Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 16 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad XIV



[Toda novela dramática tiene un punto de humor ¿no creen?]




Al encontrarme nuevamente en la ducha me percaté de lo estúpido que había sido con él. Debí llamarlo y avisarle, contarle todo antes que se enterara por terceros. Si bien, jamás reconocería ese error. Siempre me guardaría bien en el fondo de mi alma todo lo que pensaba al respecto. No debía mostrarme débil o conciliador en ese aspecto.

Cuando regresé al cuarto él aún estaba recostado intentando recuperarse. Sonreí sentándome a su lado acariciando sus cabellos. Tomé una de sus manos y la besé. Él sólo gruñó bajo al intentar incorporarse. Se abrazó a mi cintura y yo sólo palmeé sus cabellos, para luego jugar con ellos entre mis dedos.

-No vuelvas a ser tan bruto.-murmuró.-No estaba preparado.

-Eso es lo emocionante del asunto.-respondí antes de escuchar como el móvil sonaba en los pantalones que había arrojado a alguna parte del cuarto.

-¿Quién será?-interrogó dejándome marchar.

-Paulo, Kamijo o Hizaki. Seguramente es uno de esos tres idiotas buscando consejo.-dije buscando por la habitación el pantalón. Cuando di con él sonreí al ver el número que marcaba en la pantalla.-Es Kamijo.

-Dile que no puedes ir siempre donde te necesita.-murmuró aferrándose a la almohada.

-Hablaré con él rápido, te lo prometo.-dije saliendo de la habitación aceptando la llamada.

-¡Atsushi!-gritó mientras escuchaba como algo se rompía haciéndose mil pedazos.-¡No! ¡Ese jarrón me lo regaló Paulo! ¡Por favor! ¡Ma cherie!

A lo lejos del aparato sólo se escuchaban gruñidos y bufidos. Parecía que Jasmine había entrado en cólera. Uno de esos ataques de ira que no podía reprimir. Me preguntaba como alguien de apariencia tan frágil podía ser tan fuerte en realidad.

-¡Deja de hablar con el inútil de Atsushi!-escuché gritar antes de que algo más explotara.

-¡Esa cajita la compré en Tokyo!-ese reclamo sólo le hizo chillar de una forma que me hizo recordar a Gozila a punto de fulminar media ciudad.

-¿Qué ocurre ahí?-pregunté.

-Te juro que sólo fui a entregarle natillas a Emma, tenía antojos muy fuertes.-murmuró.

-¡Dile que estábamos en mitad de una sesión de sexo! ¡Díselo! ¡No omitas detalles Kamijou Yuuji!-escuché llamarle por su nombre completo, aquello realmente tenía mala pinta. Mi madre, Clara y Clarissa solían hacerlo cuando estaban enfurecidas.

-¡No hay nada que decir!-escuché el tono de voz elevado de Kamijo y después como forcejeaban por el aparato.

-Atsushi ¿crees que es normal que este pedazo de zopenco vaya a cumplir todos los caprichos de esa maldita remilgada? ¿Crees que es normal que se deje espachurrar entre sus melones? ¿Crees que es normal? ¡Atsushi te estoy hablando!-el tono de voz y la voz de Jasmine se había vuelto completamente masculina, parecía un sargento a punto de encañonar a un soldado raso por no acometer órdenes.

-Jasmine.-susurré intentando no carcajearme.-¿Por qué no te tranquilizas y me cuentas todo? Matar a Kamijo sólo te dejará viudo.-nada más decir aquello dejó de resoplar.

-Estoy muy cansado, ya se lo dije a Phoenix.-murmuró.-Emma se está metiendo en nuestra vida y este cobarde sólo la defiende.

-Mis gafas de ver.-escuché decir a Kamijo a lo lejos.-¡Destrozadas! ¡Eran de diseño exclusivo!-se quejaba a lo lejos y él volvió a gruñir.

-¡Te romperé otra cosa exclusiva tuya que tienes entre las piernas si no paras de gimotear Kamijou!

Ya no pude refrenar mis carcajadas y empecé a reír tan fuerte que mi voz hacía eco por el pasillo. Me imaginaba a Kamijo metido en una trinchera intentando sobrevivir al bombardeo de platos y jarrones rotos. Tomé aire al escuchar a Jasmine comenzar a llorar, algo en mí se quebró.

-Lo lamento, pero no deja de ser cómico el asunto.-murmuré.-Jamás os vi discutir de esa forma.-regresé al cuarto y me senté en la cama junto a Phoenix. Él me miraba extrañado por las risas y comentarios.-Jasmine no puedes sulfurarte tanto.-dije notando como mi pareja me abrazaba por la espalda.-Kamijo es alguien que tiene un carácter dócil, sabes que es demasiado amable e intenta compensar a todos. Es su hijo lo que lleva esa mujer y teme no ser lo suficientemente agradecido.-suspiré.-Aunque tú tienes razón, puedes sentirte muy abandonado porque él recompense demasiado a la chica.

-¿Es Jasmine?-preguntó confuso.-¿Qué pasó? ¿Ocurrió algo malo?

-No, sólo que Jasmine se cansó de los continuos mensajes de Emma y todo lo que está haciendo esa mujer.-dije con el teléfono alejado y tapado.-Yo en su lugar intentaría calmarme, porque parece desear alejarlos.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt