Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 14 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad XII


-El culpable de todo soy yo, no él.-dije acariciando sus cabellos.-Ahora él es feliz al lado de ese chico. Pero yo quiero participar de esa felicidad siendo sólo su amigo, tan sólo quiero volver con mi grupo y disfrutar de la vida como cuando era un crío.-murmuré y él me miró a los ojos.-Te juro que no quiero a nadie más que a ti, no quiero a otro en mi cama ni en mi vida.

-No quiero que se acerque a ti y tampoco quiero que tú lo hagas a él.-murmuró encogiéndose en la cama.

-Lo siento pero sí quiero acercarme a él, necesito tenerlo como amigo y volver a estar bien con el resto de la banda. Comprende que si borro a Yutaka y al resto es como si borrara parte de mi juventud.-le miré a los ojos y él simplemente me escuchaba dejándome hablar.-Yo soy Atsushi Sakurai, pero sin ellos no hubiera pasado de un matón de medio pelo con el ego demasiado alto.-susurré antes de levantarme e ir hacia la puerta.-Phoenix le debo mucho a todos ellos.

-Está bien.-murmuró.-Pero si me eres de nuevo infiel no te lo perdonaré.

-No lo seré.-dije con voz firme. Aunque nadie puede dar todo por cierto o hecho.

Me fui al despacho y estuve ordenando los fax que llegaban de mis empresas. Muchos eran la copia de la contabilidad del cierre del año. Algunos eran informes sobre nuevos productos para lanzarlos al mercado y otros pequeñas puntualizaciones sobre las ventas del trimeste.

Telefoneé a una de las empresas en Osaka. Parecía tener pequeños problemas con un nuevo producto. Eran unas nuevas sales para el baño diario. Tenía empresas de todo tipo y esa siempre había dado buenos resultados. La respuesta fue que habían cometido un error en el formato, por lo tanto las personas no querían comprar tantas sales, debían de hacer un tamaño medio y otro familiar. Incrementaría los costes pero aumentaría las ventas a la larga. También estuve llamando a varias de mis empresas en Bélgica, otras en Italia y una de este país. Eran las que peor resultado tenían. Iban desde aseguradoras, ventas de juguetes o servicios turísticos. Pensé que la diversidad en los negocios era mejor. Tener varios tipos de empresas te dan que puedan ayudarse con los productos unas a otras. Muchas llevaban fundadas desde la época de mi abuelo, otras desde que mi padre lo hizo y la mitad que ahora surgía eran gracias a mí. Realmente daba gracias a las comunicaciones avanzadas, sino hubiera sido imposible en otras épocas.

Después de mis llamadas pasé a escuchar música. Era música tradicional japonesa. Siempre me gustó la magia y el encanto de las tradiciones de mi país. Me parecía un mundo de contrastes y en ese mundo de contrastes yo había tomado los míos. Me había convertido en un hombre hecho pieza a pieza, pero faltaba la más importante. No tenía a penas alma si los chicos no volvían a mí. Me quedé meditando y rememorando cosas de la juventud, cosas que creí olvidadas.

Vino a mi mente mi primera borrachera. Fue una borrachera a base de cerveza y sake. Estaba en compañía de mi amigo Imai. Habíamos bebido durante horas. No podíamos dar un paso y mis recuerdos se vuelven difusos ahí. Sólo sé que despertamos en casa de Hidehiko rogando piedad por el ruido que hacía la cisterna de su aseo. Reí a carcajadas al recordar aquello, sobretodo por la cara de Imai a punto de llorar. En esa época parecía un muñeco de porcelana perfecto, el paso del tiempo le dejó marcas de dolor y angustia. Creo que aunque teníamos problemas no sentíamos su peso, la carga que implicaba aceptarlos.

También recordé el primer concierto. Un pequeño local atestado de jovencitas que nos aplaudían. Ya estaba más habituado al alcohol y no caía con un par de botellas. Sentía aún el calor de aquel foco pequeño que nos iluminaba. También el ruido de aquellas canciones penetrando por las tablas achacosas que pisábamos. Dios mío, era como ver el paraíso otra vez. Poco después de ese concierto conocí a Megumi y se unió a nosotros.

Solía decir que una chica siempre molestaba, pero que ella podía darnos buenas ideas para temas románticos. Teníamos temas de todo tipo, menos románticos. Creo que no nacimos con ese don que tiene Kamijo o Paulo, no éramos capaces de hacer nada a derechas.

Durante más de tres horas recordé en silencio todo aquello. Podía escribir mis memorias de juventud y faltaría papel. Serían páginas y páginas de anécdotas tontas. Sin embargo esas anécdotas tontas me hacían sonreír aunque no deseara hacerlo. Algunas ya las conocía Hizaki o Hero, pero pronto tendría que contárselas a Takumi y a Jun. Miho no estaba en mis planes. No quería contarle como era cuando joven porque sabía que no me creería. Ella me había conocido de una forma extraña y seguía siendo un ser raro en su vida. Si bien, yo deseaba escuchar de sus labios papá, o padre, y sólo escuchaba viejo Sakurai. Hizaki era de la opinión que si le contaba todo tal vez me comprendería, pero yo estaba seguro que no querría escucharme.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt