Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 24 de mayo de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XV


La mañana siguiente fue compleja, como todas las anteriores. Seguía el tema en todos los debates televisivos. Seth se fue temprano y Phoenix se encerró en su mundo. Yo también hice lo mismo. Me quedé centrado en mi trabajo. Estuve leyendo correspondencia, nuevos proyectos y fusiones que eran recomendables. Lo importante en mis empresas e inversiones era la variedad, eso hacía que tenía recursos amplios. Así que invertir en nuevos proyectos siempre era interesante. Sin embargo, todo lo veía muy frívolo y lejano. Antes me divertía, pero en ese momento no tenía ganas de nada. Tan sólo busqué nuevos planes de inversiones en bonos de Estado de varios países y nada más.

En la tarde Phoenix salió de compras con Jasmine, se llevó al niño y decidió que no volvería a casa hasta la noche. Quería tener un día divertido lejos de la ciudad, en un gran centro comercial que estaba a varias horas en coche. Le pedí que no condujera él, pero hizo caso omiso.

Me quedé solo. Incluso llevó la perra nuevamente al veterinario para que le hicieran chequeo completo que no habían terminado el día anterior, ya que era sólo para vacunar. Aunque realmente había alguien conmigo y ese era Cheshire. Mi gato se quedó junto a mí en el sofá intentando hacer funcionar un viejo video que había guardado.

Jamás pensé volver a verlo. Lo guardé por nostalgia y porque no sabía realmente donde guardarlo. En la mañana recordé que lo tenía en el trastero de la casa y cuando escuché que Phoenix se iba me dediqué a buscarlo por todas las cajas. Lo hallé en muy mal estado pero hice memoria de mis días de manitas, aquellos gloriosos años que a penas tenía dinero para sobrevivir en la ciudad y arreglaba aparatos de video y aquellos enormes radiocasetes. Cuando empecé a brincar sobre el sofá y por todo el salón. Había logrado hacerlo funcionar.

Metí la cinta que me trajo Megumi y hasta pasados veinte minutos no vi su actuación. Era una actuación en vivo de mi hija cantando una de las míticas e inigualables canciones de Queen. Me ilusioné al verla tan niña y con tanto talento. Deseé volver a tenerla frente a mí y decirle lo orgulloso que estaba de ella, pero eso aún no podía ser según su propia madre.

El timbre sonó repetidamente. La perra no ladró porque no se encontraba allí. No podía ser Phoenix y dudaba que el veterinario hiciera visitas sorpresas. Por un momento pensé que podía ser Hidehiko, pero era demasiado tarde y seguramente aún no era el momento para conversar. Paulo no se dejaría ver por mi casa después de todo el revuelo, esperaría unos días. No sabía quién era y yo tan sólo llevaba la yukata. La até bien y acomodé mis cabellos para ir hacia la mirilla de la puerta.

Miré y vi que era Miho. Parecía que mis deseos se cumplían, que todo eso que hablan de los deseos lanzados al universo eran reales. No vi a mis nietos, pero supuse que estarían en cerca en brazos de Josep. Así que abrí y vi como pasaban hacia dentro, ya que la valla la había dejado Phoenix abierta.

-¿Qué sucede?-pregunté antes de sobarme la frente intentando menguar estúpidamente el dolor de cabeza que me había empezado a dar, a veces tenía terribles ataques de migraña y pasaban días hasta que me recuperaba.-¿Hay algo mal en el estudio?-fue lo que pensé, ya que para mi decepción quién la acompañaba era uno de los muchachos que tocaba con ella en la banda.

-¡Eres poco hombre! ¿Te crees muy pro por ir por ahí ilusionando a las personas?-gritó tomándome por el cuello de mi yukata.-¿Por qué? ¡¿Por qué tienes que pensar sólo con la bragueta y no con el cerebro?! ¡¿Por qué nada más en ti?! ¡¿A caso todos tenemos que rendirte homenaje, estar siempre contigo para que tú estés bien? ¡Eres un maldito egoísta!-exclamó empujándome para hacerme caer al suelo hacia dentro del pasillo.

-¡Miho! ¡Calmate!.-exclamó el muchacho para tomarla del brazo, pero a él también lo empujó haciéndole perder el equilibrio.

-¡No me toques! ¡Que a ti también te tocarán putazos si interfieres!.-rugió en un tono de voz tan elevado que sólo escuché el eco, como si estuviera un segundo de retardo.

Fue de nuevo hacia mí para tomarme de la ropa, aunque acepté el golpe porque no me lo esperaba. No iba a permitirle que me siguiera golpeando como si nada. Era mi hija, la amaba, pero no iba a dejarme vencer de forma tan deshonrosa.

-¡Estaba confundido Miho! ¡Me fui de Japón para que mi padre no le pegara un tiro! ¡Para que no matara a nadie más! ¡Para que dejara de golpear a mi madre y a mi hermano! ¡Y él no se quedó quieto jamás! ¡Siempre estuvo esperándome! ¿¡Qué querías que hiciera!? ¡Uno no es de hielo siempre! ¡No puede estar rechazando algo que desea volver a sentir y probar si aún sigue enamorado! ¡¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar?! ¡Aunque desde fuera siempre se ve todo muy fácil Miho!-aparté sus manos de mi ropa e intenté respirar sereno. Metí una de mis manos bajo la ropa palpando mi corazón desbocado.-Necesito... mis pastillas...-murmuré cayendo de rodillas.

-¡Qué buena excusa es esa! ¡Estaba confundido!-respondió viéndome.-¿Qué hubiera hecho yo? ¡Yo hubiera tenido los cojones de decirle desde un principio que no puedo estar con él! ¡Y que lo amo tanto que no quiero lastimarlo con la nueva pareja que tengo! ¡Hubiera dejado las cosas en claro desde el primer momento! ¡Eso hubiera hecho!-su amigo se movió entrando en mi casa para empezar a revolver por los cajones del salón.-¡¿Qué demonios haces?!

-¡Ayudándolo! ¡Buscado las pastillas! ¡No voy a ser parte de una matanza! ¡Joder Miho! ¡Es tu padre!-respondió el flacucho aquel intentando hallar el botiquín, pero era tan inútil que no daba con él. Yo sólo boqueaba intentando tranquilizarme.

-¡Él no es mi padre! ¿¡Por qué todo el mundo sigue diciendo eso!? ¡Mi padre es Yutaka!.-exclamó apretando fuerte los puños, esa pose la conocía bien. Mi padre tenía ese mismo semblante cuando intentaba refrenarse las ganas de seguir golpeando a mi madre, pero jamás le funcionaba y siempre volví a la carga.-¿¡Por qué todos siguen diciéndome qué hacer!? ¡Estoy harta!

-¿Dónde están las pastillas?.-oí escuchar al muchacho acercándose a mí.

-En el botiquín.-dije casi sin fuelle.-Cocina.-añadí prácticamente desplomado. Me estaba alterando porque no quería perderla, no quería escuchar más lo que me decía. Sabía que había obrado mal, había hecho las paces con Yutaka y todo parecía solucionarse. Si bien estaba perdiendo a mi hija, perdiéndola de nuevo. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando la miré dando bocanadas de aire.-Eso... eso hice... en una carta.-murmuré prácticamente tirando en el suelo, el dolor se hacía intenso y ese idiota no encontraba el botiquín.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt