como verlo. Me fui a descansar tumbándome en la cama, toda para mí, y eso me hizo caer en un sueño pesado. Se estaba demasiado bien entre las sábanas. Me quedé tan dormido que no noté que había entrado en el cuarto, abrazaba una de las almohadas y murmuraba su nombre. Estaba cegado por él, aunque Uta me atrajera hacia sus encantos. Quería vivir a su lado, para siempre, si bien nunca fui hombre de ser fiel y me estaba costando serlo con él.

Dormí un par de horas y al despertarme fui de nuevo a buscarlo, esta vez al menos llevé algo de comer para ambos. Hice un sanwich esperando que comiera, porque lo veía demasiado delgado y era cierto que me gustaban con más forma. Intenté que estuviera el pan crujiente, el queso bien fundido y que el jamón que ahumee estuviera en su punto. Fui directo a su despacho, se encontraba fabricando las tarjetas de invitación para la boda. Demasiado trabajo en el cual yo no colaboraba, a él le gustaba mantenerse activo y ese era su pasatiempo más prospero desde que perdió el trabajo.

-Aquí tienes.-dejé una bandeja pequeña con el bocadillo y la cocacola. Estaba en ella también el mío, con un poco más de queso y ketchup. Hacía demasiado tiempo que no tomaba una merienda sólida, algo más que un café o unas simples e insípidas galletas. Me senté frente a él con el cuerpo relajado mientras lo observaba con una sonrisa afable.

-Me asustaste-susurró tras dar un leve bote en la silla giratoria. Apagó entonces la pantalla, se estiró y tomó entre sus delicadas manos aquello que le había preparado.-Terminaba las invitaciones, ya sólo falta cortarlas con guillotinas y meterlas en los sobres.-abrió la lata y dio un sorbo.-¿Puedo saber a que se debe el placer de que me dejes de nuevo tomar refrescos gaseosos?-al lazarse del asiento mientras mordisqueaba el bocadillo deseé paralizar el tiempo, hacer que no avanzara ni retrocediera. Quería mantenerlo en esa posición sonriendo para mí, como si fuera una estatua. Sin embargo, siguió su movimiento y se sentó en mis rodillas.

-Te dejo tomar, pero no en cantidades industriales.-no quería que tomara demasiados refrescos, no eran buenos para el estómago y mucho menos con las medicaciones al contener demasiada cafeína y hacer un doble efecto.-Uno o dos a la semana está bien, además el tuyo es de zumo en un nivel alto, te estoy dando vitaminas aunque no lo creas.

-Como digas.-dijo poniendo los ojos en blanco y me besó suave en los labios.-Aún tienes.-susurrando mirando el reloj y alzó la vista con esa maldita sonrisa que no se iba, desde que el compromiso era firme no dejaba de mostrarse feliz bajo cualquier circunstancia-Tienes quince minutos para arreglarte. Te recuerdo que vienen a casa las chicas de la pastelería.-colocó bien mis cabellos con la mano que tenía libre y dio un mordisco al sandwich-Cuando vino Jasmine hablé con él, me dijo que mañana vendría para que termináramos las invitaciones.-tomó una de las que había en la mesa, un modelo.-Como ves está todo rodado como ves, francamente no sé que es lo supuestamente estresante de planear una boda.-yo sí entendía que era el estrés, el estrés era no quererse casar. Se levantó y se sentó frente al ordenador.-Te quiero mostrar algo.-entró en su blog y me mostró la entrada con su enorme anillo.-Mira la cantidad de comentarios son casi mil quinientos y la subí ayer.-

-Phoenix.-dije algo molesto.-No debes de hacer eso, tenemos que vigilar la seguridad y estoy pensando en volver a tener un guardaespaldas, otro también para ti y para el bebé.-no me conformaba con la alta seguridad de mi alarma, tampoco con que en mi boda iba a contratar a varios hombres para que vigilaran cada milímetro de mi casa.-Seguro que son todos insultantes.

-No.-se enfuruñó cruzándose de brazos.-De hecho ya leí la mayoría y son favorables-me miró encarándome y sonrió algo dudoso. Ni él mismo se creía que fueran buenos en realidad, la falsedad e hipocresía eran hábitos fundamentales en la ciudad.-¿Por qué reaccionas así? yo no quiero ningún guardaespaldas.-no entendía que si querían dañarme irían a él antes que a mí.-Tú si quieres contrata uno, pero para ti.-sus ojos se mostraron cautelosos y su rostro se ensombreció.-Aún me da miedo lo del tipo aquel.-se mordió el labio inferior y sus ojos tenían un brillo de preocupación que odiaba, odiaba que se preocupara porque no era lo mejor para su salud.-¿Seguro que no lo has vuelto a ver?-preguntó receloso, sabía que si lo había vuelto a ver no se lo diría.

-Es para cuando vayas de compras, tómalo como ayudante personal.-dije mirándolo fijamente.-Si quiere hacerme daño no lo hará con mi vida, al menos eso creo, sino con alguien amado y tú estás en su punto de mira. Ya hablé con varios guardaespaldas y dicen que adaptarían bien su horario al nuestro.

-Atsushi nada malo va a pasarme.-intentó que con sus encantos retrocediera, sin embargo era una decisión tomada.-Nada opacará nuestra felicidad.-volvió a besarme como último intento de desviar la atención hacia el desastre que había hecho en el blog, tampoco iba a evitar el resto de decisiones.-¿Tengo a la buena de Astaroth lo olvidas?- rozó su nariz con la mía a modo esquimal y yo seguía con el rostro petrificado.-Además, nunca salgo solo.-ese si fue su último cartucho.-Lo sabes, siempre que salgo de casa es con alguien, tú eres el que me preocupa.

-De todas formas lo voy a hacer.-dije serio acariciando su rostro.-Lo siento, pero es necesario al menos de momento.-besé sus labios suavemente intentando que comprendiera

-¡Qué terco eres!-resopló dejando los ojos en blanco.-Está bien, lo acepto. Pero debe ser atractivo, como mínimo metro ochenta y unos ojos azules de ensueño.-claro, por supuesto. El suyo sería el más feo de la ciudad. Tenía celos y mis celos iban más allá de mis precauciones.

-Voy a vestirme, no lo haré de forma formal porque no me apetece.-últimamente veía una corbata y comenzaba a producirse en mi cuello urticaria.-¿Unos jeans estará bien?

-Ve.-dijo echándome mientras movía las manos.-Anda ve, no quiero que te vean prácticamente desnudo. ¿Qué pensarían de ti? Además, estás hecho para mis ojos y no para el de dos arpías azucaradas.-

Reí ante su comentario mientras salía de la habitación dispuesto a vestirme, simplemente para adecentar mi aspecto ante dos damas. Al llegar al armario tomé unos jeans desgastados con cortes, de firma claro está, y una camiseta simple negra con letras rojas "Sex Bomb"

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt