Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 2 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXVIII)

Esta imagen tiene una edición muy antigua, creo que ya la subí, pero lo vuelvo a hacer porque indudablemente me gusta. He hecho cientos de ediciones para el blog, si bien solo uso algunas. Esta la encontré hace como dos años o un año y algo. Amo la imagen porque parece estar reflexionando, es en blanco y negro y una postura que muchos tomamos en la vida cuando necesitamos meditar. Simplemente chapó para el fotógrafo y para Atsu que es un gran modelo.







Puse música en el reproductor y justamente sonaba el titulo de la canción de Sex Bomb, comencé a bailar. Fui a por el bebé dejándolo en la cama, él instintivamente empezó a aplaudir al verme, cosa que hizo reír a carcajadas.

-¿Baila bien papá?-pregunté y él intentaba imitarme moviendo la cabeza como yo.-Dios y sólo tienes unos meses.

-¡Atsushi!-escuché sus gritos mientras terminaba de arreglarme y apagaba el reproductor.

-El llorica de papi nos llama.-rió y alzó sus manos hacia mí, lo estreché notando su frágil cuerpo. El aroma de los niños pequeños era algo que me embriagaba y me trasportaba a recuerdos de la infancia, esos que siempre parecen buenos y que jamás se ve rastro de trauma.-Dentro de poco serán siete meses.-susurré despegándolo para contemplarlo. Era hermoso, sin duda el mejor regalo que me había dejado mi hermano. La pertenencia más preciada que uno puede poseer, un ser vivo que contenga tu sonrisa y perdure toda su vida.-Creo que empezaré a comprarte ropa nueva, ya a penas puedes llevar la que tienes.-le puse el chupete y se recostó sobre mi pecho mientras bajábamos por las escaleras.

-Konichiiwa.-dije frente a ellas y dejé al niño en la cuna pequeña que teníamos en el salón, un salón amplio que con tantas cajas parecía de miniatura.-¿Hay que probar tanto dulce? si llego a saberlo llamo a Miho.-habían traído pruebas y el salón entero estaba lleno de cajas de degustación. Eran pequeñas porciones, pero aún así eran demasiadas.

Las mujeres se quedaron clavadas en mis movimientos y Phoenix sacó a relucir su mirada aniquiladora, esa que usaba para volverse prácticamente una máquina creada para la destrucción de todo ser viviente a mi alrededor. Sonreí ante su suave, pero llamativa, tos que sacó de la hipnosis a las muchachas.

Tomamos todos asientos en los confortables sofás que compré en una tienda japonesa. Tenían un diseño asiático, eran cómodos y fáciles de lavar por su tapicería. Los colores ayudaban a dar un ambiente acogedor a la sala. Sin duda, una gran elección y en ese momento esperaba hacer la misma en el pedido de la tarta para la dichosa boda. No quería algo fastuoso, seguía sintiéndome presionado por una boda poco acorde a mis deseos.

Comenzamos por lo más tradicional, sabores bastante clásicos hasta llegar a fórmulas, según ellas, revolucionarias y únicas en su dispensario.

-Me gusta la básica de chocolate-dijo tras un rato-Pero ¿no quedaría bien para un pastel de boda cierto?-ellas asintieron y no sé porqué ¿quién dijo que quedaba bien o mal en una boda?-Me gusta el sabor de este pruébalo-me dio un trozo de pastel como si fuera un niño pequeño que no sabe comer.

-Insisto, debió venir mejor Miho.-dije mirando el tenedor para tomar un poco del pastel.-No está mal.-pasé la lengua por mis labios para evitar el engorro de que apareciera una mancha de aquella crema.-Tiene sabor a vainilla y canela, pero creo que deberíamos comprar dos. Una de café y chocolate para Miho y demás invitados que no les guste este sabor.-las mujeres me observaban atentamente.

-Es increíble.-murmuró una de ellas.

-Calla.-le chistó su compañera.

-¿Qué es increíble?-dije alzando una ceja mientras clavaba mis ojos en sus rostros confusos

-Su cambio, pensé que era un estirado y un...

-¡Marta!-interrumpió su amiga y yo comencé a reír.

-No importa, se entiende.-me levanté y tomé a Jun que me llamaba alzando los brazos.-Ven aquí.-

-¡Ato! ¡Ato!-entonces escuché el cascabel de mi pequeña mascota.

-No, gato no.-suponía que se refería al gato, pues andaba suelto por la casa en el piso inferior, aunque no dejaba que pasara a su habitación.

Sonrió a las mujeres poniéndose de pie para agarrarme del brazo tirando de mí-¿Esperan un momento?-me llevó directamente a la cocina mirándome como si hubiera cometido un crimen. Sus brazos se quedaron en jarra y clavó sus ojos en mí.-Amor, las tartas son grandes, exclusivas, deliciosas y sin reservación de meses como en otras parejas. Ya de por si es caro una tarta, una sola tarta, y tú quieres dos como un niño que no puede dejar de comprar todo lo que se te antoja.-y me lo decía él. Alguien que había invitado a la boda a media ciudad prácticamente.

-Pero a mi hija le gusta el chocolate, también a mi hijo mayor... no voy a permitir que no tomen postre.-suspiré.-¿Una pequeña no puede ser? ¿O una fuente de chocolate?-interrogué.-Yo también tomaré chocolate, me gusta más que la vainilla.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt