Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 18 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad XVI

Este Scan una vez lo usé... pero le di otro significado y edición. Sigo diciendo que este hombre es uno de mis padres, es el hombre que me ha hecho imaginarme miles de situaciones y el causante de mi amor a Japón (también Kamijo). Así que... hoy publico de nuevo una edición de este increible scan ofrecido por Tigerpal.



No sé porqué pero este ritmo de canción es el ritmo de la última parte del texto... me imaginé esa canción, esas palabras, bajo la misma melodía. Tengo hoy metida la dichosa canción en mi cabeza, incluso la estuve cantando mentalmente mientras venía hacia casa en el bus. La verdad... pocos días soy realmente feliz y a la vez un desgraciado.

Princesa... te echo de menos. Permíteme seguir siendo el príncipe que te rescate de esa maldita torre... Ai Shiteru Miho...


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Incluso llegué a pensar que podía ser por simple venganza. Que ella realmente estuviera enamorada de la mujer que tuvo Kamijo y le culpara por ello. De ahí que tuviera el bebé sólo para tenerlo bien atado y martirizarlo. Pero podría ser lo contrario, que odiara a ella y el bebé sería una estúpida venganza de orgullo.

Mientras cantaba pasaban por mi mente mil imagines. Me imaginaba una mujer sensual con multitud de curvas, también una estilizada muchacha con gafas y sonrisa infantil, por supuesto la típica chica del montón con una mirada penetrante y un aura firme o la típica chica gruesa pero con encanto que consigue lo que se propone. Fuera como fuera la identidad de Emma era un misterio.

Cuando hice un receso llamé a Kamijo. No podía aguantarme las ganas de iniciar mi plan. De fondo se escuchaba mi voz en una de mis últimas canciones. Había compuesto una letra sobre la belleza, la vulnerabilidad que posee y el veneno que puede explotar en la cara de quien cae a sus encantos. Intentaban escucharla varias veces con distintos efectos de sonido y yo estaba en la cabina de producción.

-Kamijo.-dije cuando escuché como aceptaban la llamada.-Deseo hablar contigo en la cafetería próxima al estudio de grabación.

-Lo lamento.-susurró una voz femenina.-Kamijo acaba de salir a buscar un poco de helado.-dijo con un tono algo infantil.-¿Con quién tengo el gusto de hablar? Puedo dejarle el recado.

-¿Emma?-interrogué confuso. No podía ser otra más que ella.

-Sí.-dijo extrañada.-¿Cómo sabes qué soy yo?

-Soy Atsushi Sakurai, un buen amigo de Kamijo.-respondí aún intentando encajar esa voz dulce y sensual, pero a la vez firme, con las imágenes que me había creado de ella en mi cabeza.

-Le diré que llamó señor Sakurai.-murmuró.-¿Algo más?

-Quiero verlo inmediatamente.-dije antes de colgar.

Intentaba encajar todas las piezas del puzzle. Pocas veces había hablado de quién era realmente Emma. No sabía como conseguir información de ella por medio de Kamijo y él no me lo diría. Aún tenía el teléfono en la mano, lo miraba fijamente intentando recordar el número de uno de los detectives a los que recurría. Cerré los ojos y tomé aire recordando al fin uno de los agentes que recordaba. Era un hombre escuálido de aspecto enfermizo, siempre con un cigarro en la boca y con barba de días. Pedí que intentara averiguar algo sobre una tal Emma amiga de Kamijo Yuuji.

Después de mi encargo, de sentirme como perro tras su presa, fui a mi lugar. Grabé de nuevo una canción que no acababa de convencerme. Si bien, era buena en sí pero no la melodía que le intentaban aplicar. Hecho mi trabajo decidí irme a casa, pero antes que me marchara el móvil sonó. Sonó con información caliente sobre la chica.

Al parecer se llamaba Emmanuelle Rimbaud y su aspecto era el de un ángel, al menos así la describió. Supuestamente era una gran artista de la fotografía, había conseguido varios premios nacionales en Francia e internacionales en Tokyo y Bélgica. Por supuesto también se dedicaba al arte contemporáneo, pero eso era como afición y no como profesional. Se dedicaba a fotos sobre naturaleza muerta, así llamaban los bohemios a realizar fotos de espacios urbanos. Una mujer cosmopolita, una mujer encantadora.

Nada más llegar a casa subí a mi despacho y puse su nombre en los buscadores. Salían fotografías suyas, muchas portadas de revistas importantes y numerosa información sobre ella. Pero lo más inquietante fue ver sus fotografías sobre ella. Ella misma se había tomado fotos de forma artística para sus perfiles web. Siempre cargada con una cámara frente a un espejo, siempre con seriedad y maestría.

No sé como describir su aspecto, pero más que ángel parecía diosa o fantasía hecha carne y huesos. Esbelta con cara aniñada y ojos penetrantes, rubia de ojos azules que te dejaba parado sin saber qué pensar realmente de ella. No tenía demasiadas curvas, pero su cuerpo era increíble. Recordé entonces una mujer que había venido con Kamijo una vez, tan sólo fueron segundos cuando la vi. Su aspecto era mucho más desaliñado, si bien era ella.

Kamijo me había confesado que se dedicaba a la fotografía, pero jamás que era una experta. Tenía ante mí, en mi monitor, a la mujer que llevaba el hijo de Kamijo. Jasmine se sentía inferior a ella con ciertas razones, con demasiadas. Su pareja aún se sentía heterosexual, a pesar de estar con él, y esa mujer llevaba a su hijo. Si bien, Jasmine era la mitad que complementaba a mi amigo y él debía de estar seguro de los sentimientos que le profesaban.

-Deseos prohibidos a media noche, entre tus sábanas mujer. Suspiros en tu cuello, clavando mis dientes y bebiendo de ti tus orgasmos cargados de amor. Compláceme mi compañera, hazme vibrar entre tus piernas. Quiero hacerte el amor esta noche y agotarte, para que así recuerdes quién es tu dueño.-susurré aquello sin saber bien porqué. Era un escrito antiguo que tenía apuntado por algún lugar. Estaba seguro que se encontraba apalancado entre el montón de hojas sueltas.-Creo que seguiré ese escrito dándole un nuevo significado, tal vez es la canción que busco.-murmuré reclinándome en mi asiento y terminé por comenzar a reescribir todo aquello. Emma me había dado una idea, también su misterio.

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Lestat de Lioncourt