Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXXII)


Esta imagen de Atsushi Sakurai, este scan, lo tomé de Tigrepal en el LJ que posee. Tiene muchas cosas de él, cientos, y no sólo de él sino de todo el grupo y de otros tantos más. GRACIAS por regalarnos la vista y también con las entrevistas que subes.



-Ven amor.-dijo abrazándome por la espalda.-Te haré un masaje. Pero sin ánimos de sexo ni nada.-comenzó a reir despreocupado y yo sonreí dándole la mano. No quería verlo llorar, sino de esa forma.

Nos movimos de forma rápida hasta las escaleras y subimos. Yo aún sentía un dolor extraño en el pecho, sin embargo dejó de ser intenso. Tenía que relajarme, tenía que aceptar que podía ocurrir algo en mi vida, algún sobresalto, y que mientras estuviera vivo tendría que luchar, no había otro remedio. Entramos en la habitación y él quedó frente a mí sonriendo levemente, era esa sonrisa dulce la que me había conquistado hacía tanto tiempo y que por ella haría cualquier cosa.

-Acuéstate en la cama sin camisa, estás estresado amor.-susurró.-Deja a mis manos mimarte.

-No es eso.-no quería decirle que fui al medico y me dijeron que o me relajaba o me daría un infarto.-El bebé no debería estar solo.-murmuré.-Tráelo.-insistí con la mirada, podía estar con nosotros en la cama mientras él me masajeaba. Odiaba tener enfermedades que normalmente eran achaques de anciano. Yo me consideraba joven aún.

Al regresar dejó al pequeño en la cama rodeado de almohadas y en compañía del conejo. Sonreí al verlo y él me devolvió su sonrisa infantil. No quería que le pasara nada, sería aún más sobreprotector con él que con mis otros hijos. Phoenix cuando se aseguró de que no le pasaría nada tomó un bote que tenía en la mesilla, en uno de los cajones, y comenzó a darme el dichoso masaje encaramado a mi espalda. El niño empezó a aplaudir y eché a reír.

-Creo que le gusta el espectáculo.-dije notando como me agarraba del pelo.-Ni se te ocurra tirar.-le agarré de la muñeca de forma leve, tan sólo para hacerle aviso de que lo noté y retiró su mano para agarrar mis dedos.-Eso sí, los dedos vale... el pelo no.

-Es tan listo, siempre nos esta viendo, ve todo, y a veces me parece que puedo ver en sus ojos que esta aprendiendo algo nuevo.-murmuró Phoenix mientras seguía con el masaje por los hombros, para luego terminar en la zona lumbar.-Tienes nudos.-susurró inclinándose para decirlo directamente en mis oídos.

-Lo sé.-sonreí notando los diminutos dedos sobre mis anillos.-Es despierto, pero pronto empezará con los dientes y no dormiremos.-suspiré notando a mi amante y sus dedos acariciar mi espalda.-Así.-dije cerrando los ojos para dejarme masajear mejor.

De eso si no sé.-respondió.-La única vez que tuve un bebe, era mas o menos de su edad, no llegue a verle cuando empezaron a crecerle los dientes porque rompí con su padre.-aquello no lo sabía, siempre conocía un poco mejor a Phoenix y sopesaba que jamás lo haría del todo.-Y pues al fin y al cabo era su hijo y sólo éramos novios, eso hace unos años apenas.-no dejaba de masajearme, pero yo me tensé algo más con ese particular dato.-¿Sabes? me encantan tus nalgas.-tras ello las apretó y rió bajo.-duritas y redonditas

En ese instante el pequeño se escapó de las almohadas trepando y fue directo a subirse en mi espalda tocando donde Phoenix.

-Tú, bicho, bájate.-cuando dije aquello echó a reír como desquiciado golpeándome en el culo.-No hagas eso a papá.-se quedó quieto y me dio un fuerte manotazo en todo el trasero.-¡Jun!-dije molesto y se bajo riendo en la cama.-Cuidado con lo que dices o le enseñas.-comenté atrayéndolo hacia mí.-Tienes casi siete meses ¿qué vas a dejar para los dos años?

-Salió pervertido.-murmuró entre carcajadas mientras lo tomaba en brazos para dejarlo en la cuna de nuestra habitación.-Deja que cuide de papa-susurró besando su frente, para luego girarse hacia mí.-Atsushi.-pronunció mi nombre al recostarse a mi lado, para acariciar mi rostro apartando algunos cabellos de mi flequillo.-Te amo, más que a nadie.-Lo agarré entonces por la cintura acomodándolo bien sobre mi torso.

-El niño imita, sólo eso.-miraba desde las rejas de su cuna.-Hay cosa que no deberíamos hacer frente a él, porque puede imitarlas con otros niños en la guardería cuando lo llevemos.

¿Te imaginas? ¡Dios!-decía entre carcajadas, no podía parar de reir ni un segundo mientras negaba con la cabeza. Sus cabellos rubios se movían como pequeñas hojas mecidas por el viento, sus ojos estaban cerrados y sus labios entreabiertos dejando que las carcajadas fueran libres.-Si que me has hecho reír con eso.-se inclinó besándome sin parar de reír aún.-¿Sabes?-murmuró ya más calmado, pero con una sonrisa en sus labios.-Quiero seguir con los postres, me gustó cocinar ayer.

-Ten cuidado con la cocina, la última vez la quemó.-El niño nos miraba con sus ojos enormes captando todo.-No mires.-dije y él seguía observando.-Jun.-seguía clavado en Phoenix desde que me besó, siempre lo hacía. Me levanté de la cuna y al cargarlo me dio un beso en la mejilla.-Sí, sé que quieres a papá.-me abrazó y ocultó su rostro.-Anda vamos a la otra cuna y deja de ser celoso.-lo era, era un niño pequeño y celaba. Aunque no sabía bien a quien de los dos. Lo recosté dejándole el conejo de peluche y lo arropé.

-Te quiero.-le dije y él comenzó a reír moviendo sus brazos.-Lo sabes ¿verdad?-me incliné para besar su frente y subí la barra de la cuna.

Al volver miré a mi pareja minuciosamente. Él no comprendía, o quizás no quería comprender, aunque se lo había dicho mil veces que el odio hacia Taylor empezó con su hermano y Uta, todo por rivalidades de bandas. Nada más verme aparecer por el dormitorio estiró sus brazos con una sonrisa radiante.

-Ven a la cama amor.-dijo guiñándome un ojo con coquetería, esos gestos eran los que podían hacerme caer a los infiernos.-Déjame llenarte de besos.-esa súplica mientras se recostaba mejor en la cama dejando ver bien el hueso de cadera, era una provocación y él lo sabía.-¿Notaste cómo esas dos mujeres te comían con los ojos?-interrogó mientras me recostaba sobre él y pasaba sus brazos sobre mi cuello.-Eso me pasa por tener un prometido tan sexy

Sabes que no es cierto.-dije acariciando su cintura.-El único que me come con la mirada cada día eres tú.-sonreí aproximándome a sus labios para atraparlos y ahogarme en ellos.-Te amo.-mis manos fueron a sus nalgas y las pellizqué. Si a él le gustaban las mías a mí me gustaban las suyas.

-Ya se acerca el día.-faltaban dos meses, pero para él se acercaba y a mí me daba miedo escénico.-Dios que felicidad.-susurró jugueteando con mis cabellos.-Me parece increíble.-añadió con una sonrisa aún más amplia que con la que me dio la bienvenida entre sus brazos.-El tiempo vuela ¿no? podría parecer que los días en que nos veíamos a escondidas fueron ayer.

-Calla, no recuerdes.-porque los recuerdos eran dolorosos, porque le había golpeado y humillado... además de que el ocultarnos y el hacer todo aquello le había llevado a límites insospechados para él y para mí. Lo amaba, no quería recordar esos momentos.

-Atsushi, así nos conocimos, me hiciste tuyo por primera vez y de ese modo fue como nos enamoramos. Yo ya te he perdonado todo lo malo que paso, te lo perdonaba antes de que salieses de esa habitación aún.-acarició mi rostro y rozó mis labios.-aún entonces sólo quedo lo bueno.

-Me comporté como un hombre con los pies de barro, sin honor alguno y sin síntomas de inteligencia.-besé sus labios de nuevo llevándolo a la cama.-Te hice daño, jamás me perdonaré haberte hecho tanto como aquellos días.-comencé a quitar su camiseta deslizándola hacia arriba.

-Atsu-dijo mirándome.-Te amo, eres mi todo Atsu

-Y tú eres todo lo que una vez deseé en un amante.-desabroché sus vaqueros y quité sus sandalias, terminó desnudo prácticamente.-Ven.-dije colocándome frente a él acariciando mi entrepierna.-Recuérdame por qué comenzaste a enloquecerme.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt