Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 2 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXX)

-El otro día estuvo aquí.-dijo dándome la espalda para comenzar a irse hacia nuestra habitación.-Ya que no podré invitarle a mi boda, al menos tengo permiso para explicarle por que seré tan maleducado de no invitarle ¿no?-el tono de mi boda no me gustó, se olvidaba por instantes que era nuestra boda.-En especial cuando siempre ha sido tan bueno conmigo.

-Y un bastardo con otros.-recalqué.-¿A caso tú no escuchas lo que sucede en la ciudad? ¿no te llegan informes? Porque a mí sí.-comenté.-¡Ha hecho que la vida de ese pobre cura un calvario!-grité y el niño echó a llorar. Irremediablemente lo tomé de sus brazos para mecerlo.-Ya mi neko...ya.-susurré e hipó mirándome desconcertado con sus ojos cafés, tan grandes como los míos.

-No me fijo de lo que se dice de mis amigos, ni de Taylor, ni de Jasmine ni de ti.-me dieron ganas de abofetearlo por ser tan estúpido. ¿Es que quería hacer oídos sordos a los asesinatos que cometía? Estaba esperando que evadiera impuestos para hacerle igual que a Capone.-Me sabe a mierda lo que digan lo demás y lo sabes.-se cruzó los brazos mirándome con los ojos como dos bolas de fuego. No me intimidaba esa mirada, él debería de haberlo supuesto.-Además, que sepas que Taylor se siente muy contento con Lionel, hemos hablado de ello y incluso están pensando en casarse.-y si esa táctica de su mirada de valkiria no funcionaba, recurría a la de gato perdido en medio de una terrible lluvia. Se abrazó a mí con aquellos ojos llenos de ternura, esperando quizás el final de aquella conversación algo airada.-No discutamos.-murmuró.-Jun también dice Uta y no por eso me pongo así.-lo sabía, él lo había escuchado.

-Uta no desea ponerte una pistola en la sien.-recalqué y abracé al pequeño.-No quiero la presencia de ese en mi casa. Lo digo en serio... después de como te trató no sé como tiene cara y dignidad para presentarse ante ti.-olvidaba por momentos que incluso yo llegué a golpear a Phoenix por contrariarme en los primeros meses, además de despreciarlo tras el sexo y que tan sólo segundos atrás deseé abofetearle.

-Es mi amigo.-susurró, o más bien suspiró.-Además hasta esa vez jamás se había atrevido a golpearme y siempre fue delicado conmigo.-pude ver sus ojos aguados antes que bajara la mirada.-No es el único que me he pegado y lo sabes-comentó dirigiéndose a la cocina.

-Api.-dijo el pequeño, lo cual me hizo besar su frente.

-Papá tiene que hablar con papi.-lo metí en la cuna y me miró confuso.

Ese niño parecía la reencarnación de mi hermano, conocía mis estados de ánimo sin siquiera dirigir una palabra. Sus manos se aferraron a los barrotes mientras me alejaba de él y me giraba buscando a mi futuro esposo.

Al entrar lo vi cortando un pié de limón que había hecho. Estaba intentando aprender a cocinar y a no matarme en el intento o a no quemar la cocina.

-Phoenix.-comenté entrando en la cocina viendo como tragaba aquel pastel.-Deja eso.-se lo quité y lo agarré por el mentón.-¿Qué no entiendes? No me gusta compartirte con ese criminal.

-Taylor no es un criminal.-su rostro mostraba reflejos de amargura.-Tiene cosas en su pasado, vale eso no lo niego, pero no es una mala persona.-desvió su mirada hacia otro lugar para sentenciarme.-A veces creo que quieres aislarme de todos.-dijo a media voz.-No es justo ¿sabes?

Si seguíamos por ese camino quizás no había boda, porque mi enfado estaba llevándome a un límite. Lo tomé por la cintura, subiéndolo a la mesa auxiliar de la cocina, y me hice hueco entre sus piernas para comenzar a torturar sus labios. Mi boca se pegaba a él de forma irresistible, no podía pensar en algo más que en satisfacer ese instinto lleno de lujuria que se apoderaba de mí.

-Atsu.-murmuró desconcertado tras apartarme y se ruborizó.-¿Quieres probar algo de lo que hice ayer? El dulce de limón quedó rico-sus mejillas estaban tintadas de un color rosáceo. Su piel era muy pálida y cualquier leve rubor se multiplicaba.

-¿Puede ser sobre tu cuerpo?-interrogué intentando evitar que mi mente se colapsara por los celos, la ira y la rabia acumulada durante años. No soportaba a Taylor, lo quería muerto o lejos de Phoenix. El tiempo que no fueron amigos me hizo relajarme, pero ahora volvía a estar en guardia.

-Sobre mi cuerpo puedes hacer lo que quieras.-murmurando pegándose él esta vez a mi boca.-Pero ahora mismo.-dijo estirándose para agarrar un trozo de aquel maldito pié de limón.-Pruébalo, lo hice yo solito con estas manos.-comentó moviendo las manos frente a mi rostro.

-¿Seguro que es comestible?-dije en tono de broma antes de darle un escueto mordisco y notar que sí era comestible, además sabía bien. No era como los de Uta, pero eso no se lo iba a decir.-Bastante bueno.

-Apaaaaaaaaaaaaaaa.-aquel grito me hizo separarme de él y correr a la cuna.

-¡Qué! ¡Qué! ¡Qué!-dije mirando para todos lados y lo vi en la cuna con sus brazos fuera intentando tomar el conejo que había caído fuera.-No vuelvas a hacer eso.-me llevé la mano al pecho, ese aceleramiento no era normal, pero no iba a decirlo.-Toma.-dije con una sonrisa dejándolo en sus brazos.

-Jun no hagas eso.-estaba detrás mía y comenzó a regañarlo, pero no le duro mucho. No podía enojarse con él, yo tampoco, sobretodo cuando nos miraba con aquella sonrisa. En ese momento notó que me sentía mal.-¿Estás bien?-su noto era de preocupación, algo que no deseaba.

-Sí, perfecto.-sonreí de la misma forma que hacía el niño. Ambos teníamos la misma sonrisa de canalla y que era sello en definitiva de mi familia. Hizaki también la tenía, mi hermano, Hero... e incluso Miho.

-Apa.-dijo tirando de uno de mis dedos.

-¿Si?-pregunte y alzó su peluche.-Es bonito.

-Uta.-sonrió y volvió a abrazarlo

-Sí, del tío Uta.-acaricié su rostro

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Lestat de Lioncourt