Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 1 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 14 - La vida ya no es igual XV


En esos momentos ese imbécil incluso quería atentar contra la vida de las personas, como su hijo. Dicen que de tal palo tal astilla, jamás vi tan acertada esa frase como en esos instantes. Tenía ante mí la ardua tarea de tranquilizarlo, de explicarle que nada iba a suceder y que podía evitarse. No podíamos actuar primero, teníamos que dejar que él actuara antes. Si bien, debía hacerse sin que nadie resultara herido.

-Kamijo no pasará nada.-dije secándole las lágrimas como si fuera uno de mis hijos.-Vamos dentro.-susurré con un tono suave y tranquilizador.-Vamos dentro mejor.

Él asintió intentando mantener la compostura y mantenerse firme. Verlo llorar por segunda vez no quitaba el impacto. Ese hombre que parecía hecho a si mismo, duro como una piedra y cargado de protocolo, se derrumbaba como un niño en lo referente a Jasmine.

Dentro nos esperaban Jasmine, Taylor, Lionel y Seth junto a los pequeños. Taylor sostenía en sus brazos a su hijo como si nada hubiera ocurrido. Parecía un hombre de hielo, aunque supongo que poseía sentimientos ya que cuando miraba a su hijo algo dentro se removía. Parecía orgulloso del pequeño, orgulloso de su familia, pero tal vez no comprendía que estaba aniquilando la pequeña familia que poseía otro. Jasmine al observar el rostro de Kamijo soltó el conejo y corrió hacia él abrazándolo.

-¡Kami!-exclamó antes de romper en llanto.-Lo que sea que te haya dicho Taylor te lo puedo explicar.

-Jasmine.-susurró acariciando su rostro.-Mi jazmín eterno.-dijo antes de besar su frente.-No pasa nada... no me dijo nada que tú debas saber.-sonrió de forma amarga y lo abrazó de forma posesiva.

-¡Mio!-gritó Jun intentando agarrar el conejo.

-No Jun.-dije yo tomando al animal entre mis brazos antes que se acercara demasiado a su corral de juegos. Temía que le jalara de una oreja y el animal reaccionara de forma agresiva.

-Taylor.-dijo sin apartar los ojos del niño.-deberíamos ir a casa.-susurró acariciando los cabellos del pequeño.-¿Puedo ir a despedirme de Phoenix?


Jasmine miraba a los ojos a Kamijo queriendo comprender porqué esa actitud, el porqué de sus lágrimas y caricias. Parecía inquieto y su furia contra él había desaparecido.

-¿Qué sucede?-preguntó desconcertado.

-Sa...Atsushi-dijo buscándome con la mirada, notaba su incomodidad muy parecida a la mía.-¿No cree que Jun debería dormir la siesta?-preguntó deseando huir de ese lugar.

-Seth ¿por qué no vamos los dos arriba y lo acostamos? así podríamos dejar a estos dos hablar tranquilos.-dije girándome con el conejo en brazos.-Toma a Jun y ten cuidado... ahora te chupa el pelo, pero en un rato estará dándote jalones. ¿Por qué no te lo recoges? así te dejará en paz.

Lionel se había levantado y marchado hacia la cocina. Taylor se marchó por la salida del jardín. No los volví a ver más aquel día. Parecían desear volver a su vida en huraña en la casa que daba más hacia el valle, justo encima de la cascada. Un lugar idílico y extraño para criar a un pequeño.

Seth marchó primero hacia las escaleras y yo le seguí. De espaldas me recordaba a Phoenix, al Phoenix que conocía hacía décadas aunque con un tamaño mayor. Sonreí al recordar la juventud pasada, los días que perdimos por nuestros propias mentiras. Sin embargo, la atracción existía y terminamos mezclando nuestras vidas de forma más turbia y demencial. Él se fue hacia el cuarto del pequeño y yo deduje que el soporte para guardar el conejo estaba en el despacho de Phoenix. Al entrar vi la jaula y lo dejé allí encerrado entre aquellos barrotes.

-Lo lamento amigo mío.-susurré antes de marcharme.

Noté como mi gato estaba en una esquina lamiendo una de sus patas delanteras, como si él también hubiera huido de la planta baja al notar aquel ambiente tan enrarecido.

-Dile a mi hermano que estaré en mi cuarto.-susurró Seth antes de pasar por mi lado con los brazos entrelazados y la mirada perdida.

-Espera.-dije colocando mis manos en sus hombros.-No deberías recluirte, además no sólo hay regalos para Phoenix.

Lo dirigí hacia mi despacho y tomé un par de paquetes que había para él. Eran los regalos navideños que no pude entregarle, unos regalos que compré tanto para mis hijos como para él. No tuve valor para llevárselos, tampoco para dárselos a Phoenix.

-No me gustan los regalos por lástima.-seguramente todo lo que hacía en esos momentos era por pena, no porque realmente me apeteciera.-Jamás fue amable y desde ayer lo está siendo.-me miró y miró los regalos dudoso de quedárselos como la ropa y todo lo que fui dándole.

-Porque antes no te los merecías.-contesté con sinceridad, pues él parecía apreciarla al igual que yo.-Espero que sigas mereciéndote esto y más.-hice un inciso para apoyarme en la mesa y mirarle a los ojos.-Confundes preocupación y severidad con tratarte mal. No me importa que seas un rebelde, que te enfrentes con cualquiera y te pegues... yo a tu edad siempre tenía el cuerpo lleno de magulladuras e incluso cortes por pelea a navaja.-sonreí recordando esos tiempos.-Pero.-volví a ser severo, con la mirada seria que imponía.-No quiero volverte a ver con un cigarrillo, con drogas o con alcohol... eso te hará daño al organismo, te hará enfermar, preocupará a tu hermano y aunque no lo creas también a mí. Soy padre y abuelo, soy mucho más viejo que tú y sé que esas cosas destrozan el cuerpo y el alma.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt