Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 11 de julio de 2010

dark city - capitulo 17 - Ironías del destino LVI

Edición dedicada a la persona tan poco original que va suplantándome por ahí con mi nick de mensajería instantánea... una persona a la cual no voy a hundir porque o tiene problemas psicológicos muy severos (multipersonalidad) o simplemente es tan idiota que cree que yo lo soy. Ese nick lleva en mi mensajería catorce meses, casi lo mismo que llevo con mi novia, e incluso copió mi nick name... Si realmente quieres halagos fáciles... adelante hazlo, pero como hagas algo más que eso, por mínimo que sea, te juro que no estoy solo (y bien que lo sabes) y que tengo derechos de autor en todas mis obras además de licencia SC... lo vas a lamentar mucho como tomes a uno solo de mis hijos.


Volvimos a la habitación y cuando miré el reloj eran casi las siete de la mañana. Él se aferró a mí y yo a él, para así al fin descansar. La frustración seguía latente en mi mente, pero ya era sólo un murmullo.

Desperté más allá de la media tarde y cuando lo hice Phoenix estaba con un periódico entre sus manos, lo enrollaba prácticamente destrozándolo. Me lo ofreció para que lo leyera. Al desplegarlo vi el gran titular y la imagen de portada. Miré a Phoenix que aún estaba nervioso.

El titular era impactante “Las lágrimas de un político” y la imagen era de Paulo desconsolado aferrándose a la mano de su pareja, la cual yacía en el asfalto después de ser arrollada por un automóvil. Me quedé helado sin saber como reaccionar, realmente ese día no fue buen día para aquellos que quería.

-Kamijo ya fue al hospital para interesarse por su estado, fue él quien me dio el periódico y me explicó que se encuentra consciente pero algo aturdida.-murmuró esperando alguna reacción. Me tomó del rostro e hizo que le mirara.-Atsushi tu amigo está bien y ella saldrá adelante, parece una chica con fuerza como para dejarse arrastrar.

-Tengo que ir.-comenté.

-Espera a mañana, hoy estará aún con sueros y demás tratamientos que la tendrán completamente adormilada. Mañana ve cuando todo esté más estable y te lo llevas a tomar un café para que se despeje.-me tomó de una de mis manos.-Anda Atsushi hoy descansa.

-Al menos llamaré a Paulo.-respondí y él simplemente asintió.

-Ven al salón voy a darte el almuerzo.

Simplemente asentí y fui al salón para tomar aquella ensalada de pasta. No tenía demasiado apetito, aunque él había comprado sushi de gambas y cangrejo. Si bien, tan sólo quería dormir y despertar con otros titulares más agradables. Después del almuerzo llamé a Paulo, pero daba comunicando. Así que simplemente decidí que iría al día siguiente sin importar nada.

Me marché a la cama recostándome entre las sábanas revueltas. Phoenix apareció subiéndose en mi espalda acariciando suavemente mi piel. Era relajante, como pequeñas olas que iban y venían gracias a la marea. Unas caricias que eran tiernas y dulces, como él.

-Hoy tuve que usar tu portátil, el mío se quedó sin sonido.-susurró inclinándose hacia delante.-Había una carpeta en el escritorio.

-Canciones.-dije como respuesta con los ojos cerrados y la voz tomada por el agotamiento.

-Canciones, sí.-murmuró con una sonrisa.-Me gustó aquella que hablaba de los deseos, trasmite mucho.

-Desearía palpar tu cuerpo desnudo, enterrar mis dedos en tus labios y acariciar tu lengua. Quiero que hable para mí, que cante cánticos de sirenas. Desearía enterrarme en tu alma y beber de ella tu dolor, tu coraje, tus sueños y mentiras. Desearía entrar con una sonrisa en tus apasionados sueños de libertad y allí mismo hacerte el amor, declarar que soy la pasión misma encarnada en hombre. Desearía palpar tus pestañas, esas que cierras y abres, que abates coqueteando y adornando tu mirada. Me enloqueces, me haces caer, pierdo el juicio y acabo rendido a tu belleza. Desearía, desearía... sí... desearía y deseo.-susurré aquello recordando mis palabras, aunque no todas.-Lo escribí anoche.-dije con una sonrisa.-Aunque recuerdo que parte del texto ya lo había hecho para ti, en una carta, hace como dos años pero jamás te la entregué.

-Atsushi.-escuché que su voz se quebraba y yo me giré abrazándolo.-No me mientas.

-No te miento.-dije acariciando su rostro y sus cabellos.-¿Por qué lloras?

-¿Esa canción es para mí?-preguntó mirándome con aquellos conmovedores ojos, jamás me parecieron tan hermosos como en aquel momento.

-¿Qué ganaría mintiendo? ¿Por qué crees que tuve que hacerte el amor anoche?-pregunté antes de besar sus labios de forma lenta hasta terminar ahogándonos.

-¿Por qué no me lo dices?-dijo como leve reproche.-Decirme esas cosas en vez de callarlas.

-Porque no es mi estilo.-respondí siendo sincero.-Te has enamorado de mí sin necesidad de frases románticas, de canciones al oído, de elegantes cenas románticas cada noche o regalos a diario. No soy romántico, tengo mis detalles, pero no puedes pretender que lo sea por completo.

-Pero al menos podrías decir que son dedicadas a mí.-susurró aferrándose aún más a mí, casi quitándome el aliento.

-Se da por hecho.-dije quitándole hierro al asunto.-Con que lo sepas tú o lo veas así, no creo que le importe al resto del mundo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt