Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 8 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad VI


-¿Qué es?-preguntó alzando su ceja izquierda.

-Un amigo dirige un teatro y quiere estrenar una obra literaria de otro amigo mío.-dije intentando entrar en el tema que me importaba en ese instante.-Me pidieron que volviéramos los cinco, que volviéramos a ser lo que fuimos, y que actuáramos tras la tramoya en las distintas escenas de la función.

-¿Te das cuenta de cómo está la situación? Yutaka te echará su perro guardián si te acercas, su hermano te quiere meter las baquetas por el orto y no olvidemos a nuestro malcriado Imai... que desea despellejarte.

-No me lo recuerdes más.-dije llevándome las manos a la cabeza.

-Te va bien como solista.-comentó encendiéndose otro cigarrillo.

-Que bien, me va genial como solista.-comenté en un tono sarcástico.

-Oye tienes buenas ventas, varios clubs de fans por todo el mundo y has conseguido algo como eso en muy poco tiempo.-dijo mirándome fijamente para luego calar el cigarro.

-Sí, todo eso es perfecto. Además canto lo que quiero, hago yo sólo los arreglos y las covers no están mal.-respondí.-Pero la verdad es que me siento mal. No me encuentro. Sin vosotros no soy yo.

-Necesitas los gritos de Anii, a Yutaka correr desenfrenado tirándose del cabello porque no llega a encontrar el ritmo perfecto, Imai levemente ebrio haciendo el idiota mientras tú le reclamas que necesitas los arreglos a tiempo y a mí prácticamente rogando por un poco de paciencia.-sonreí, al igual que él, cuando dijo aquello.

-Sí, necesito esa pizca de locura.-susurré.

-Es casi imposible, por no decir que es un sueño demasiado estúpido.-se levantó calando el cigarro mientras ideaba algo.

Se paseó por todo el salón y observó la ciudad en aquel gran balcón que poseía el apartamento. Claro que todo estaba a prueba de críos y era imposible abrir las ventanas sin saber el código de seguridad. Pegó sus manos en el cristal y dejó salir la nicotina por la nariz agachando la cabeza. Parecía no encontrar la idea brillante que buscaba. Se giró hacia mí apoyando su espalda en la cristalera, me observaba como aquel día que le confesé que debía marcharme.

-No sabes qué decir.-susurré.

-¿Recuerdas cuando tuviste que decirnos sayonara? Lo hiciste de una forma extraña. Fui al único que le dijiste las razones.-parecía haberme leído el pensamiento, como siempre, y sonrió de forma amarga.-No supe qué decir, tampoco quise contarles la verdad a ellos hasta que llamaste años más tarde para dar tu explicación.

-Lo sé. Jamás fui sincero con el resto.-dije colocando mis manos en sus hombros.-Soy un irresponsable, pero a veces me es imposible decir lo que siento y termino siendo sincero cuando menos lo esperan.

-No es tu falta de valor o sinceridad.-comentó.-Sincero eres porque te conviertes en una bola de fuego, dices lo que piensas y arrasas con todo, pero en estos temas que nos concierne intentas no lastimarnos y nos dañas más de lo que crees.-susurró antes de llevar el cigarrillo a sus labios y dar una leve calada.

-Porque vosotros sois mi familia. Sois la familia que escogí.-me aparté de él y me quedé de espaldas cerrando mis manos.-Sois mis hermanos.-me giré leve con el rostro lleno de lágrimas, pues no podía más con la situación y necesitaba desahogarme.

-Los hilos del destino nos atraparon a los cinco y terminamos siendo uno.-susurró apagando el cigarrillo pisoteándolo en el suelo.-Atsushi.-dijo abriendo sus brazos para que yo lo abrazara.

-Hidehiko lamento todo el daño que he hecho.-susurré aferrándome a él.

-Sigues siendo el melenudo inmaduro y picapleitos que conocí en la secundaria.-susurró acariciando mis cabellos.-Tan estúpido como siempre, pero con buen corazón.

-Y tú siempre en medio de todos de abogado del diablo.-dije en un murmullo que no sé si escuchó.

-Creo que podría hablar con Yutaka, quedar con él a solas y conversar unas horas. Tal vez él comprenda poco a poco el porqué de todo.-murmuró.-Tendré que decirle el porqué real de tu huida de Japón.

-Él ya lo sabe.-dije apartándome de él.

-No, no sabe que lo hiciste para que no le hicieran daño. Él sólo piensa que fue por tu hermano y tu madre. Pero yo sé que también fue por él.-suspiró.-Realmente en esa época le amabas Atsushi. Realmente le amaste una vez y creo que siempre deseaste despedirte de él, de ese amor que sientes por él, pero no puedes porque ya es parte de ti. Por ello aceptaste las aventuras que tuviste en tu pasado matrimonio y las de hace unos meses.-me miró fijamente a los ojos y luego sonrió de forma canalla.-Para ti él no es un segundo plato, es parte de ti mismo.

-¿Piensa que siempre es mi segundo plato?-interrogué.

-Él y todos. Pero yo creo que comprendo bien tus sentimientos. Quieres estar con él y no puedes. Ya le dijiste adiós a tus sentimientos por salvarlo de los golpes de tu padre, jamás le dijiste quién era el chico que amabas por miedo, y nunca pudiste hacerlo público. Todo eso es una espina que se clava en el corazón y termina supurando pus, una pus que envenena los sentidos y te hace cometer tonterías.-recogió la colilla del suelo y fue hacia el cenicero del otro lado de la habitación.-Atsushi.-dijo girándose hacia mí.-Hasta que no digas toda la verdad sentirás que te pertenece porque nunca podrás decir adiós a todo. Él ya te dijo adiós, o eso creo, y ahora es absolutamente feliz con Max.

-¿Y yo no lo soy?-pregunté confuso.

-No lo eres porque sabes que él es feliz lejos de ti. No puedes asumir la verdad.-murmuró.-Porque no le dijiste todo lo que tenías que decirle, no has saldado tu deuda, y claro que tampoco te has despedido frente a frente. Por eso sigues así.

-Debiste estudiar psicología.-susurré.

-Con vosotros cuatro tengo hecho un master.-rió a carcajadas y yo relajé mi rostro.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt