Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 11 de junio de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XXXII


Terminé por meterme en el estudio yo solo, sentarme en uno de los sofás y reflexionar sobre el comportamiento de Hizaki. Yo había roto mi promesa de cuidarla, así que ella merecía que alguien más intentara cumplir lo que prometí. Hizaki no lo comprendía, él sólo veía que alguien nuevo entraba en su territorio para llevarse algo que le pertenecía. Era estúpido. No sabía cómo hacérselo ver y ya me daba por vencido.

Me tumbé en el sofá con las manos tras la nuca, observaba el techo impecable del estudio y también lo silencioso que podía ser cuando no estaba el resto alborotando. Comencé a quedarme dormido, pero entonces escuché pasos por la habitación y un sutil perfume a tabaco. Abrí los ojos y lo vi de pie frente a mí con una sonrisa canalla.

-¿Agotado?-interrogó Hidehiko.

-Los juegos de cama, a veces son peligrosos.-respondí riendo bajo mientras me incorporaba para dejarle hueco a mi lado.

-¿Qué le pasa a tu hijo? Parece una chimenea andante, va fumando los cigarrillos calada tras calada. Me recuerda a ti cuando algo te molestaba o alguien rondaba tu territorio.-hizo una leve flexión con sus dedos como si fueran comillas cuando dijo territorio.

-Tiene complejo de Edipo.-respondí estirándome y bostezando a la vez.

-Anda, eso parece genético.-comentó riendo bajo y yo simplemente le golpeé leve por lo que había dicho.-Sigue molestándote cuando digo eso, pero es la verdad. Si tu madre hubiera seguido viva seguro que te hubieras ido a vivir con ella mucho antes de dejar a Clarissa, te hubieras aferrado a su falda y le hubieras pedido mimos como si fueras un crío de dos años. Eres y serás un niño de mami. Tu hijo es igual aunque lo niegue.

-Gracias, muchas gracias.-dije en un tono sarcástico.-Se agradece tu sinceridad.

-¿Te molesta que sea sincero? Eso no es nuevo tampoco.-rió bajo antes de revolverme la cabeza como si fuera un perro.-Anda, no te molestes.

-¿Y el resto?-intenté cambiar de tema y él solo caló su cigarrillo.

-Pues al llegar, supongo.-dijo echándose hacia atrás en el sofá.-¿Has pensado el orden de las canciones o eso lo dicen ellos?

-Lo dicen ellos.-respondí observando la puerta, se abría para dar paso a Yutaka que venía solo esta vez.

-Buenos días.-dijo fresco como una lechuga, parecía que despertar temprano no le molestaba. No tenía ni una ojera, se había vestido mejor que el día anterior y parecía de muy buen humor.-Yo voy a empezar a ensayar por mi cuenta.

-De acuerdo.-susurré observándolo.

-¿Y Midori?-preguntó Hidehiko.-Mi mujer está con eso de tener hijos, yo la verdad es que creo que aún estamos bien para disfrutar un par de años sin llantos y pataleos.-comentó apagando el cigarrillo en un cenicero que había preparado para nosotros, aunque aún estaba lleno con las colillas de la última hora de ayer.

-Pues hoy estaba emocionada con el vestido de caperucita que le hice.-dijo sacando su bajo acomodándose en el sofá que teníamos frente a nosotros.-Ahora quiere que le haga uno de lobo a Max.

-¿Desde cuando coses?-pregunté entrecerrando los ojos intentando no imaginármelo con gafas de ver cosiendo y tejiendo como su abuela.

-¿Desde que quiero ropa diferente y exclusiva que no hay en tiendas porque no es de mi talla? Soy bajito Atsushi, es un dato importante por si no te habías fijado en estos veintitantos años, casi treinta.-comentó molesto aunque luego suspiró y se puso serio.

-¿He hecho algo mal?-no entendía porqué ese ataque así de la nada.

-Estoy molesto, sólo eso, y tú no me dejas practicar.-dijo comenzando a entonar las notas de la canción que teníamos que ensayar, una de las dos que debíamos grabar en menos de tres días. Teníamos calculado cuántas teníamos que ensayar y grabar para llegar sin problemas.

No dije nada más, me mantuve al margen ensayando por mi cuenta. Imai junto a Anii llegaron pasada la hora en la que habíamos quedado. Ambos se fueron a sus puestos sin dirigirnos la palabra, parecían molestos uno con el otro. Aunque Yutaka vino feliz parecía que yo le hice enojar con sólo dos palabras, pero luego supe el porqué o más bien lo deduje. Le molestaba, y mucho, tener que hacerlo todo precipitado sin poder tener controlado hasta el último detalle. Sin embargo, me sentía mal porque no le daba derecho a echarme todo a la cara. Si estaba molesto con el mundo no era mi problema, sino el suyo. Pero mis labios estaban sellados, no quería que empezara con su drama como hacía cuando éramos pareja y aquello no terminaría nunca hasta que diera un portazo esperando a que yo rogara disculpas. Así era él, ese defecto venía de familia puesto que su hermano era idéntico cuando estaba rencoroso con el mundo.

Pasada una hora de ensayos, afinamientos y recordatorios, por separado empezamos el verdadero ensayo. Sonaba bien, demasiado bien para lo previsto. Yutaka incluso bailaba por inercia, sonreía, se sentía satisfecho. Su hermano reía bajo al verle hacer su danza de la victoria, porque eso era. Imai entraba perfecto en el estribillo uniendo su voz a la mía. Hide simplemente lo hacía todo de forma impecable. Así que nos decidimos que tras un largo ensayo y un pequeño aperitivo grabaríamos. Fue por turnos, yo sería el último, así que me dediqué a estar hablando por teléfono con Phoenix y espiar los ensayos de Hizaki.

Alguien comenzó a tirar de mi camisa, era el tirón típico de Hero cuando era niño. Al girarme lo vi allí de pie y me impacté, porque su cambio físico iba aumentando y tenía mucho más mío que de Clarissa. Se aferró a mí sin decir ni una palabra, simplemente sonreía husmeando lo que yo husmeaba. Hizaki era bueno, tenía talento, y aún estaba descubriéndose sus posibilidades.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt