Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 17 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XL)


-Debes cuidarte ¿qué voy a hacer yo sin ti? ¿con quién se va a pelear mi hermano? ¿quién se tomará las cervezas o el sake de Imai? ¿o vas a dejar que Hidehiko sea el único perverso del grupo?-lo decía en japonés, sabía que amaba que me hablara de esa forma, que olvidara que estábamos a cientos de kilómetros de casa.-Un día iremos a Okinawa o Tokio, donde quieras. Pasearemos por los lugares donde hacíamos excursiones con todo el grupo.-rió bajo y me miró a los ojos sosteniendo mi rostro.-Donde nos besamos, donde juramos que siempre estaríamos juntos y me regalaste el anillo.-no podía decirle nada, no quería alterarme demasiado.-Algún día volveremos a vivir allí, será lo mejor para tu salud. La paz de estar recostado en tu ciudad natal, saber que estás donde tus raíces y ver los cerezos en flor por la ventana.-besó mi frente y acarició mejor mis cabellos, jugueteaba con ellos.

-Me gustaría regresar, pero no podría hacerlo con mis hijos y eso me haría infeliz.-tomé sus manos entre las mías.-Gracias.-susurré de forma escueta para recostarme en el asiento.

-Estamos por llegar.-comentó mi secretario.

-Yutaka.-dije su nombre completo.-No quiero que ninguno del grupo sepa que he venido al hospital, espero que no difundas rumores entre las personas que amo. Sé que lo harías por preocupación, pero eso únicamente me sacaría de mis casillas.-aquello no fue en japonés, quería que supiera Alfonso también de aquellas amenazas.

-Eres mayorcito para decir las cosas por ti mismo.-me abrazó y besó mi mejilla.-No seas idiota, no se lo diré a nadie.-

-También va para ti Alfonso.-este dio un pequeño brinco en el asiento.

-Sí señor.-murmuró entrando en el hospital.

Al final dimos la vuelta y entramos por donde las ambulancias, allí nos atendieron de inmediato y comenzaron las pruebas. Todas no podrían ser en esa misma noche, tendría que esperar una semana y sería vigilado por mi médico. Era un principio de infarto, tan sólo un aviso. No dije que había tenido varios porque seguramente me hubieran obligado a permanecer allí. No podía tomar demasiadas grasas, ni sal y mucho menos alterarme.

En definitiva me iban a tratar como un bebé y justo como yo hacía a Phoenix. No podía decirselo a él, se preocuparía y además empezaría a decir que le entendería. No, no podía verme débil frente a todo el mundo. Tan sólo llamaría a mi hijo y se lo comentaría, quizás para que estuviera preparado si llegaba la hora de que me infartara. Tenía que tranquilizarme pero con unas elecciones, con una boda proxima, un amante descontento, mi hija saliendo con un hombre que desconocía y con mi hijo metiéndose en peleas. Sí, siempre lo hacía y siempre por las mismas causas. A veces me preguntaba si haberle regalado la moto había sido buena idea, pues desde que la tenía se metía en riñas, y a veces golpes, porque ganaba y empezaban a molestarlo comentando que lo había hecho por ser hijo de quien era. No, no tenía ni un minuto para pensar en mí.

Tomé mi móvil antes de volver al vehículo, busqué en la agenda el teléfono de mi hijo y este no tardó nada en descolgarlo.

-Hizaki.-dije bastante serio.

-Hola ¿por qué me llamas? No me olvidé nada en tu casa.-comentó algo adormilado, miré el reloj y eran las doce del medio día pasadas. Pensaba que debería estar en el instituto, sin embargo parecía acabar de despertar.

-Hizaki ¿qué sucede? ¿con quién hablas?-era la voz de un chico joven, quizás de su edad.-Amor.-eso me dejó petrificado.

-Es mi padre.-murmuró algo lejos del aparato, se escuchaba ruido de muelles de fondo.

-¿Qué demonios sucede Hizaki? No es sábado ni domingo, deberías estar en el instituto.-dije bastante molesto con todo lo que estaba escuchando, además no me había dicho que tenía nueva pareja o que de nuevo estaba con escarceos. Antes siempre me contaba todo, salvo que era bisexual y sus contactos con los hombres. Si bien pensaba que eso quedaba atrás, que volvíamos a ser un equipo.

-Nada, ya te contaré con calma.-comentó como si nada.

-Te llamaba para decirte que me ha dado un principio de infarto, quiero que lo sepas por si me sucede algo peor y termino encerrado en el hospital.-mi tono de voz era ligeramente alterado.

-¡¿Qué?! ¡Te he dicho mil veces que te cuides! ¡Se lo diré a Phoenix si no se lo dices tú!-gritó furioso.

-Oye que aquí yo soy el padre!-alcé bien la voz y Uta me cogió de la mano que tenía libre.

-Cálmate o será peor.-murmuró con una sonrisa dulce.

-¿Quién es?-mi hijo lo había escuchado.

-Uta, vino a buscarme al despacho y me dio el infarto.-fui sincero, no del todo pero lo fui.

-¿Es tu hijo mayor? Dile que el tío Uta le da recuerdos.-murmuró con un tono bastante juvenil.

-Bueno papá tengo que dejarte, esto no es para hablarlo por móvil. Nos veremos en unos días, ven el sábado a correr al circuito y hablemos.-eso me recordó que tenía que comprar la moto para Miho y llevarla a correr, la apuntaría al plan.

-Nos vemos en el circuito.-susurré y colgamos.

-No se lo dijiste.-puso morros jugando y me tomó del cuello de la camisa.-Tendrás que presentármelo, hace mucho que no lo veo. La última vez lo tomé en brazos y bueno quiero saber si el jovencito Sakurai es como su padre.-Alfonso al fin salió, pidió un momento para ir al servicio y nos vio en ese plan.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt