Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 8 de junio de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XXIX


Me levanté del sofá y lo tomé en brazos. Balbuceaba las canciones que veía, eran todas rock. El niño a pesar de todo no terminaba escuchando pop como hacía Phoenix, él escuchaba de todo, pero parecía amar sólo la música que a mí me gustaba. Creo que lo hacía por inercia, por llamar mi atención y también por los genes.

-¿Ya se durmió?-preguntó Phoenix entrando con el biberón.-No tomó su leche de la noche.

-No le hace falta.-dije dirigiéndome hacia el piso de arriba.-Ya era tarde para él, pero hasta que no gastó las pilas no se quedó tranquilo.

-Deberías haberlo visto intentando mover la cabeza como todo un metalero, pero terminó mareado.-reí bajo cuando le escuché decir eso.-Te pierdes muchas cosas cuando estás todo el día fuera.

-Sí, pero es necesario. No me puedo quedar quieto y apalancado como un vejestorio.-respondí antes de entrar en su habitación para dejarlo recostado y abrazado a su conejo.

Phoenix se dirigió hacia nuestro dormitorio, iba ligeramente molesto y lo podía notar por como caminaba. Parecía que no hacía nada a derechas. Sólo quería mantenerme calmado, porque la música me calmaba y mantenerme activo me hacía feliz. Además, no podía dejar mis negocios en manos de Hizaki ni de Hero.

Me fui a mi despacho, no tenía ganas de empezar a discutir. Tomé mi móvil y puse el cable para poder escuchar con los auriculares, di al play al reproductor y comenzó a surgir música que siempre me atrapó. Por inercia comencé a moverme y a cantar en murmullos las canciones, la primera en surgir fue I'm Your Man. Una canción lenta que sólo debía ser cantada por voces profundas.

Mis pies se movían solos por la habitación, como mis caderas, mi voz susurraba cada verso, mientras mis ojos estaban cerrados para disfrutar de la música como debía ser. La escuchaba con el alma, con cada uno de mis sentidos, y dejaba que fluyera por mis neuronas hasta hacerme olvidar cualquier resquicio de culpa o duda. Me liberaba, desataba el animal instintivo que todos poseemos.

Sonreí de lado y me eché a reír al final de la canción, apagué el reproductor del móvil y salí de la habitación. Iba con el rumbo bien marcado, no me importó que Seth me mirara desde el escritorio de su cuarto. Quería mi recompensa, a pesar que él no estaría por la labor. Me quité la ropa y la arrojé al suelo de la habitación, cerca de los pies de la cama.

Él estaba allí esperándome, más bien intentando conciliar el sueño, bajo las sábanas blancas. Lo destapé y él me miró confuso, pero ya no había marcha atrás. Bajé sus boxer y los arrojé bien lejos. Seguía confuso sin entender bien mis actos, el porqué de ese deseo que me ardía y me hacía descontrolarme.

-¿Qué quieres?-preguntó intentando escapar saliendo de la cama.-Está mi hermano.-dijo intentando taparse y yo simplemente corrí hacia la puerta bloqueándole la salida.-Atsushi, estás extraño.

-¿Sí?-interrogué arrancándole la sábana para luego tomarle del cuello. Devoraba su boca y él sólo temblequeaba.

-Estás extraño.-susurró cuando dejé de mordisquear sus labios para ir hacia su cuello, no dudé ni dos veces en morderlo y también mordisquear el lóbulo de su oreja derecha.

-Estoy cansado de tus enfados conmigo por la música, cuando la música me da ideas para pervertir tu mente.-murmuré introduciendo uno de mis dedos entre sus nalgas.-Te lo haré y no pongas excusa de tu hermano, del bebé o de tu estúpido enfado. Te juro que no estoy para bromas Phoenix.-busqué sus labios y el aceptó el beso dejándose controlar de forma sumisa.-Te daré una lección para que dejes esas niñerías.-un segundo dedo fue con el anterior y mi lengua se paseó triunfante sobre el lado derecho de su cuello.

-Está bien.-murmuró entre jadeos.-Lo haremos, pero déjame que vayamos a la cama.-mascullo mirando el colchón y yo reí bajo.-¿Qué?

-De pie.-sabía que de pie era una tortura para él, que lo sentiría mucho más que tumbado cómodamente en la cama.

El tercer dedo buscó los otros dos y él gimió. La mano que tenía libre fue a su miembro, mientras que las suyas se enterraron en mis costados, justo bajo las axilas. Me estaba excitando nada más ver como tiritaba de placer. Lamía y mordía su cuello y oreja, sabía que eso le volvería aún más trémulo. Me incliné para comenzar a succionar sus pezones, pezones que atrapé con mis dientes tirando de ellos. Sus jadeos se convirtieron en gemidos que no podía evitar y que me encantaban.

-Mi hermano.-dijo preocupado entre gemidos.

-¿No quieres que te escuche? Yo le pongo solución a eso.-dije retirándome para colocarlo de rodillas e introducir mi miembro en su boca.-Así no te escuchará.-su mirada estaba naufragando en oleadas de placer, las mismas que yo sentía.-¿Ves qué fácil?-dije entre jadeos.-Ya no te escucha.-lo saqué y lo pasé sobre sus labios.-Pero en breve lo hará y bien.-estiré mi mano hacia la cómoda que teníamos en la habitación, en ella guardaba algunos de mis viejos regalos y encontré uno entre sus boxer.-Anda, mira.-musité metiendo de nuevo totalmente mi miembro en su boca.

Era un vibrador y ese vibrador le haría perder el control sobre si mismo. Lo introduje en sus nalgas. Lo había puesto al máximo nivel, así que empezó fuerte el juego. El juguete no duró mucho ahí, porque lo levanté pegándolo a la pared y empecé yo a darle placer. Él gemía desesperado gritando mi nombre y yo simplemente sonreía satisfecho. Sabía que así se le bajaban los humos, que si tenía que volver a mis viejas prácticas lo haría.

Nada más venirse lo arrojé a la cama y lo penetré con un ritmo aún más fuerte, hasta que me vine e hice que se viniera de nuevo. Cuando acabé me aparté de él y me fui al cuarto de baño que teníamos ambos. Yo no podía dormir con esa peste a sexo pegada a mí, sobretodo porque la segunda vez me manchó el vientre y el pecho.

Cuando estaba tallando bien mi vientre reí bajo, hasta que terminé casi explotando en carcajadas. Había sido una canallada, le había tratado como un juguete, pero sabía que esa clase de tratos era lo único que lo amansaba. Durante toda su enfermedad me dediqué a ser menos brusco, menos hijo de puta y de ser un bastardo comencé a ser un amante digno de una novela rosa. Y no, yo no era el galán de la novela rosa. Yo era el tipo que te dejaba bien satisfecho sin tener que empezar el cortejo con rosas, poesías tiernas y estúpidas palabras de amor. Yo era sexo, no romanticismo.

Salí del baño con una toalla en mi cintura y él aún intentaba recuperar el aliento, o más bien la cordura. Le di la vuelta para besar sus labios de forma tosca y pasional, los mordí y tiré de ellos con ganas. Mientras simplemente me secaba notando los arañazos que tenía por todo el cuerpo, de alguna forma se defendía pero era imposible huirme.

-Que te quede claro algo Phoenix, aquí mando yo y digo lo que tengo que hacer, cómo lo tengo que hacer. Tú sólo asiente cuando sea algo relacionado conmigo, ya que yo no me meto en tus cosas ni hago reproches estúpidos. Te lo he dicho mil veces, pero parece que de la forma normal no comprendes. Así que ya vamos a empezar a domarte, porque has olvidado que merezco un respeto.-él se quedó en silencio y sólo asintió.-El sexo si me entran ganas lo tendremos, porque sabes que me molesta mucho un no como respuesta. Si soy músico tendré que estar fuera para desarrollar mi profesión, te guste o no.

Sé lo duro que puede resultar este tipo de comentarios, pero son las palabras que le dije y no pienso modificar mis memorias por algo cargado de clichés y romanticismos. A partir de entonces si quería un te amo de mis labios se los tendría que ganar, como se tuvo que ganar el primero. Ya estaba harto de ser blando con él. Ya estaba sano prácticamente, así que no tendría que ser condescendiente. Era lo que había y lo que tendría, si no le gustaba era libre de irse pero se quedó accediendo a mis caprichos.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt