Esa noche fue horrible. Creo que no pararon de pasar coches patrulla porque muchos vecinos comenzaron a quejarse. Incluso estaba la seguridad privada. Era la zona alta de la ciudad. No permitían que su barrio se llenara de personas ajenas a ellos, personas que pisaban sus jardines y realizaban preguntas indiscretas sobre sus vecinos.
La siguiente semana fue algo movida. Empezaron a salir informes de corrupción, noticias relacionadas con la trama y también con mi vida. No sé como pero salió a la luz el suicidio de Lexter Dibua. Según los supuestos periodistas se suicidó porque no tenía escapatoria, sabía demasiado sobre mis trapos sucios y sobre los de Clarissa. Cuando iba a levantar el teléfono para llamar al programa ya lo había hecho mi ex.
“Tenemos una llamada en el teléfono de aludidos. Es algo sorprendente que ella nos halla telefoneado, es la señora Clarissa de la Rosa. Ella ha pedido que la dejemos rectificar esta información que tenemos de primera mano.
-Buenas tardes. Tan sólo deseo informarles que toda acusación hacia mi persona, sin pruebas y tan sólo por la audiencia, pasará a disposición de mis abogados. Espero que tengan una agradable tarde de primavera, la próxima vez los veré en los juzgados.”
El plató quedó en silencio, parecía un cementerio. Todos se habían quedado paralizados. Debían saber bien cómo se las gastaba Clarissa. No llamó para hacer drama, intentar convencer o simplemente rogar que dejaran de hablar de ella. Tan sólo lo hizo para soltar su amenaza en público. Fueron inmediatamente a publicidad sin dar paso, simplemente cortaron la emisión.
Yo me encontraba sentado en mi sofá, más bien recostado, con Phoenix adormilado. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, hora de siesta, y lo único que me desveló fue escuchar aquel nombre. El teléfono comenzó a sonar y estiré mi mano hacia él, intentando que Phoenix no se despertara, al aceptar la llamada era ella.
-Atsushi hay algo que debo contarte.-dijo nada más descolgar.
-Has entrado en un programa de prensa del corazón, donde gallinas cluecas sueltan rumores estúpidos que se inventan cuando van a defecar, y lo has hecho amenazándoles legalmente.-decía aquello acariciando los cabellos de Phoenix.
-¿Veías el programa?-interrogó.
-Esos programas son mejores que las dichosas pastillas para dormir.-murmuré intentando no bostezar.-¿Quieres que mi abogado se ponga de acuerdo con el tuyo? Creo que se hicieron grandes amigos cuando nos divorciamos, se veían las caras cada día.-murmuré con sarcasmo, sabía que se habían acostado esos dos brindando por el dinero que nos había costado el maldito divorcio.
-No, ya lo hará el mío.-comentó.-Sólo quería informarte yo antes que él te llame.
-Tranquila, no te alteres. Hizaki no cometerá ninguna estupidez, ha madurado. No creo que ventile ese maldito secreto. Además el tipo se mató, fue un suicidio sin más.-dije con una sonrisa en mis labios al notar como Phoenix balbuceaba en sueños.
-Sí, estoy tranquila.-respondió y yo reí bajo.
-Clarissa son casi treinta años. Aún eres parte de mi vida, lo serás siempre, y para mí eres alguien que aprecio.-entonces recordé algo que me comentaron. Ella parecía haber rehecho su vida con un jovencito, pero jamás le pregunté sobre ello. Al principio me pareció absurdo, después tuve en cuenta que era una mujer muy atractiva. Lo supe por Hizaki, pero fue un comentario lleno de ira, así que supuse que eran puros celos por complejo de Edipo.-Te deseo lo mejor, siempre lo he hecho. Así que respira hondo, vete de compras si puedes y toma un té con Olivier.
-Atsushi no me trates como una niña, eso me molesta mucho. Pero gracias por los consejos.-susurró y suspiró.-Debo volver a mis informes.
-Que tengas una tarde agradable y sobretodo relájate.-dije antes de colgar quedándome con la vista clavada en el móvil.
La siguiente semana fue algo movida. Empezaron a salir informes de corrupción, noticias relacionadas con la trama y también con mi vida. No sé como pero salió a la luz el suicidio de Lexter Dibua. Según los supuestos periodistas se suicidó porque no tenía escapatoria, sabía demasiado sobre mis trapos sucios y sobre los de Clarissa. Cuando iba a levantar el teléfono para llamar al programa ya lo había hecho mi ex.
“Tenemos una llamada en el teléfono de aludidos. Es algo sorprendente que ella nos halla telefoneado, es la señora Clarissa de la Rosa. Ella ha pedido que la dejemos rectificar esta información que tenemos de primera mano.
-Buenas tardes. Tan sólo deseo informarles que toda acusación hacia mi persona, sin pruebas y tan sólo por la audiencia, pasará a disposición de mis abogados. Espero que tengan una agradable tarde de primavera, la próxima vez los veré en los juzgados.”
El plató quedó en silencio, parecía un cementerio. Todos se habían quedado paralizados. Debían saber bien cómo se las gastaba Clarissa. No llamó para hacer drama, intentar convencer o simplemente rogar que dejaran de hablar de ella. Tan sólo lo hizo para soltar su amenaza en público. Fueron inmediatamente a publicidad sin dar paso, simplemente cortaron la emisión.
Yo me encontraba sentado en mi sofá, más bien recostado, con Phoenix adormilado. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, hora de siesta, y lo único que me desveló fue escuchar aquel nombre. El teléfono comenzó a sonar y estiré mi mano hacia él, intentando que Phoenix no se despertara, al aceptar la llamada era ella.
-Atsushi hay algo que debo contarte.-dijo nada más descolgar.
-Has entrado en un programa de prensa del corazón, donde gallinas cluecas sueltan rumores estúpidos que se inventan cuando van a defecar, y lo has hecho amenazándoles legalmente.-decía aquello acariciando los cabellos de Phoenix.
-¿Veías el programa?-interrogó.
-Esos programas son mejores que las dichosas pastillas para dormir.-murmuré intentando no bostezar.-¿Quieres que mi abogado se ponga de acuerdo con el tuyo? Creo que se hicieron grandes amigos cuando nos divorciamos, se veían las caras cada día.-murmuré con sarcasmo, sabía que se habían acostado esos dos brindando por el dinero que nos había costado el maldito divorcio.
-No, ya lo hará el mío.-comentó.-Sólo quería informarte yo antes que él te llame.
-Tranquila, no te alteres. Hizaki no cometerá ninguna estupidez, ha madurado. No creo que ventile ese maldito secreto. Además el tipo se mató, fue un suicidio sin más.-dije con una sonrisa en mis labios al notar como Phoenix balbuceaba en sueños.
-Sí, estoy tranquila.-respondió y yo reí bajo.
-Clarissa son casi treinta años. Aún eres parte de mi vida, lo serás siempre, y para mí eres alguien que aprecio.-entonces recordé algo que me comentaron. Ella parecía haber rehecho su vida con un jovencito, pero jamás le pregunté sobre ello. Al principio me pareció absurdo, después tuve en cuenta que era una mujer muy atractiva. Lo supe por Hizaki, pero fue un comentario lleno de ira, así que supuse que eran puros celos por complejo de Edipo.-Te deseo lo mejor, siempre lo he hecho. Así que respira hondo, vete de compras si puedes y toma un té con Olivier.
-Atsushi no me trates como una niña, eso me molesta mucho. Pero gracias por los consejos.-susurró y suspiró.-Debo volver a mis informes.
-Que tengas una tarde agradable y sobretodo relájate.-dije antes de colgar quedándome con la vista clavada en el móvil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario