Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 11 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 14 - La vida ya no es igual XXIV


-Esto no es culpa de mis negocios.-comentó mirándolos con seriedad.-Es culpa de un niño turbado y un padre que no quería ver la realidad, casi matan a Olivier y también a Hizaki... pero es normal, siempre duele perder a alguien amado y supongo que más si es un hijo.-entonces agachó la mirada.-Yo eso jamás lo voy a saber... lo que duele un hijo... y creo que ya tengo suficiente con ese dolor.-se levantó de la mesa.-Si me disculpáis debo ir al baño.

Ellos no lo sabían, pero yo sí. Sabía que estaba hundido porque sí sabía lo que dolía un hijo, sin embargo él no mató al cirujano. Phoenix se fue tras ello y yo simplemente suspiré hondo. Escuché jaleo arriba, pero antes que fuera a por mi pareja él ya estaba bajando las escaleras algo desalentado.

-Déjalos solos, es lo mejor.-dije esperando que se acercara a mí. Le tomé del rostro y lo acaricié.-Ellos saben apañárselas solos.

-¿Crees que estén bien?-dijo antes de sentarlo sobre mis piernas frente a la tarta que aún estaba sin cortar. Metió el dedo como lo hice yo y sonrió.-Arequipe.-murmuró tras un leve gemido de placer. Sabía que era un amante del dulce, que eso le hacía olvidarse de todo.

-Pues no lo sé, pero es algo entre ellos y no tenemos que meternos a husmear.-dije sacando la vela para luego buscar mi zippo por la ropa, ya no fumaba pero aún conservaba esa joya. La había llevado todo el día conmigo para poder encender las velas.-Pide un deseo.-dije al prender las llamas de todas aquellas pequeñas velas, tan sólo unas cuantas nada más.

Puso sus manos cerradas y cerró los ojos. Parecía un niño pidiendo algo imposible. Jamás pregunté cual era su deseo porque sabía que un deseo era un deseo, que no podían contarse como si no tuviera importancia. Tomó aire y sopló apagándolas todas. De inmediato saqué las velas y lo agarré bien por la cintura.

-Está muy bueno.-comenté tras meter otra vez mi dedo en la tarta.-¿Y la paleta? ¿No la traje?

-Voy a por ella.-dijo levantándose de mis rodillas para ir hacia el mueble que teníamos en el comedor.-No la sacaste, sólo sacaste el cuchillo.-sonrió girándose hacia mí para volver a su lugar.

Escuchaba jaleo arriba. Notaba como esos dos seguían discutiendo y rogaba porque el niño no despertara. Sabía que Jasmine era como un huracán y no podría controlarlo demasiado. No quería hacer acto de presencia allá arriba, era cosa de dos y no de tres.

-Trae.-dije quitándole la paleta y el cuchillo.-Ve a por vino.

-Sí.-asintió trayendo consigo la cubitera donde había un buen vino italiano, uno de los mejores que jamás había probado. Era un Barolo, jamás dejaba de tomar ese tipo de vinos a pesar que había otros más lujosos.-Pásame ese plato.-comenté, y él estiró la mano para acercarme el plato dejando el trozo que había destrozado para mí, y en otro dejé uno de igual tamaño para él.

-Atsushi conoces mis gustos.-comentó al notar las avellanas y el chocolate que tenía en el interior.

-Cosa de tu hermano, no sabía cual elegir y decimos entre ambos que sería esta.-dije con una sonrisa apoyando mi codo en la mesa y mi mentón sobre mi mano, observándolo de reojo.

-Quiero cumplir muchos años a tu lado.-comentó llenando dos copas de vino.-¡Brindemos para que llegue hasta los sesenta años como hasta ahora!

-Pides mucho.-dije chocando la copa.-Dudo llegar a ese cumpleaños, a no ser que sea una pasa vieja y fea.-reí bajo aunque me dolía admitir que ya no era un niño.-Una pasa aferrado a un andador mientras temblequean mis piernas y brazos.

-No seas idiota tan sólo tendrás setenta y ocho años.-replicó.

-¿Ves? Una pasa.-comenté antes de dar un buen mordisco al pastel.-Está muy bueno.

-Sí, eres un viejo.-dijo antes de besar la comisura de mis labios mientras me relamía la boca.-Pero eres mío.

-Seré viejo, pero con talento en la cama.-murmuré tomándolo por la cintura para pegarlo bien a mí.

-En la cama, en los labios, en la mente...-comentó cortando un trozo pequeño de su porción.-¿Para qué querría yo un niñato estúpido pudiendo estar con un hombre de verdad como tú?-preguntó con cierta picardía y yo poco o nada podía resistirme a ello.

-Un hombre de verdad que te lo haría ahora mismo, si esos dos no estuvieran por ahí husmeando.-susurré mordisqueando su cuello, mientras acariciaba el inicio de su cremallera.-No me tientes.

-Pero no podemos montarnos algo con nuestros amigos en casa. Además esto.- hizo un inciso al poner su mano en mi entrepierna.-Debemos calmarnos, no querrás tampoco que mi hermano nos agarre con las manos en la masa literalmente.-sonrió al decir aquello, tenía razón y no la tenía. A él le importaba el qué iban a pensar, a mí no.

Besé su cuello sin escucharle para pegarlo más a mí, abrazándolo bien.

-No es mi culpa.-intentaba exculparme de cualquier comportamiento sexual que pudiera tener.-Según unos estudios el sexo es bueno para evitar infartos.-susurré.-Anda... Phoenix dame mi medicina.

Cuando dije aquello él se levantó y se marchó hacia él sofá. Yo simplemente lo seguí y lo recosté debajo de mi cuerpo. Él se negaba con palabras, pero no ofrecía resistencia alguna.

-No deberíamos porque si bajan será una situación incómoda.-susurró entre jadeos, porque mis manos no paraban de acariciar su cuerpo bajo su ropa y mis labios no cesaban en rozar su piel.

Lo recosté bien en el sofá y me quedé sobre él cubriéndolo por completo con mi cuerpo. Mi boca se pegaba a la suya y mi cadera se movía a ritmo lento rozándose contra él, mientras sus piernas me rodeaban pegándome más a su cuerpo. Gruñí bajo sintiendo como todo mi cuerpo pedía más contacto.

-No gruñas, ¿acaso eres perro?- preguntó jugueteando con su mano debajo de mi pantalón y la otra sobre mi torso, rozando leve mi boxer y mi vientre.

-Soy gato en celo.-susurré mordisqueando su cuello.-Dame mi medicina.-dije una vez más.-Estoy enfermo del corazón y necesito mi pastilla. Dame mi dosis.

-Si el doctor nos viese te pondría cinturón de castidad para que siguieras sus recomendaciones, y entonces yo moriría.-ladeó su cuello para que pudiese morder bien su piel tan blanca como siempre.

-En serio... es bueno para el corazón.-susurré mordisqueando su cuello mientras metía mi mano en su bragueta.-Te amo.

-Atsu, no deberíamos con Kamijo y Jasmine arriba.-murmuró algo avergonzado mientras seguía con sus caricias bajo la ropa.

-Ellos lo hicieron en nuestra cocina...-le recordé levantando un poco su jersey. Mi boca se movía inquieta sobre sus pezones y su ombligo. Yo estaba rogando que esos se tardaran.

Jasmine es ninfomano y desvergonzando.-al escuchar aquello reí tomando su mano.-Es distinto.-gimió bajo al notar como había metido su mano bajo la tela de mi boxer.-Te amo gato cruel.

Comencé a besarlo siguiendo con mis caricias sobre su miembro, sin sentir los pasos de aquellos dos. Iban bajando por la escalera y yo seguía a lo mío. Sin embargo, Phoenix sí los escuchó y me dio un buen empujón tirándome la otro lado del sofá. Como pudo se colocó bien la ropa, yo simplemente me subí la cremallera.

-Emma no tiene enfermedad alguna, es de confianza y jamás haría algo para dañarme y aunque no lo creas... tampoco a ti.-iba diciendo cuando entró en el salón. Me percaté que se lo había contado y él notó que yo estaba más animado que de costumbre.

-¿Toman un poco de torta?-dijo tras carraspear y poner la mejor de sus sonrisas. Se levantó para cortarles un trozo a ambos y verter un poco de vino en dos copas nuevas.

-Jasmine si comes mucho te sentará mal.-dije intentando disimular mi erección. Me senté en la mesa y la oculté con el mantel de fiesta.

-No creo que le siente mal.-respondió Kamijo sentándose a su lado acariciando sus cabellos. Parecía intentar pedir perdón, pero no sabía a santo de qué. Tenía que enterarme de todo lo que había pasado, pero él no me lo diría.

-La fiesta se arruinó un poco.-dije suspirando mientras comía un poco de tarta.-Kamijo ¿sucede algo?

-No, nada.-respondió con una sonrisa leve abrazando a Jasmine y besaba uno de sus hombros.

Jasmine y Phoenix comenzaron a conversar. Phoenix hacía lo posible porque su mejor amigo se animara. Kamijo y yo simplemente comíamos tarta en silencio. Pero una llamada de móvil me sacó de mi tranquilidad. Ambos se marcharon corriendo sin decir a donde. Yo simplemente me preocupé, si bien confiaba en Phoenix y en sus decisiones.

Al quedarnos solos mi amigo comenzó a contarme todo. Me dijo que habían hablado y que Jasmine se negaba a sus planes. Estaba derrumbado porque lo había visto todo tan cerca y de una forma tan fácil. Se hundió. Noté como se hundía de nuevo aunque intentaba tomárselo con filosofía. Yo comprendía a su pareja, su personalidad no era para nada paternal.

Nos hicimos unas buenas tazas de café y seguimos con los dulces. Parecíamos dos adolescentes que se estaban perdiendo la cita especial del baile. Sentados en el sofá, con chocolates, clinex y café; tan sólo faltaban Los Puentes de Madison de fondo para hacerme sentir una maruja hundida en la miseria.

-Tú al menos no has discutido con tu pareja, no sé porqué comes dulces.-comentó tras dar un trago de café.

-Vosotros me habéis quitado una oportunidad perfecta para tener a mano sus nalgas de veinteañero.-dije como leve reproche.

-Sí, pero tú hoy seguro que tienes sexo.-aquel comentario me hizo girarme hacia él y palparle la frente.

-¿Tú? ¿Tú el señor frígido quiere sexo?-interrogué.

-Cuando discuto con él me dan ganas de sexo descontrolado.-susurró sonrojándose mientras miraba la taza de café.

-Vas a terminar siendo masoquista.-dije dejando mi plato en la mesa.

-Cuidado que ese no es mi campo.-comentó echándose hacia atrás.

En ese instante llegaron Phoenix, Jasmine, Hero y Seth. Seth tenía un labio roto y bufaba como gato panza arriba. Phoenix no dejaba de regañarle una y otra vez. Jasmine simplemente acariciaba los cabellos de Hero, tenía un buen golpe en el pómulo y parecía haber llorado.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt