Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 21 de mayo de 2009

Dark City - Swimming in Blood - Capítulo 6 (parte IV)




Los encontré a todos en la barra del bar que se había dispuesto. Ellos conversaban con Megumi y Miho. Yo tan sólo las saludé y pedí disculpas por no poder quedarme, Phoenix se sintió indispuesto y tenía que volver a casa. Todos lo aceptaron, o eso supuse. Besé en la mejilla a ambas y les di las gracias por venir a verme. En la salida me tropecé con un chico de ojos verde lima y aspecto frágil.

-¡Vamos Cat!-decía mientras el amigo de Miho aparecía tras él.

-¡Eso fue genial!-gritó.-¡Fue genial!-dijo de nuevo abrazándose a él.-¡Edu! ¡Fue genial!-

Ambos reían, tenían aspecto frágil y sus pieles eran pálidas como el mármol. Me recordaron a mi pareja, además de que esa vitalidad que derrochaban era prácticamente idéntica a la de él. Si bien, el nombre me hizo quedarme paralizado. ¿Sería Edu de Eduart?

-Debió venir tu padre.-comentó el muchacho del hospital.

-Ti…tiene tra…trabajo.-tartamudeaba nervioso al notar que los observaba.

-Buenas noches.-dije pasando entre ellos como si nada.

-Buenas noches.-respondieron entrando dentro quizás buscándola.

Al llegar a casa pensé que todo se habría pasado. Allí estaban Jasmine intentando consolarlo y Kamijo con cara de no saber qué hacer o decir. Los ojos de furia del amigo intimo de mi pareja fueron acusadores y noté como me mataban tras cada parpadeo.

-Debemos irnos.-comentó su pareja tomando las chaquetas de ambos.

-¿Y dejarlo con él? ¿Para qué? ¿Para que retoce delante suya con ese maldito?-no gritaba, pero poco faltaba.

-No es tu batalla, no es tu pareja, es su vida y tú tienes una a mi lado. Que batallen ellos sus guerras, Jasmine.-lo tomó de la mano y tiró de él haciendo que cayera sobre su pecho. Era un hombre razonable y bastante inteligente. Sabía bien que todo aquello únicamente hundía la relación de Phoenix y mía, que no debía interrumpir ninguno de los dos para apoyar ninguna de las partes.-Discúlpanos.-murmuró justo antes de que su pareja replicara y se marcharon.

Mis ojos estaban puestos en los suyos, me miraba rogando que le diera una explicación convincente. Sin embargo, creo que no la hubo. No podía explicar el porqué tenía que bailar con él de esa forma, ya que lo que decía para él no era importante ni necesario.

-Lo lamento.-susurré.-No debí hacerlo, pero me pareció buena idea.-resopló al escuchar esas palabras. Pero me alegré que lo hiciera, de ese modo dejaba de llorar.

-¡Imbécil!-estalló.-¡Eso eres! ¡No eres más que un imbécil! ¡Un desgraciado! ¡Si hubiera hecho yo eso hubieras quemado el edificio entero!-sus gritos hicieron despertar al bebé, pero eso no lo frenó. Sabía que nadie lo frenaría, que tan sólo se escuchaba a él y a su furia.

-Mi amor, déjame que te explique.-se levantó y como pudo me abofeteó.

-¡No me llames mi amor! ¡No me amas! ¡No me quieres! ¡Me invitaste para que viera como te refregabas bien con él! ¡Dime!-gritó cayendo de rodillas frente a mí, sus piernas le hicieron flaquear.-¡Dime! ¡Y no mientas!-golpeó el suelo furioso, cada vez su furia tenía límites más insospechados para mí.-¡¿Te has acostado con él?!-gritó mirándome directamente a los ojos.

-No.-respondí seco y molesto porque pensara que no lo había respetado. Tal vez si lo había besado, sin embargo no dejé que tocara mi cuerpo. Todo se iba de las manos. Quería hacer aquello con Uta para lastimarlo de forma definitiva, pero él se iba ilusionando y yo me iba emocionando con recuerdos del pasado.

-¡Mientes!-respondió.-¡Mientes!-repitió.-¡¿Por qué mientes tan bien?! ¡Podría creerme incluso que el sol sale de noche! ¡Todo! ¡Todo lo que sale por tus labios suenan a verdad!-

-Es porque es cierto.-susurré levantándolo para abrazarlo, pero se zafó de mí y corrió hacia las escaleras.

Pensé que caería, que se desplomaría y todo acabaría con una buena rodada por cada uno de sus peldaños. Si bien, no sucedió nada y tan sólo escuché un golpe, el de la puerta de la habitación. El niño seguía llorando, pero pronto se calmó y yo me dije que esa noche no debía de dormir en mi casa.

Tal como llegué me fui. Regresé al Hotel Duque, donde me hospedaba en las noches frías y pasionales a la vez. Lugar que vio nacer nuestro amor, desarrollarse la atracción y el placer entre sus muros. Un lugar que me traía dulces recuerdos que parecían distanciarse en el tiempo, si bien podía recordar aún las conversaciones y llantos de mi pareja. Nos habíamos prometido, teníamos casa propia, un pequeño al que cuidar, había cambiado mi posición política, mejorado mi estatus en la ciudad, mi antigua esposa me hacía la vida imposible y el mundo entero había dado tantos giros que ya no sabía donde estaba el norte o el sur.

No dormí mucho, la verdad es que no dormí nada. Estaba molesto conmigo mismo y también con él. Sabía que lo que hice no estaba del todo bien, pero yo no me había acostado con nadie. En torno a las cuatro de la mañana Uta me mandó un mensaje a mi móvil. No me sorprendió el tono de este, últimamente se excedía y dejaba de ser erótico para llegar a ser porno. Me mandaba mails a una cuenta que Phoenix no conocía, imágenes de él bastante sugerente.

“Quiero tenerte dentro de mí, sentirme tuyo y que olvides todo menos a mí. Necesito volverte loco.”

Tan sólo reí por ello. Sí él pensaba que me había acostado con Uta lo haría, tomaría lo que me regalaba. Contesté que se preparara para el día siguiente porque tendría todo lo que él quería y más.

Fui a su casa al día siguiente, me había pedido que fuera y dije a Phoenix que tenía reunión con los de la discográfica. Él se puso en contacto conmigo, pidió disculpas pero ya el daño estaba hecho. Le dije aquello y me froté las manos porque deseaba tener a Uta. Llamé al timbre y esperé que saliera. Quería verlo, le necesitaba para desahogarme porque no iba bien lo que había planeado y él me gustaba... amaba a Phoenix, pero Uta era especial.

Cuando abrió la puerta simplemente me fascinó. Se había teñido el pelo, tenía una simple Yukata y la casa tenía aroma a esencias. Sus mejillas estaban sonrojadas, pero tiró bien de mí para que pasara.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt