Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 28 de mayo de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XIX


No tardó ni dos minutos la enfermera en llegar con todo preparado para la cura. Al abrir mi pecho descubrí que tenía una herida aún mayor que la de meses atrás. Sin embargo, ya no tenía puntos y tan sólo pasaba a revisar lo poco que quedaba de la cicatrización. Después de la comprobación me inyectó algo en el suero y me dejó adormilado, tanto es así que terminé durmiéndome.

Y de este modo pasé varios días. Tuve tratamiento para recuperarme de los daños de aquel tubo, también para recobrar fuerzas. Mi situación anímica no mejoraba, no conseguía sentirme como siempre. Pero cuando aparecía Phoenix cambiaba el gesto, sonreía y realizaba mis típicas bromas. Todo era porque él no se preocupara demasiado, ya que estaba mejorando en su enfermedad no quería que se sintiera mal por mi culpa. En esos momentos era yo quien fingía estar bien, y no él. Las tornas habían cambiado.

Mis compañeros venían para contarme como iba todo el proyecto. Imai había compuesto una canción y yo le había pedido que modificara ciertas partes, Yutaka me dio la razón cuando él se lo contó. Mis canciones, las ya compuestas, valieron la pena e inclusive la última que hice que parecía fascinar a Paulo. Incluso él apareció por el hospital bajo una lluvia de flashes. Sabía que toda la ciudad estaba con mil ojos hacia mi habitación, por morbo o por intereses personales.

En las noticias se hacían eco de los meses de prisión que tendría Imai, el asesino. Aquel sujeto me recordaba en algo a mi amigo, el mismo nombre no era lo único. Me pregunté que hubiera sido de todos nosotros si yo hubiera seguido en Japón y si el sueño era un reflejo de lo posible. Pero supuse que hubiéramos terminado todos muriendo de sobredosis o ahogando penas en litros de alcohol. Tal vez mi huida fue la salvación de todos nosotros. De todos excepto de Megumi.

Mario vino dos días después y lo hizo con su aspecto habitual. Parecía no haberse afeitado desde que nos vimos y su aspecto desaliñado causaba furor entre las enfermeras, tanto jóvenes como maduras. Se sentó frente a mí observándome con aquellos ojos que me ataladraban y luego bostezó.

-¿Qué?-interrogué inclinándome levemente hacia delante, intentando incorporarme para poder conversar.

-Es horrible.-murmuró.

-¿Qué es horrible?-estaba empezando a inquietarme.

-Megumi, es horrible cuando se pone con los antojos.-se rascó la cabeza y volvió a bostezar.-He visto lo que ha pasado con el tal Imai, que por cierto tienes un amigo que se llama igual y pensé que te habías vuelto loco agarrando confianza con él.-se frotó uno de sus ojos y soltó otro bostezo.

-¿Has venido sólo para quejarte y comentar la jugarreta del juez?-pregunté mirándolo fijamente sin comprender mucho el porqué de su visita.

-Te tengo estima, vine para ver qué tal te encontrabas.-se rascó la mejilla y luego bajo el mentón.

-Yo te veo peor.-murmuré alzando una de las cejas.

-Ya me contó Hizaki el porqué estás aquí, yo intentaría algo a tu favor pero a mí no me puede ni ver.-se encogió de hombros.-Es terca, muy terca.

-Es hija mía ¿qué esperabas? No se comporta como su madre, sino como yo y como sus hermanos. Es dura de roer. No creo que puedas hacerla recapacitar por mucho que tú quieras.-dije con una sonrisa amarga, tan amarga como los recuerdos que venían a mi mente.

-Debo regresar a casa, sólo pasé a saludar mientras recogía algunos informes del embarazo.-dijo levantándose.

-¿Cómo va eso?-pregunté porque aún no había sabido nada más desde que nos vimos en mi casa.

-Bien, va muy bien. Es complicado por su edad, pero va bien.-respondió con un brillo en su mirada, un brillo de ilusión.-Es lo mejor que me ha pasado.

-Cuídate y cuídalos.-dije estirando mi mano aún con el gotero.

-Lo haré.-respondió estrechando mi mano antes de retirarse.-Kamijo está ahí fuera.-murmuró saliendo de la habitación, dejando pasar a Kamijo que venía histérico.

Cerró la puerta para quedar frente a mí. Vestía algo informal, lo más informal que jamás había visto en él. Eran unos jeans algo caros, pero jeans, y una camisa abierta de color blanco con otra debajo sin mangas de color negro. Sus cabellos estaban algo revueltos porque no paraba de tocárselos. Iba de un lado a otro frotando sus manos y tocándose el pelo, me estaba poniendo de los nervios.

-¡Para ya! ¡Demonios!-rugí y él me miró para luego agachar la mirada, quedándose como niño regañado.-Se puede saber qué sucede.

-Me besó.-murmuró aproximándose a los pies de mi cama, aferrándose a los hierros de esta para mirarme a los ojos.-Me besó.-repitió.-Me tomó por sorpresa y me besó.

-¿Quién? ¿Emma?-dije sin atisbo de interrogación en mi voz, no dudaba que eso pasaría; y es más, lo esperaba.

-Atsushi jamás pensé que se comportara así conmigo, es como si hubiera cambiado radicalmente el chip.-me miró confuso, aún más que momentos antes.-No sé si son las hormonas o qué.

-¡Ja!-exclamé y me llevé la mano al pecho.-Mierda, aún me duelen los puntos.-susurré.-Bueno la zona de los puntos.

-Atsushi, con toda la sinceridad que encuentro en estos momentos, me importa muy poco si te duelen los puntos.-golpeó leve la cama, los hierros más bien, y luego se sentó a mi lado agarrándome del brazo.

-Ten cuidado, me arrancarás el suero.-dije mirándolo de reojo.-Te veo bien nervioso ¿miedo a que alguien se entere?

-Me mata si se entera que me besó, me mata.-respondió bastante alterado.

-¿Se tiene que enterar? Seguramente pusiste en su lugar a Emma diciéndole la verdad, tus sentimientos, y alejándote de una buena vez de ella salvo lo estrictamente necesario que es vigilar a tu hijo.-entonces comenzó a llorar.-Mierda, Kamijo que no estoy para preocuparme.

-Y yo necesito consejo, porque no soy capaz de dañar a Emma.-susurró entre sollozos.

-Piensa estas palabras y responde después de meditar, por favor. ¿A quién prefieres dañar?-dije incorporándome para quedar casi sentado en la cama.-Si dañas a Jasmine lo pierdes, lo pierdes para siempre, y dudo mucho que te llegue a perdonar para tener al menos relación de amistad. Si dañas a Emma sólo podrás dañar tal vez la amistad y quizás no te de a tu hijo como esperas, tendrás que compartirlo con ella o tal vez tan sólo esté molesta un tiempo hasta que lo comprenda.-se echó hacia atrás en la silla y se quedó callado mirando al techo, para luego girar su rostro hacia mí observándome.

-No quiero perder a Jasmine, Jasmine es mi luz.-susurró.-Pero soy incapaz de dañar a Emma porque temo que el sufrimiento llegue a mi hijo.

-¡Por favor! Deja de leer revistas chorras para preñadas.-dije antes de apartar sus manos de mi brazo.

-Entonces ¿qué?-preguntó intentando buscar una solución.

-¿Cómo fue aquello? ¡Ah sí!-exclamé señalándolo frunciendo el ceño.-No te metas en mi vida Atsushi, soy mayorcito Atsushi, sé lo que me hago Atsushi, te puedes meter el consejo por el culo Atsushi.

-He captado la idea, créeme. Estoy arrepentido, no me di cuenta por mi soberbia y creí que podría hacerlo solo. No estoy tan curtido en estas situaciones, siempre intenté alejarme de las responsabilidades después de la muerte de ella.-susurró entrecortando su tono de voz, como si la amargura le aplastara las cuerdas vocales.

-Jasmine es parecido a ella ¿no es así? Pero a la vez es alguien distinto que te ha cuidado, te ha dado todo y te ha abierto el camino hacia un nuevo mundo.-susurré recostándome de nuevo.

-Jasmine es brusco y temperamental, pero a la vez frágil y dulce. Me agrada observarlo y tenerlo entre mis brazos. Sé positivamente que jamás podré dar marcha atrás, a lo que siento. Y también sé que es el único hombre que podría tener en mi cama, porque no me atraen otros que no sea él. Nadie me ha tratado como él me trata, olvidando por completo que a veces olvido que es un hombre y hago regalos que son más típicos para una mujer.-aún seguía estancado en esa fase, pero es que Jasmine era ambiguo incluso en sus gustos.-El otro día discutimos, creo que cada vez discutimos más, y siempre es por mi culpa. Lo de Emma fue un error, pero quería un hijo sin darme cuenta que Emma sólo quería atarme a ella.

Llamaron a la puerta y luego se abrió dejándose ver la perfecta manicura de Jasmine. Abrió de golpe y sonrió quedándose bajo el marco de la puerta.

-¿Estáis muy ocupados? Sabía que estabas aquí y yo quería ir contigo a pasear, me lo prometiste.-dijo quedándose en la puerta esperando que Kamijo fuera hacia él.

-No, sólo vine a ver cómo estaba.-respondió levantándose para ir hacia la puerta.-Nos vemos otro día Atsushi.-yo no me despedí de él, tan sólo nos miramos y él supo qué era lo que deseaba decirle y no dije.

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Lestat de Lioncourt