Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 21 de marzo de 2010

Dark City - capitulo 15 - La polvora en el aire V


Al llegar a su casa tomé una manta, las rosas y pedí a Phoenix que me ayudara a recoger todo. Me quedé pensativo y al final fui a por su neceser, hurgué por todo el baño y lo encontré. Tomé pasta de dientes, cepillo, crema de afeitar, cuchillas, colonia, peine, el pastillero y una pequeña toalla para el aseo. Por supuesto agarré una bolsa y lo metí ahí con la manta, la botella de agua, mudas y el cargador del móvil que lo tenía en la mesilla. No sabía bien si era el suyo, o el de Jasmine, pero aún así lo tomé. Kamijo había dicho que no quería nada más que lo imprescindible, pero necesitaría eso y más.

Terminé sentándome en la orilla de su cama. Era una de esas camas amplias, excesivamente amplias, en una habitación decorada con sumo gusto. Podía notar el toque de Kamijo por toda la habitación, y no soló por ella sino por toda la casa. No era el típico hombre que no sabía decorar, más bien su elegancia daba un toque de nostalgia y belleza. Suspiré mirando la lámpara de diseño que colgaba del techo y luego miré el tocador. Recordé que Jasmine era alguien que amaba perfumarse, pintarse las uñas e incluso maquillarse. Fui hacia el tocador y tomé en una pequeña bolsa lila unos perfumes, las lacas de uñas que estaban allí y su cepillo.

Mientras tomaba esos objetos los repasaba. Eran retazos de una vida que parecía apagarse lentamente. Una llama que intentaba sobrevivir mientras unas fuertes rachas de aire deseaban su muerte. Jasmine siempre fue un hombre de aspecto frágil, si bien en su interior era fuerte y no quería pensar que alguien como él se dejaría ganar por una simple bala.

Volví a sentarme en la cama guardando ese neceser junto al otro, uno más robusto y con toques dorados sobre su piel negra. Phoenix entró en la habitación y se quedó mirándome como quien ve una aparición. Yo lo tomé de las manos y él se sentó sobre mis piernas. Mis manos acariciaban suavemente sus hombros, sus brazos y luego su rostro. Estaba roto, casi sin vida, tras ver entubado a su mejor amigo; Jasmine para él era su hermano más que un amigo, era su fuerza y su mayor apoyo.

-Me preocupan.-susurró.-Jasmine me preocupa por lo obvio y Kamijo por como lo vimos hoy.-acarició mi pecho dejando allí sus manos.-Lo vi muy mal Atsushi.

-Phoenix es su esposo ¿comprendes?-le tomé del rostro para mirarle fijamente a los ojos.-Es normal que esté hundido.-susurré.-Y además juraría que ayer en casa estuvieron discutiendo.-me acomodé mejor en aquel colchón.-Kamijo quiere ser padre y sé que Jasmine no cederá jamás.-sentencié.-Y si cede no sé a fuerza de qué milagro.

-Sé que estuvieron discutiendo, él me lo confesó.-dijo levantándose de mis brazos para quedar frente a mí.-Jasmine se siente feliz junto a los niños, les gusta cuidarlos, pero no quiere propios. Si cede lo hará de muy mala gana y seguramente haga una muesca en su matrimonio.-suspiró y me miró con una sonrisa amarga.-Vamos ya al hospital.-estiró su mano hacia la mía.-No quiero dejarlos tanto tiempo solos.

-¿No estaba Margarita? Es una de sus dependientas.-comenté rascándome la mejilla.-Sé que ella estaba allí, o al menos su colonia perfumaba todo el pasillo. Es un aroma dulce a azahar, inconfundible.

-Sí, pero ya no estaba. Selene tampoco rondaba por allí, tal vez están dando sus versiones del suceso a la policía.-dijo antes de que apretara su mano y comenzáramos a salir de la habitación.

-No creo que hayan visto mucho si ese intento de asesinato ha sido un encargo, habrán visto lo mínimo y con el jaleo no se acordaran de la mitad.-fue muy sincero eso que dije, pero así era.

Un asesinato orquestado por la mafia es un asesinato perfecto. Solían ser coches que se aparcaban a un lado de la acera, el asesino se bajaba y disparaba. Después del ruido del disparo se escuchaba el coche acelerar y nada más. Era algo de segundos, no era algo que uno pudiera retener con fuerza en la memoria.

-Sea como sea debemos esperar.-comentó.-Doy por hecho que la policía actuará rápido.-yo no estaba seguro de ello, por eso preferí no decir nada al respecto.

-¿Crees que debería meter clinex?-interrogué.-Pero no he visto ni uno por toda la casa, deberíamos comprarle alguno de esos perfumados que usa.-comenté ya en el salón observando desde lejos su piano.-Y también algo de comer.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt