Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 17 de junio de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XXXVIII


-Sea como sea, todos cambiamos y somos una mezcla de todos. Yo no recuerdo desde cuando llevo el pelo con el mismo corte, pero supongo que empecé a dejarlo así a los treinta y me gustó el resultado. Cuando éramos jóvenes todos llevábamos melena, menos Anii que siempre fue con la cresta.-rió a carcajadas.-No me hablaba a penas, pensaba que era una especie de Gurú y cuando supo que era de la edad de su hermano casi se cae de la silla.

Reíamos mirando aquello como si regresáramos. Podía vernos a todos correr por las calles de nuestra ciudad, todos buscando algo nuevo que nos distrajera de la realidad de cada cual. Me gustaba la emoción de sentir que nada ni nadie podía pararnos, nada podía detenernos a no ser un disparo certero a la nuca. No temía a la muerte como ya lo hacía. Realmente esos fueron años en los que fui Ícaro.

-¿Alguna vez pensaste en esos días qué sería de nosotros?-jamás le había preguntado, ni siquiera cuando nos volvimos a ver años después para retomar la confianza que nos teníamos.

-Siempre pensé que seríamos estrellas, que conquistaríamos cualquier escenario, que nos escucharían incluso en Estados Unidos e iríamos de gira por Londres, París, Madrid, Nueva York, México y mil ciudades más que sólo conocíamos por Geografía.-se echó a reír a pleno pulmón.-Jamás pensé que te volverías un amargado, pero has vuelto.

-¿Tú crees?-pregunté.-Yo creo que me perdí por las calles de nuestra ciudad y no regresé jamás.

-Te he dicho que todos cambiamos, pero tenemos esa base que nunca se puede moldear. Tú estás hecho de una pasta extraña, de esas que son únicas, brillas con luz propia. Aunque no sé si es bueno que te diga esto para tu ego.

Mi ego era de sobra conocido para él, pero últimamente lo ocultaba con capas de humildad por todo lo vivido durante mi vida. Cuando eres joven eres más engreído, al envejecer con el paso del tiempo y lo que sufres mientras vives terminas notando que no eras tan poderoso y tampoco inmortal. Reí bajo por recordarme lo egocéntrico que era y también por su halago.

-Todos tenemos algo que nos hacen especiales.-alzó las cejas y rió bajo.

-Es la primera vez que te escucho ser humilde.-me revolvió los cabellos como si fuera un niño.-Ahora dejemos las bromas a un lado.-dijo quedándose serio de nuevo para sentarse bien en la silla.-A veces te envidio, cometes riesgos sin importarte nada y creyendo firmemente que irá bien.

-¿Envidias que juegue la ruleta rusa con mi vida?-en ese momento sí que reí a carcajadas.-Hidehiko los años te afectan. Es mejor saber el suelo donde pisas, sino terminas con mierda hasta el cuello.

-Pero has vivido.-dijo calando su cigarrillo.

-Sí, he vivido varios infartos. Pero tú también has vivido. Tienes una mujer preciosa, una casa que impresiona, un negocio, una pequeña incursión en la música gracias a que regresamos y toneladas de paciencia.-enumeré una mínima parte, lo que él dejaba ver.

-Sí, todo eso lo tengo. Pero jamás lo he arriesgado todo por tener un poco más. Nunca he vivido momentos donde he tenido que rectificar, pienso demasiado las cosas y siempre cedo ante el riesgo. No es que desee perderlo todo, pero me gustaría meter más emoción a mi vida porque en unos años será medio siglo, y eso Atsushi es algo que pesa.-dijo notando como Phoenix aparecía con dos vasos de limonada.

-Pensé que lo preferirían en vez de té, está frío y es bueno para un día de verano.-sonreía mientras dejaba la bandeja en la mesa y miraba de reojo las fotografías junto a las demás cosas.-Les dejo hablar, pero me llevaré a Jun.-dijo antes de ir hacia donde se encontraba dibujando en la arena.-Ven cariño.-escuché antes de notar como cerraba la puerta que daba a la terraza.

Me quedé en silencio sin saber qué decir. Él quería ser más impulsivo, pero ese no era su carácter. Todos le queríamos por como era, todos le admirábamos y apreciábamos por sus consejos y su forma de llevar la calma incluso a una tormenta. Suspiré dando un trago de la limonada y sonreí recordando varios consejos que me había dado.

-Debes ser más consciente con el mundo, pensar más en los demás que en ti. No tendrías que dejarte llevar por el momento, ni que el momento te lleve, tú eres el guía de tu vida y quién debe tomar las riendas. Decidas lo que decidas afectará a tu vida, decide bien por una vez. No seas tan idiota, no todo ocurre como en los cuentos.-eran frases que recordaba sueltas, frases que alguna vez le había escuchado en nuestras conversaciones.

-Tienes buena memoria.-rió bajo dejando su vaso en la mesa tras beber casi la mitad.-Y tu esposo hace buena limonada.

-Acéptalo Hidehiko, tú eres mi opuesto y eres lo que yo necesito. Nos complementamos bien y por eso somos buenos amigos.-dije firmemente convencido de ello.

-Creí que era porque me gustan los imposibles y tú ponerme a prueba.-nos miramos y reímos de nuevo como aquellos días donde éramos unos niños.-Debo irme, ahora iré a darle las gracias a Phoenix por la limonada y me iré a casa con mi mujer.

-Hidehiko muchos desearían ser como tú, no intentes cambiar porque todos te queremos por como eres.-él sonrió cuando dije aquello y apagó el cigarrillo para marcharse hacia la casa.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt