-Quiere irse a Francia.-dijo en un balbuceo.-Volver a su país porque pronostican que no volverá a caminar, no quiere ser un estorbo para mí, y yo sólo quiero estar con ella. No puedo dejar la alcaldía, no puedo dejar el deber que acepté, y todo esto me supera.-masculló.-Fue... fue mi culpa.
-¿Tu culpa? No fue tu culpa Paulo, los accidentes ocurren.-dije intentando calmarlo.
-Se cayó porque huía de mí, pensó que era infiel por no saber explicar ni expresar mis sentimientos. Esta no es la primera vez que sucede algo así, no es la primera vez.-definitivamente ahí se derrumbó aferrándose a mi traje oscuro.
-Paulo hay un destino para cada persona, hay caminos que hay que recorrer para hacernos más fuertes.-eso fue lo único que se me ocurrió. Cuando vi sus manos aferradas a mi chaqueta noté lo pálido que era, realmente era su apariencia más frágil o al menos así pude notarlo.
-Para colmo mi padre ha venido y no le soporto.-se apartó de mí intentando secar sus lágrimas.
Jamás pensé que sus padres vivieran. Sobre su familia no solía hablar y era muy cerrado con su privacidad. Logré conocer parte de su historia, pero no toda. Supuse que era huérfano y que no tenía a nadie más. Era un hombre seguro, hecho a si mismo y sin complejos. Pero ante mí parecía un adolescente molesto por la llegada de la figura paterna.
-Seguro que está preocupado por ti y por ella.-comenté acomodando mi chaqueta.
-Deliras.-susurró.-Deliras.-repitió.-Vino a ver a mi pareja sólo para calificarla. Ninguna mujer es perfecta a sus ojos y los hombres no es lo que desea para mí, quiere nietos y que me case con la esposa ideal. Claudia no es así. No quiero una mujer idéntica a mi madre, aunque ella también era rubia y de ojos claros.-suspiró amargamente.-Estoy siendo sincero Atsushi cuando digo que no creo que mi padre se preocupe por mí en lo más mínimo. Desde los quince he hecho vida a parte, he crecido más cerca de mi tío que de él.
-Paulo todos los padres nos preocupamos por los hijos, todos.-él me miró confuso.-Fíjate en Kamijo, ya está preocupado por la guardería a la que irá su hijo y aún ni nació. Desea tener todo controlado, seguro y perfecto. Quiere que su hijo jamás sufra, que esté sano y feliz. Todos los padres nos preocupamos, igual que las madres. Estamos siempre pendientes de nuestros hijos aunque parezca que estamos ausentes. Hero para mí es parte de la luz de mi vida, me preocupo por él, pero sé que es mucho más avispado que Hizaki a sus años. Miho a pesar de ser una mujer adulta, y no olvides que me odia, me preocupa. Hizaki a pesar de ser padre, asentar la cabeza y tener una carrera brillante me causa quebraderos de cabeza. Paulo, se sincero y ponte en su lugar. Tal vez también quiere conocer a Claudia, pero sé por experiencia que ni ella ni ninguna será perfecta como pareja. Nadie lo es. Nadie es perfecto. Los padres somos demasiado exigentes con nuestros hijos, pero sobretodo con sus parejas. ¿Has visto a Josep? Es un hombre centrado, culto, entregado a su familia y a su trabajo. Sin embargo, sigue molestándome y sigo vigilándolo muy de cerca.
-Te he escuchado atentamente porque quizás tienes razón, pero mi padre siempre se ha mantenido estricto y frío conmigo. Salvo excepciones ha sido más cercano. Creo que esas excepciones fueron mis primeros logros como escritor y como fotógrafo, aunque finalmente dejé la fotografía como un pequeño placer y no como profesión.-se acomodó las lentes y me miró.-Sea como sea me preocupa más Claudia. Quiero que se quede a mi lado, quiero cuidar de ella y quiero demostrar que la amo realmente.
-¿Quieres o necesitas?-pregunté alzando una de mis cejas.
-Ambas.-respondió cruzándose de brazos.
-Good morning.-escuché próximo a nosotros.
Al girarme, para observar al hombre que se aproximaba hacia nosotros, quedé impactado. Era como ver a un segundo Paulo Wilde pero con el cabello prácticamente blanco y algunas arrugas en el borde de sus ojos. Sonrió y se paró frente a nosotros apoyándose en el bastón que llevaba en su mano derecha.
-Buenos días padre.-dijo Paulo.-Padre él es Atsushi Sakurai.
-Oh.-sus labios y su expresión eran entre asombro y curiosidad.-Conozco levemente su idioma. Pero lo básico me dará la posibilidad de decirle que le admiro, usted tiene más energías que los jóvenes de hoy en día.
-No soy viejo.-respondí algo molesto.-Tengo sólo cuarenta y pocos años.
-Sí, pero no tiene veinte.-comentó antes de girarse para ir hacia la habitación.-Ha sido un placer, un grato placer.-dijo agitando su mano izquierda para despedirse.
-Te dije que era un incordio.-dijo Paulo.
-Lo he notado.-le entregué mi ramo y también la almohada.-Es especial para estos casos y para aviones. Espero que te sea de ayuda.
-Gracias, estás en todo.-me miró fijamente unos segundos y sonrió.-¿Entras a verla?
-No, tu padre me ha dado escalofríos y prefiero caminar.
-Oh, bueno entonces nos vemos en otro momento.-se giró hacia la habitación y antes de entrar volvió su rostro hacia mí.-Gracias.
-¿Tu culpa? No fue tu culpa Paulo, los accidentes ocurren.-dije intentando calmarlo.
-Se cayó porque huía de mí, pensó que era infiel por no saber explicar ni expresar mis sentimientos. Esta no es la primera vez que sucede algo así, no es la primera vez.-definitivamente ahí se derrumbó aferrándose a mi traje oscuro.
-Paulo hay un destino para cada persona, hay caminos que hay que recorrer para hacernos más fuertes.-eso fue lo único que se me ocurrió. Cuando vi sus manos aferradas a mi chaqueta noté lo pálido que era, realmente era su apariencia más frágil o al menos así pude notarlo.
-Para colmo mi padre ha venido y no le soporto.-se apartó de mí intentando secar sus lágrimas.
Jamás pensé que sus padres vivieran. Sobre su familia no solía hablar y era muy cerrado con su privacidad. Logré conocer parte de su historia, pero no toda. Supuse que era huérfano y que no tenía a nadie más. Era un hombre seguro, hecho a si mismo y sin complejos. Pero ante mí parecía un adolescente molesto por la llegada de la figura paterna.
-Seguro que está preocupado por ti y por ella.-comenté acomodando mi chaqueta.
-Deliras.-susurró.-Deliras.-repitió.-Vino a ver a mi pareja sólo para calificarla. Ninguna mujer es perfecta a sus ojos y los hombres no es lo que desea para mí, quiere nietos y que me case con la esposa ideal. Claudia no es así. No quiero una mujer idéntica a mi madre, aunque ella también era rubia y de ojos claros.-suspiró amargamente.-Estoy siendo sincero Atsushi cuando digo que no creo que mi padre se preocupe por mí en lo más mínimo. Desde los quince he hecho vida a parte, he crecido más cerca de mi tío que de él.
-Paulo todos los padres nos preocupamos por los hijos, todos.-él me miró confuso.-Fíjate en Kamijo, ya está preocupado por la guardería a la que irá su hijo y aún ni nació. Desea tener todo controlado, seguro y perfecto. Quiere que su hijo jamás sufra, que esté sano y feliz. Todos los padres nos preocupamos, igual que las madres. Estamos siempre pendientes de nuestros hijos aunque parezca que estamos ausentes. Hero para mí es parte de la luz de mi vida, me preocupo por él, pero sé que es mucho más avispado que Hizaki a sus años. Miho a pesar de ser una mujer adulta, y no olvides que me odia, me preocupa. Hizaki a pesar de ser padre, asentar la cabeza y tener una carrera brillante me causa quebraderos de cabeza. Paulo, se sincero y ponte en su lugar. Tal vez también quiere conocer a Claudia, pero sé por experiencia que ni ella ni ninguna será perfecta como pareja. Nadie lo es. Nadie es perfecto. Los padres somos demasiado exigentes con nuestros hijos, pero sobretodo con sus parejas. ¿Has visto a Josep? Es un hombre centrado, culto, entregado a su familia y a su trabajo. Sin embargo, sigue molestándome y sigo vigilándolo muy de cerca.
-Te he escuchado atentamente porque quizás tienes razón, pero mi padre siempre se ha mantenido estricto y frío conmigo. Salvo excepciones ha sido más cercano. Creo que esas excepciones fueron mis primeros logros como escritor y como fotógrafo, aunque finalmente dejé la fotografía como un pequeño placer y no como profesión.-se acomodó las lentes y me miró.-Sea como sea me preocupa más Claudia. Quiero que se quede a mi lado, quiero cuidar de ella y quiero demostrar que la amo realmente.
-¿Quieres o necesitas?-pregunté alzando una de mis cejas.
-Ambas.-respondió cruzándose de brazos.
-Good morning.-escuché próximo a nosotros.
Al girarme, para observar al hombre que se aproximaba hacia nosotros, quedé impactado. Era como ver a un segundo Paulo Wilde pero con el cabello prácticamente blanco y algunas arrugas en el borde de sus ojos. Sonrió y se paró frente a nosotros apoyándose en el bastón que llevaba en su mano derecha.
-Buenos días padre.-dijo Paulo.-Padre él es Atsushi Sakurai.
-Oh.-sus labios y su expresión eran entre asombro y curiosidad.-Conozco levemente su idioma. Pero lo básico me dará la posibilidad de decirle que le admiro, usted tiene más energías que los jóvenes de hoy en día.
-No soy viejo.-respondí algo molesto.-Tengo sólo cuarenta y pocos años.
-Sí, pero no tiene veinte.-comentó antes de girarse para ir hacia la habitación.-Ha sido un placer, un grato placer.-dijo agitando su mano izquierda para despedirse.
-Te dije que era un incordio.-dijo Paulo.
-Lo he notado.-le entregué mi ramo y también la almohada.-Es especial para estos casos y para aviones. Espero que te sea de ayuda.
-Gracias, estás en todo.-me miró fijamente unos segundos y sonrió.-¿Entras a verla?
-No, tu padre me ha dado escalofríos y prefiero caminar.
-Oh, bueno entonces nos vemos en otro momento.-se giró hacia la habitación y antes de entrar volvió su rostro hacia mí.-Gracias.
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