Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 2 de junio de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XXIII


Estuvimos abrazados unos minutos hasta que entró una chica del personal de limpieza. Tomamos mis cosas de la taquilla, las pocas que había, y nos marchamos a casa. Nada más llegar me senté en el sofá con Jun en mis brazos. Él no paraba de hablarme y balbucear a la vez, aún había palabras que le costaba vocalizar y otras simplemente se las inventaba.

No hice mucho ese día. Tan sólo me quedé allí con mi familia disfrutando de un día cómodo en el salón. Hablamos durante horas sobre mi nuevo tratamiento y cómo tendría que encauzar mi vida, pero finalmente terminamos acostando temprano al bebé para tener un rato a solas.

-Ya se durmió.-dijo bajando por las escaleras con un par de películas en sus manos.-¿Cuál quieres ver?-preguntó mostrándomelas y yo simplemente reí bajo.

-¿Crees que quiero ver una película?-interrogué mientras se sentaba a mi lado sobre la alfombra.

-Pues sí, porque es un plan fantástico para estar tranquilos y tengo palomitas para hacerlas en el microondas.-respondió apoyando su cabeza sobre mi hombro.-Mira, escoge una.

-Más allá de los sueños.-dije por inercia sin tener que leer el título.-Tuve un sueño increíble con una de esas instantáneas de naturaleza que aparece en esta película.-comenté.-Bueno no era igual, sólo sé que era un inmenso jardín.-sonreí tomando la otra.-Efecto mariposa.-susurré abriéndola.-Hace años que no la veo.-dije alzando una ceja.-No, deja.-aparté las dos y lo tomé del rostro pegándolo al mío, quedándome a poca distancia de sus labios.

-No.-susurró colocando sus manos sobre las mías.-Tu corazón.-dijo tomando mis manos para apartarlas de su rostro.

-Por dios Phoenix no es malo.-respondí molesto.

-Pero acabas de venir del hospital, no es bueno forzar el corazón.

-El sexo es vida.-gruñí molesto retirándome de él, pero me abrazó.

-Temo que tu corazón no lo resista.-susurró besando mi cuello.-Puedo pasar sin sexo, pero no sin ti.

-Si me muero practicando el sexo mejor, así me muero feliz.-ese no era mi mejor argumento, pero era lo que pensaba.-El sexo reduce el estrés, hace que seamos felices y además mejora el ritmo cardíaco. El sexo no mata, el sexo es bueno para el cuerpo.-él se echó a reír a carcajadas.-¿Qué?

-Pareces un anuncio de las pastillitas esas azules que no te hacen falta.-murmuró colocándose sobre mí.-Podríamos intentarlo pero poco a poco, pausado, sin excesos y sobretodo dejándome a mí llevar el ritmo.-dijo antes de besar mis labios de forma dulce.-Todo por hacerte feliz.

Su mano hábil bajó la cremallera lentamente para hacerse desear, mientras sus labios se pegaban a los míos. Pronto noté su mano inmiscuirse dentro de la tela del pantalón, uno de esos jeans amplios que me compró para que actualizara mi imagen y estuviera cómodo en casa, para luego meterla bajo la tela del boxer. Lamió mis labios y rió al percibir que yo estaba más sensible que de costumbre.

Mis manos fueron a su cabeza, lo tomé por ambos lados y lo pegué a mí. Mi boca estaba hambrienta de la suya, de su sabor. Mi lengua se internó de forma lasciva entre sus labios. Su mano me tocaba haciéndome ver las puertas del paraíso. Finalmente la sacó de entre la tela y yo dejé de tomarlo por el rostro, para que hiciera algo más.

Mi corazón latía aumentando su ritmo al igual que aquellos juegos. No tenía miedo. Sabía que no pasaría nada así que simplemente seguía aquella deliciosa sensación, hasta que algo me hizo parar.

-Papi.-escuché decir y al abrir los ojos vi de pie a Jun llevándose a la boca una de las carátulas de las películas que íbamos a ver.-Yo quiero.

-¡Joder!-grité mientras ambos nos apartábamos y yo intentaba acomodar mi ropa.-¡¿No lo habías acostado?!

-Jun cariño.-dijo intentando acomodar sus cabellos y hacer como si nada hubiera pasado.-No, no te lleves eso a la boca.-murmuró quitándole la película.

-Mami jugar.-balbuceó señalando mi bragueta.

-Cariño son juegos de mayores, juegos que ya jugarás algún día con alguien que quieras mucho.-lo tomó en brazos para llevarlo al cuarto.

Nada más marcharse me eché a reír. No sabía como había logrado bajar el cierre de la cuna, tal vez estaba flojo y pudo hacerlo con facilidad. Me lo imaginé bajando la escalera poco a poco gateando hasta llegar hasta nosotros.

Es un momento habitual en cualquier casa con niños pequeños. Sin embargo, siempre resulta embarazoso y sobretodo los niños actúan de forma distinta. Hizaki nos agarró a Clarissa y a mí cuando tenía cinco años, dejó de hablarme por ello durante semanas porque decía que le hacía daño a su mamá. Hero simplemente se quedó sentado en silencio observándolo todo, hasta que Hizaki lo arrastró hasta el dormitorio. No supe que nos vio hasta horas después cuando nuestro hijo mayor nos lo recriminó. Jun simplemente tenía una expresión adormilada como si lo que viera no le resultara extraño, más bien parecía estar acostumbrado a ver todo aquello y di gracias que pensara que estábamos jugando.

-¡Dios!-grité estallando en carcajadas aún más audibles cuando Phoenix regresó todo sonrojado.

-¡No le veo la gracia!-me reprochó que me reía, sobretodo por su aspecto de niño regañado.-Puede haberse traumado.-murmuró preocupado sentándose a mi lado.

-Yo sí que voy a traumarte a ti.-susurré recostándolo en la alfombra para subir su camiseta.-Vamos a jugar a ese juego tan especial...

Sonrojado como en ese momento me gustaba aún más. Sus cabellos los desaté, porque los tenía amarrados en una goma de esas para el pelo. Amaba verlo con el cabello totalmente revuelto, además porque me permitía tirar leve de él mientras lo hacíamos. Lo desnudé allí mismo y se lo hice despacio, disfrutando de ese momento y sobretodo cuidándome de no caer en otro infarto.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt