Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 14 de julio de 2010

Dark City - Capitulo 17 - Ironías del destino LVIII


Al girarme, para observar al hombre que se aproximaba hacia nosotros, quedé impactado. Era como ver a un segundo Paulo Wilde pero con el cabello prácticamente blanco y algunas arrugas en el borde de sus ojos. Sonrió y se paró frente a nosotros apoyándose en el bastón que llevaba en su mano derecha.

-Buenos días padre.-dijo Paulo.-Padre él es Atsushi Sakurai.

-Oh.-sus labios y su expresión eran entre asombro y curiosidad.-Conozco levemente su idioma. Pero lo básico me dará la posibilidad de decirle que le admiro, usted tiene más energías que los jóvenes de hoy en día.

-No soy viejo.-respondí algo molesto.-Tengo sólo cuarenta y pocos años.

-Sí, pero no tiene veinte.-comentó antes de girarse para ir hacia la habitación.-Ha sido un placer, un grato placer.-dijo agitando su mano izquierda para despedirse.

-Te dije que era un incordio.-dijo Paulo.

-Lo he notado.-le entregué mi ramo y también la almohada.-Es especial para estos casos y para aviones. Espero que te sea de ayuda.

-Gracias, estás en todo.-me miró fijamente unos segundos y sonrió.-¿Entras a verla?

-No, tu padre me ha dado escalofríos y prefiero caminar.

-Oh, bueno entonces nos vemos en otro momento.-se giró hacia la habitación y antes de entrar volvió su rostro hacia mí.-Gracias.

Yo desaparecí de aquel lugar. No podía soportar estar encerrado en ese antro de pastillas, batas blancas, informes y aroma a desinfectante. Al quedar libre en la calle decidí dar una vuelta con el coche. Era demasiado temprano para regresar a casa, quería despejarme un poco más antes de meter las narices entre informes de mis empresas y nuevas canciones.

Terminé marchándome a uno de los restaurantes de moda, pedí que abrieran para mí una de las botellas de vino más caras que tenían y también un pequeño aperitivo. Mientras que me relajaba veía pasar a unos y a otros, todos entretenidos con sus problemas y metas. Tan sólo tomaría una copa, no más, puesto que debía conducir.

Sin embargo, mientras tomaba la copa recordé las palabras de Kamijo. Dudé en llamarlo o no, pero finalmente lo hice. No estaba demasiado lejos, ya que el restaurante estaba a unas escasas calles del teatro y allí estaba como siempre. Le esperé sin dejar de observar todo, de deleitarme con cada gesto cotidiano. La vida a veces parecía aburrida, pero si uno se detiene a contemplarla encuentra momentos únicos y memorables.

Al fin apareció Kamijo caminando por la calle entre las personas que iban de un lugar a otro. El tenía ese toque especial que le hacía destacar con facilidad. No tardó más de cinco minutos en sentarse frente a mí y servirse una copa de mi botella.

-¿Qué te ha hecho llamarme?-fue lo primero que dijo esbozando una sonrisa.-Un sitio muy agradable, aún no había venido por aquí.

-Pues tus palabras, nuestra última conversación.-respondí y él se quedó pensativo.

-¿Sobre Yutaka?-interrogó alzando una de sus finas cejas y luego ambas, para luego fruncir el ceño.-No, deja que adivine.-susurró antes de relajar su rostro y dar un trago del vino.-Emma.-masculló mirándome fijamente.

-Sí, Emma.-dije siendo completamente sincero, de nada me servía ocultar lo que quería averiguar.

-Emma es un tema que no quiero tratar.-respondió.

-No te voy a juzgar.-tomé un trago de mi copa y él suspiró.

-¿Qué deseas que confiese? Últimamente me siento confuso, no con Jasmine sino con ella. Ya no la veo como antes, sobretodo cuando intenta encontrar el momento oportuno para quedar a solas y poder abrazarme. Que me trate como si fuera su esposo me hace sentir incómodo, ya que no lo soy ni lo seré.-sonrió amargamente antes de dar otro sorbo a su copa y me miró a los ojos con una especie de súplica.-Por favor, no me reproches. No estoy para reproches.

-¿Qué harás? No creo que quiera darte el bebé.-dije siendo tan sincero como en el principio de la conversación.

-Arrebatárselo.-fue rápido al decir aquello.-Está dañando a Jasmine todo esto, ella lo está haciendo, y yo no voy a permitir que mi hijo no viva conmigo sino con alguien desequilibrado.-rió bajo cuando dijo la palabra estrella, él también tenía tratamiento psicológico para sus cambios de humor.-Aunque intentaré no hacerle daño, hacerlo todo de forma rápida e indolora para ambos.

-Kamijo es una mujer, no sabes como son con sus crías.-comenté intentando que razonara.-Cúbrete bien las espaldas con buenos abogados.

-Yo tengo mis propios abogados.-su mirada brilló y temí por mí, por todo el mundo que allí estaba, esa mirada no era la suya y cuando aparecía realmente me atemorizaba.-Por cierto quiero que me ayudes a encontrar una mansión clásica, con estilo, y que esté ya restaurada. No sé si sabes alguna aquí en la zona. Quiero una que tenga escaleras pero que la parte superior no sean dormitorios sino un salón espacioso para fiestas, biblioteca y despacho. Que sea bien luminoso. Necesito algo así para Jasmine, el pequeño y para mí. Verás el piso quedó pequeño.-cambió de tema de forma rápida mostrando su lado de padre y esposo modelo.

-Frente al Ayuntamiento hay una en venta desde hace unas semanas.-fue lo único que logré decir, todo aquel cambio de actitud aún me dejaba en shock.

-Ya lo vi con Paulo en su día, me gusta pero el parquet está horrible y en la parte superior no hay mucha luz.-sacó entonces su cartera y me mostró un par de fotografías.-Quiero algo como esta casa, es una que conseguí para Teru. Es una casa increíble, pero ya había dicho que sería para él. Además lo quiero cerca de los accesos rápidos al metro y también carretera.

-Ahora que lo mencionas hay un viejo conocido que vende la casa de su familia, no sé si será de tu gusto pero está cerca de esa zona.-tomé mi bolígrafo y saqué mi tarjeta, detrás puse la dirección y el nombre por el cual tenía que preguntar.-No sé si aún la vende.-le di la tarjeta e hice un gesto al camarero para que viniera.-Por favor, la cuenta.

-Deja que te invite.-dijo de inmediato Kamijo esbozando una encantadora sonrisa, una de esas que le hacía parecer un ángel y no un demonio.-Por favor, estamos de celebración. Pronto seré padre y quiero que tú seas el padrino de su bautizo.

-Kamijo.-musité sin saber si regañarlo por la invitación o agradecerle que hubiera pensado en mí.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt