Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 15 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad XIII


Durante más de tres horas recordé en silencio todo aquello. Podía escribir mis memorias de juventud y faltaría papel. Serían páginas y páginas de anécdotas tontas. Sin embargo esas anécdotas tontas me hacían sonreír aunque no deseara hacerlo. Algunas ya las conocía Hizaki o Hero, pero pronto tendría que contárselas a Takumi y a Jun. Miho no estaba en mis planes. No quería contarle como era cuando joven porque sabía que no me creería. Ella me había conocido de una forma extraña y seguía siendo un ser raro en su vida. Si bien, yo deseaba escuchar de sus labios papá, o padre, y sólo escuchaba viejo Sakurai. Hizaki era de la opinión que si le contaba todo tal vez me comprendería, pero yo estaba seguro que no querría escucharme.

No me percaté de la hora que era hasta que Phoenix vino con Jun para que yo le diera las buenas noches. El pequeño se aferró a mí algo adormilado y yo simplemente me quedé en silencio acariciándolo. Habíamos discutido, siempre después de una discusión había un momento de tensión que me ahogaba. Me levanté del asiento del despacho y lo bordeé, para luego ir a su habitación dejándolo prácticamente dormido en su cuna.

-Está creciendo rápido.-murmuró Phoenix tomándome de la mano donde tenía la alianza, a pesar que la boda no la habíamos podido realizar por aquel trágico asunto.

-Sí.-susurré acariciando los cabellos de nuestro hijo con mi mano libre.-Pronto correrá por toda la casa, después tendrá problemas en el colegio, terminará sacándome de las casillas y se irá de casa cuando me haya acostumbrado a que salga a hurtadillas fuera de hora.-dije sin apartar la vista del pequeño.-Parece todo muy lejano pero los años van pasando.

-Mi hermano ha crecido mucho estos años.-murmuró.-No quiero que crezca tan rápido. Cuando empiezan a tener diez años ya vas perdiéndolos, vas viendo como crecen rápido sin que te des cuenta.-se aferró a mí y me tomó del rostro.-Se parecerá a ti, tiene tus mismos rasgos.

-¿Y tu hermano?-pregunté tomando sus manos para acariciarlas entre las mías.

-Ha quedado con un chico.-murmuró.-Te aseguro Atsushi que no está volcado en las drogas, parece más bien idiotizado por ese chico.

-Algo me dijo Hero, algo de que Seth estaba enamorado de un chico mayor.-reí bajo.-Tiene tus genes, le gustan hombres mayores.

En ese momento comenzamos a besarnos. Sus manos fueron a mi cinturón tirando leve de él, al igual que tiraba leve de mi labio inferior. Además de la tirantez existía el deseo sexual. La chispa de cualquier pareja era discutir para luego reconciliarse.

Mis manos fueron a su cintura acariciando su piel por debajo de la camiseta. Su piel caliente y suave me excitaba. Sus manos se quedaron enganchadas al cinto. Sus ojos estaban entrecerrados disfrutando de mis caricias, del inicio del ritual fantástico de la depravación.

Besé sus labios quitándole el aliento, devorando su boca hasta sentir como sus piernas temblaban. Seguía teniendo las mismas reacciones que cuando empezó esta locura. Mi boca se pegó a su cuello y mordí fuerte.

-Atsushi.-gimió bajo pegándose más a mí.

-Vamos a nuestro cuarto.-dije empujándolo hacia fuera, para llevarlo hacia el dormitorio.

Arranqué la ropa que llevaba haciéndola jirones. Mis manos se aferraron con fuerza a su cintura y mordí fuerte su cuello. Iba a ser bestia. Quería demostrarle quien mandaba y también mis sentimientos. Tomé la camiseta que había roto y até sus manos detrás de su espalda. Él sólo me miraba excitado y tembloroso. Lamí dos de mis dedos y lo introduje en su interior. Notaba como había empezado a dilatarse sólo por la expectación.

-Atsushi.-murmuró sonrojado.

No dejaba de estimularlo con una sonrisa indescriptible en mis labios. Me gusta verlo tan mío, tan entregado. Tras cada pelea se volvía más dócil, todo porque sabía que mis reacciones podían ser imprevisibles. Me desnudé dejándolo a él tumbado en la cama. Después le hice mío de forma brusca y profunda. No esperé a estimularlo, jugar o simplemente deleitarme con el momento. Yo simplemente entré en él. Tiraba de su cabello y lo pegaba bien a mí, quería que las embestidas fueran lo más profundas posibles.

-Ai shiteru Phoenix.-susurré poco antes de terminar dentro de él.

Después simplemente me levanté, desaté sus muñecas y fui a la ducha. Él no podía moverse. Mientras me movía él sólo gemía y gruñía de dolor. El placer y el dolor se mezclaba usualmente con el sexo que teníamos. Para mí ser brusco era algo imposible de controlar.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt