-El otro día estuvo aquí.-dijo dándome la espalda para comenzar a irse hacia nuestra habitación.-Ya que no podré invitarle a mi boda, al menos tengo permiso para explicarle por que seré tan maleducado de no invitarle ¿no?-el tono de mi boda no me gustó, se olvidaba por instantes que era nuestra boda.-En especial cuando siempre ha sido tan bueno conmigo.
-Y un bastardo con otros.-recalqué.-¿A caso tú no escuchas lo que sucede en la ciudad? ¿no te llegan informes? Porque a mí sí.-comenté.-¡Ha hecho que la vida de ese pobre cura un calvario!-grité y el niño echó a llorar. Irremediablemente lo tomé de sus brazos para mecerlo.-Ya mi neko...ya.-susurré e hipó mirándome desconcertado con sus ojos cafés, tan grandes como los míos.
-No me fijo de lo que se dice de mis amigos, ni de Taylor, ni de Jasmine ni de ti.-me dieron ganas de abofetearlo por ser tan estúpido. ¿Es que quería hacer oídos sordos a los asesinatos que cometía? Estaba esperando que evadiera impuestos para hacerle igual que a Capone.-Me sabe a mierda lo que digan lo demás y lo sabes.-se cruzó los brazos mirándome con los ojos como dos bolas de fuego. No me intimidaba esa mirada, él debería de haberlo supuesto.-Además, que sepas que Taylor se siente muy contento con Lionel, hemos hablado de ello y incluso están pensando en casarse.-y si esa táctica de su mirada de valkiria no funcionaba, recurría a la de gato perdido en medio de una terrible lluvia. Se abrazó a mí con aquellos ojos llenos de ternura, esperando quizás el final de aquella conversación algo airada.-No discutamos.-murmuró.-Jun también dice Uta y no por eso me pongo así.-lo sabía, él lo había escuchado.
-Uta no desea ponerte una pistola en la sien.-recalqué y abracé al pequeño.-No quiero la presencia de ese en mi casa. Lo digo en serio... después de como te trató no sé como tiene cara y dignidad para presentarse ante ti.-olvidaba por momentos que incluso yo llegué a golpear a Phoenix por contrariarme en los primeros meses, además de despreciarlo tras el sexo y que tan sólo segundos atrás deseé abofetearle.
-Es mi amigo.-susurró, o más bien suspiró.-Además hasta esa vez jamás se había atrevido a golpearme y siempre fue delicado conmigo.-pude ver sus ojos aguados antes que bajara la mirada.-No es el único que me he pegado y lo sabes-comentó dirigiéndose a la cocina.
-Api.-dijo el pequeño, lo cual me hizo besar su frente.
-Papá tiene que hablar con papi.-lo metí en la cuna y me miró confuso.
Ese niño parecía la reencarnación de mi hermano, conocía mis estados de ánimo sin siquiera dirigir una palabra. Sus manos se aferraron a los barrotes mientras me alejaba de él y me giraba buscando a mi futuro esposo.
Al entrar lo vi cortando un pié de limón que había hecho. Estaba intentando aprender a cocinar y a no matarme en el intento o a no quemar la cocina.
-Phoenix.-comenté entrando en la cocina viendo como tragaba aquel pastel.-Deja eso.-se lo quité y lo agarré por el mentón.-¿Qué no entiendes? No me gusta compartirte con ese criminal.
-Taylor no es un criminal.-su rostro mostraba reflejos de amargura.-Tiene cosas en su pasado, vale eso no lo niego, pero no es una mala persona.-desvió su mirada hacia otro lugar para sentenciarme.-A veces creo que quieres aislarme de todos.-dijo a media voz.-No es justo ¿sabes?
Si seguíamos por ese camino quizás no había boda, porque mi enfado estaba llevándome a un límite. Lo tomé por la cintura, subiéndolo a la mesa auxiliar de la cocina, y me hice hueco entre sus piernas para comenzar a torturar sus labios. Mi boca se pegaba a él de forma irresistible, no podía pensar en algo más que en satisfacer ese instinto lleno de lujuria que se apoderaba de mí.
-Atsu.-murmuró desconcertado tras apartarme y se ruborizó.-¿Quieres probar algo de lo que hice ayer? El dulce de limón quedó rico-sus mejillas estaban tintadas de un color rosáceo. Su piel era muy pálida y cualquier leve rubor se multiplicaba.
-¿Puede ser sobre tu cuerpo?-interrogué intentando evitar que mi mente se colapsara por los celos, la ira y la rabia acumulada durante años. No soportaba a Taylor, lo quería muerto o lejos de Phoenix. El tiempo que no fueron amigos me hizo relajarme, pero ahora volvía a estar en guardia.
-Sobre mi cuerpo puedes hacer lo que quieras.-murmurando pegándose él esta vez a mi boca.-Pero ahora mismo.-dijo estirándose para agarrar un trozo de aquel maldito pié de limón.-Pruébalo, lo hice yo solito con estas manos.-comentó moviendo las manos frente a mi rostro.
-¿Seguro que es comestible?-dije en tono de broma antes de darle un escueto mordisco y notar que sí era comestible, además sabía bien. No era como los de Uta, pero eso no se lo iba a decir.-Bastante bueno.
-Apaaaaaaaaaaaaaaa.-aquel grito me hizo separarme de él y correr a la cuna.
-¡Qué! ¡Qué! ¡Qué!-dije mirando para todos lados y lo vi en la cuna con sus brazos fuera intentando tomar el conejo que había caído fuera.-No vuelvas a hacer eso.-me llevé la mano al pecho, ese aceleramiento no era normal, pero no iba a decirlo.-Toma.-dije con una sonrisa dejándolo en sus brazos.
-Jun no hagas eso.-estaba detrás mía y comenzó a regañarlo, pero no le duro mucho. No podía enojarse con él, yo tampoco, sobretodo cuando nos miraba con aquella sonrisa. En ese momento notó que me sentía mal.-¿Estás bien?-su noto era de preocupación, algo que no deseaba.
-Sí, perfecto.-sonreí de la misma forma que hacía el niño. Ambos teníamos la misma sonrisa de canalla y que era sello en definitiva de mi familia. Hizaki también la tenía, mi hermano, Hero... e incluso Miho.
-Apa.-dijo tirando de uno de mis dedos.
-¿Si?-pregunte y alzó su peluche.-Es bonito.
-Uta.-sonrió y volvió a abrazarlo
-Sí, del tío Uta.-acaricié su rostro
-Y un bastardo con otros.-recalqué.-¿A caso tú no escuchas lo que sucede en la ciudad? ¿no te llegan informes? Porque a mí sí.-comenté.-¡Ha hecho que la vida de ese pobre cura un calvario!-grité y el niño echó a llorar. Irremediablemente lo tomé de sus brazos para mecerlo.-Ya mi neko...ya.-susurré e hipó mirándome desconcertado con sus ojos cafés, tan grandes como los míos.
-No me fijo de lo que se dice de mis amigos, ni de Taylor, ni de Jasmine ni de ti.-me dieron ganas de abofetearlo por ser tan estúpido. ¿Es que quería hacer oídos sordos a los asesinatos que cometía? Estaba esperando que evadiera impuestos para hacerle igual que a Capone.-Me sabe a mierda lo que digan lo demás y lo sabes.-se cruzó los brazos mirándome con los ojos como dos bolas de fuego. No me intimidaba esa mirada, él debería de haberlo supuesto.-Además, que sepas que Taylor se siente muy contento con Lionel, hemos hablado de ello y incluso están pensando en casarse.-y si esa táctica de su mirada de valkiria no funcionaba, recurría a la de gato perdido en medio de una terrible lluvia. Se abrazó a mí con aquellos ojos llenos de ternura, esperando quizás el final de aquella conversación algo airada.-No discutamos.-murmuró.-Jun también dice Uta y no por eso me pongo así.-lo sabía, él lo había escuchado.
-Uta no desea ponerte una pistola en la sien.-recalqué y abracé al pequeño.-No quiero la presencia de ese en mi casa. Lo digo en serio... después de como te trató no sé como tiene cara y dignidad para presentarse ante ti.-olvidaba por momentos que incluso yo llegué a golpear a Phoenix por contrariarme en los primeros meses, además de despreciarlo tras el sexo y que tan sólo segundos atrás deseé abofetearle.
-Es mi amigo.-susurró, o más bien suspiró.-Además hasta esa vez jamás se había atrevido a golpearme y siempre fue delicado conmigo.-pude ver sus ojos aguados antes que bajara la mirada.-No es el único que me he pegado y lo sabes-comentó dirigiéndose a la cocina.
-Api.-dijo el pequeño, lo cual me hizo besar su frente.
-Papá tiene que hablar con papi.-lo metí en la cuna y me miró confuso.
Ese niño parecía la reencarnación de mi hermano, conocía mis estados de ánimo sin siquiera dirigir una palabra. Sus manos se aferraron a los barrotes mientras me alejaba de él y me giraba buscando a mi futuro esposo.
Al entrar lo vi cortando un pié de limón que había hecho. Estaba intentando aprender a cocinar y a no matarme en el intento o a no quemar la cocina.
-Phoenix.-comenté entrando en la cocina viendo como tragaba aquel pastel.-Deja eso.-se lo quité y lo agarré por el mentón.-¿Qué no entiendes? No me gusta compartirte con ese criminal.
-Taylor no es un criminal.-su rostro mostraba reflejos de amargura.-Tiene cosas en su pasado, vale eso no lo niego, pero no es una mala persona.-desvió su mirada hacia otro lugar para sentenciarme.-A veces creo que quieres aislarme de todos.-dijo a media voz.-No es justo ¿sabes?
Si seguíamos por ese camino quizás no había boda, porque mi enfado estaba llevándome a un límite. Lo tomé por la cintura, subiéndolo a la mesa auxiliar de la cocina, y me hice hueco entre sus piernas para comenzar a torturar sus labios. Mi boca se pegaba a él de forma irresistible, no podía pensar en algo más que en satisfacer ese instinto lleno de lujuria que se apoderaba de mí.
-Atsu.-murmuró desconcertado tras apartarme y se ruborizó.-¿Quieres probar algo de lo que hice ayer? El dulce de limón quedó rico-sus mejillas estaban tintadas de un color rosáceo. Su piel era muy pálida y cualquier leve rubor se multiplicaba.
-¿Puede ser sobre tu cuerpo?-interrogué intentando evitar que mi mente se colapsara por los celos, la ira y la rabia acumulada durante años. No soportaba a Taylor, lo quería muerto o lejos de Phoenix. El tiempo que no fueron amigos me hizo relajarme, pero ahora volvía a estar en guardia.
-Sobre mi cuerpo puedes hacer lo que quieras.-murmurando pegándose él esta vez a mi boca.-Pero ahora mismo.-dijo estirándose para agarrar un trozo de aquel maldito pié de limón.-Pruébalo, lo hice yo solito con estas manos.-comentó moviendo las manos frente a mi rostro.
-¿Seguro que es comestible?-dije en tono de broma antes de darle un escueto mordisco y notar que sí era comestible, además sabía bien. No era como los de Uta, pero eso no se lo iba a decir.-Bastante bueno.
-Apaaaaaaaaaaaaaaa.-aquel grito me hizo separarme de él y correr a la cuna.
-¡Qué! ¡Qué! ¡Qué!-dije mirando para todos lados y lo vi en la cuna con sus brazos fuera intentando tomar el conejo que había caído fuera.-No vuelvas a hacer eso.-me llevé la mano al pecho, ese aceleramiento no era normal, pero no iba a decirlo.-Toma.-dije con una sonrisa dejándolo en sus brazos.
-Jun no hagas eso.-estaba detrás mía y comenzó a regañarlo, pero no le duro mucho. No podía enojarse con él, yo tampoco, sobretodo cuando nos miraba con aquella sonrisa. En ese momento notó que me sentía mal.-¿Estás bien?-su noto era de preocupación, algo que no deseaba.
-Sí, perfecto.-sonreí de la misma forma que hacía el niño. Ambos teníamos la misma sonrisa de canalla y que era sello en definitiva de mi familia. Hizaki también la tenía, mi hermano, Hero... e incluso Miho.
-Apa.-dijo tirando de uno de mis dedos.
-¿Si?-pregunte y alzó su peluche.-Es bonito.
-Uta.-sonrió y volvió a abrazarlo
-Sí, del tío Uta.-acaricié su rostro
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