Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 19 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 15 - La polvora en el aire IV


-Les dije que no pasaran.-escuché a mis espaldas la voz del médico.-Aún así, él puede quedarse.-colocó bien sus gafas.-Supongo que es el esposo ¿verdad?-preguntó y yo sólo asentí tomando de la mano a Phoenix.

Taylor y Lionel salieron como nosotros de la habitación y el doctor cerró la puerta. Los cuatro estábamos en el pasillo sin saber bien cómo actuar. Era evidente que Taylor y yo jamás nos íbamos a reconciliar, jamás habíamos sido otra cosa salvo enemigos, si bien en ese instante estábamos siendo civilizados.

-Deberíamos irnos a casa Taylor.-dijo Lionel.-Nico tiene que estar volviendo loco a las chicas.-sonrió iluminándose leve su rostro.-Además de pintar las paredes y manchar todo de chocolate.-tiró leve de él y miró a Phoenix.-Cariño si Jasmine despierta o hay algo relevante llámame.-mi pareja sólo asintió.-Cuidaos vosotros dos y también cuidar a Kamijo. Debe sentirse muy solo, agobiado, triste, dolido y a la vez vengativo.-suspiró y nos miró a ambos.-Si necesitáis algo tú tienes mi móvil, Phoenix.

-Buenas tardes.-fue lo único que dijo Taylor antes de girarse y caminar por el pasillo abrazado a Lionel.

-Es un buen chico.-murmuré.-Y él sigue siendo un demonio.

-Hacen bonita pareja.-comentó Phoenix.

-No más que nosotros dos.-dije abrazándolo para besar su sien.-Ya verás que Jasmine se pondrá bien.-susurré acariciando sus cabellos.-E intentará competir contigo en quién arruina antes a su esposo, con la tarjeta de crédito.

-Tendríamos que traer todo lo necesario a Kamijo, necesitará ropa si se queda en el hospital junto a él.-murmuró quedándose pegado a mí.

-Preguntaré a Kamijo qué es lo que desea que hagamos por él, no podemos precipitarlos y hacer lo que creamos oportuno.-sabía que mi amigo era alguien peculiar, demasiado, y podía sentirse ofendido, o molesto, al verse tan desvalido.

Dos enfermeras caminaron de forma apresurada por el pasillo para entrar en la habitación. Me temí lo peor, si bien noté como sacaban a Jasmine para cambiarlo hacia la puerta colindante. Esa habitación tenía un enorme ventanal al jardín. El jardín del hospital estaba lleno de árboles, rosales, arbustos y flores. Aquel lugar parecía un paraíso incluso en invierno, puesto que había plantas que florecían en épocas de frío y otras en primavera.

Kamijo iba tras aquel cortejo de sueros y aparatos. Parecía sumido en el dolor, un dolor desquiciante. Su cabeza estaba gacha y arrastraba los pies. No quedaba nada del Kamijo que parecía vivir en una pompa de felicidad, tan sólo quedaba su elegancia. Era un hombre que no perdía ese toque aunque los demonios parecieran rondar su reino.

Yo tenía aferrado a Phoenix. Le abrazaba para que no viera el dantesco espectáculo de Jasmine. Si bien él estaba llorando con sus ojos fijos en él, pero después centró su atención en Kamijo y su dolor. Lo tomó de la manga y lo abrazó, él no pareció sorprendido por esa reacción.

-Estará bien Kamijo.-susurró aún sollozando.

-Phoenix déjalo.-dije tirando leve de él.-Déjalo tranquilo.-susurré.-Mejor vayamos a por algo para que se tranquilice.-comenté acariciando sus cabellos.-Algo de beber.-dije tomándolo de la cintura.-Seguro que necesita una tila.

-No, estoy bien.-dijo girándome hacia nosotros con el rostro lleno de lágrimas.-Gracias a los cuatro por todo.-susurró con una sonrisa amarga.-Yo ahora necesito estar a solas con él vigilándolo.-masculló.-No quiero nada más.

-Bajaré a la farmacia y te compraré un calmante suave.-dijo mi pareja acariciando uno de sus brazos, tomándolo de la mano.-¿Quieres que me quede hoy?-susurró girándose hacia la habitación, observando que era algo más grande que la anterior y más luminosa.-Han sido demasiadas emociones fuertes y puedes quedarte en casa si quieres.-murmuró antes de entrar dentro junto a su amigo.

-No, realmente no deseo nada.-murmuró abrazándose para luego mirarme a los ojos.-¿Podrías ir a mi casa Atsushi? quiero que tires o metáis en taper la comida que ahí allí... y que traigáis las flores que le compré... sólo pido eso.-entonces apoyó su frente contra mi pecho y susurró bajo para que Phoenix no le escuchara.-Y trae mis pastillas para la esquizofrenia.-alzó la vista y me miró con los ojos perdidos.-Están en un pastillero de plata.-acaricié su rostro y él volvió a llorar.

-Sí, dame las llaves y vamos.-dije estirando la mano para que dejara sus llaves con aquel llavero con nota musical. Él era música, todo él era un conjunto de notas musicales que se entrelazaban.-¿Quieres algo más?-pregunté en tono suave.

-No, sólo eso.-entonces se apartó.-Bueno si es posible quiero una botella de agua.-fue hacia la habitación y se quedó junto a Jasmine entrelazando sus manos.

-Vamos Phoenix.-dije tomándolo de la mano.

-Te traeremos una manta porque puede que haga frío en la noche.-se giró hacia mí y empezó a salir de la habitación.-Te prometo que volveremos pronto.-susurró.-Si necesitas algo, por mínimo que sea, llámame.-se lo había dicho varias veces, pero Kamijo era Kamijo. A pesar de su elegancia, de su dulzura, era un hombre orgulloso y no permitía debilidades. Se apartó de mí y lo abrazó para besar su mejilla.-Estaremos para ti a cualquier hora.

Tomé entonces a Phoenix de la cintura y nos marchamos. Me había visto mil veces en la situación de Kamijo en mis peores pesadillas, por la enfermedad de mi pareja, también por los recuerdos de mi madre. Pero verlo a él, alguien que parecía tener una vida plena, y a Jasmine era otro cantar.

Pedimos un taxi para ir hacia el apartamento de nuestros amigos. Phoenix estuvo bastante silencioso, su ceño estaba levemente fruncido y sabía bien qué podía estar pasando por su mente. Me dolía verle así, me lastimaba saber que Jasmine estaba prácticamente agonizando y que Kamijo podía verse sin él.

Al llegar a su casa tomé una manta, las rosas y pedí a Phoenix que me ayudara a recoger todo. Me quedé pensativo y al final fui a por su neceser, hurgué por todo el baño y lo encontré. Tomé pasta de dientes, cepillo, crema de afeitar, cuchillas, colonia, peine, el pastillero y una pequeña toalla para el aseo. Por supuesto agarré una bolsa y lo metí ahí con la manta, la botella de agua, mudas y el cargador del móvil que lo tenía en la mesilla. No sabía bien si era el suyo, o el de Jasmine, pero aún así lo tomé. Kamijo había dicho que no quería nada más que lo imprescindible, pero necesitaría eso y más.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt