Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 5 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 7 - Un viernes más. (Parte VII)



Lamento haber estado algo seco en los comentarios que os he regalado últimamente, pero la fiebre dice que debo acortar palabras para no soltar cosas absurdas. Estoy con gripe, como muchos que conozco. Espero que pronto estemos todos bien.


Kurou siempre me dejaba a mi aire en el aeropuerto, mientras él se dedicaba a sobornar a los de seguridad, junto a otros tratos y favores, yo compraba. Podía hacer lo que quisiera, siempre que no retrasara los planes. Creo que comprar se convirtió en mi forma de entretenimiento favorito aquellos años, todo por culpa de Kamijo y su insaciable apetito por el lujo. Había pasado tanto tiempo junto a mi hermano que sus malas costumbres me habían hecho caer en una espiral de consumismo, aunque yo era absurdo al comprar y él era un marchante arte de prestigio internacional.

Cuando consiguió aparcamiento, yo salí disparado a ese enorme mundo de compras y más compras. Podría comprar todo el edificio y hacer que mi tarjeta echara humo. Sin embargo, sólo quería una revista y era la Fool's Mate, además del libro. Así que no tardé demasiado en conseguirlo, si bien me quedé mirando perfumes y abanicos en una tienda de complementos y fragancias.

-¿Busca algo para su esposa?-escuché a una de las empleadas.-Esa fragancia femenina es muy excitante para ustedes los hombres, a las mujeres las envuelven en cierto toque de sensualidad. Si su mujer es atrevida seguro que estará encantada si la compra.

Sonreí cuando dijo todo aquello, sobretodo porque solía usar algunas colonias femeninas. Me gustaba usar aquellas colonias porque me recordaban a las pequeñas cosas que amo de una chica. Esas gotas de perfume tras las orejas, justo cerca de donde me gusta besar, y por supuesto en el escote. Se veían vestidas aunque estuvieran desnudas si una buena fragancia las envolvía, era muy sutil.

-¿Eso cree?-dije jugando con mi anillo de bodas, me encantaba tener esa joya como la única visible en mis manos.

-Eso creo.-respondió.-¿Es tímida su esposa? Para las chicas más tímidas tenemos fragancias más suaves.

Me giré para contemplarla fijamente con una encantadora sonrisa, podía quizás pensar que la desnudaba lentamente al deslizar mis ojos por toda su figura. Una chica, porque no se podía llamar mujer a alguien tan joven, delgada pero con curvas y una boca sensual. Sus cabellos eran de color café, rizados al igual que sus largas pestañas naturales. No estaba excesivamente maquillada, ni perfumada, pero sí bien arreglada con aquella ropa propiedad del estilo y gusto de la tienda. Era algo alta, pero se veía diminuta y frágil.

-No estoy casado con una mujer.-respondí después de notar su sonrojo.-Pero si tuviera que elegir a una mujer me gustaría que fuera tan encantadora al maquillarse como usted, tiene cierto gusto con el maquillaje y las marcas. Puedo jurar que no son muy conocidas, pero sí caras, y no usa demasiado porque le parece un error. Su perfume es de lavanda con un toque de canela y naranja, aunque el aroma a lavanda quizás es el aroma de la crema corporal que seguro usa.

Quedó sorprendida por mi olfato y mi forma de describir sus gustos. Podía notar la sorpresa en sus ojos y en su boca. Tenía los labios pintados con una barra de labios de un color muy natural. Parecía que simplemente se había estado mordisqueando demasiado y no que se los había pintado.

-Debería usar tacones más bajos, es el único fallo. Ya es demasiado alta, no intente parecerlo aún más. Las chicas de pasarela no son el tipo de mujer que la mayoría busca.

Quería hablar, pero estaba seguro que no sabía bien qué iba a responder. Entonces sentí la mano firma y grande Kurou sobre mi vientre, así como su torso pegándose a mi espalda. Sus labios se pegaron a mi sien y yo sonreí abiertamente por inercia.

-¿Ya estás comprando nuevos perfumes?

-Quería comprar uno, pero creo que aún tengo demasiados en casa.-murmuré.-Creo que compraré un abanico, el último lo rompí sobre aquel estúpido de Micael.

Micael era un subordinado que creía que todo el monte era orégano. Intentó ligar conmigo en una de esas ocasiones en las cuales reúno a un pequeño grupo. Aún suelo hacerlo, pero no tan seguido como en aquellos días. Se propasó al tomarme por la cintura para susurrarme unos versos, que seguro había oído en algún spot publicitario, así que simplemente le golpeé con rabia y mi abanico se destrozó. Él sigue siendo uno de mis hombres, pero no es que lo sea precisamente porque me agrade su presencia.

-¿Qué color quieres?-dijo sin despegarse de mí.-Elige rápido o perderemos el vuelo.

-Creo que rojo.-comenté con una sonrisa.-Creo que irá bien con mi gabán.

-Ya le ha oído, mi esposo quiere un abanico rojo.

-Por supuesto.-balbuceó girándose para ir hacia la estantería y sacarme varios modelos.

Kurou no podía estarse quieto, sacaba su mal genio incluso con las chicas. A mí me provocaba lástima como las alteraba. Ella era agradable, sólo pretendía vender y no coquetear. Pero él veía en ella un peligroso enemigo.

Suspiré pesado y me acerqué hacia el mostrador. Había algunos estilo orientales, otros más españoles y me gustó de varas sencillas. No tenía adornos, ni dibujos y tampoco la tela. Todo él era un encantador y simple abanico. Miré a Kurou y este se acercó mostrando su tarjeta. Sabía que si él venía a comprar conmigo sería imposible pagar yo.

Antes de salir de la tienda me giré hacia ella y me despedí con la mano. Volvería después del encargo con unas rosas como disculpa, y sin mi esposo por supuesto. Me mataba a veces las ganas de gritarle que él también era un amante de las mujeres, no sólo yo.

-Estás serio.-comentó cuando ya habíamos salido de la tienda.

-¿Cómo se supone que debo estar?-no le había mirado a la cara todavía.-Me gusta tenerte pegado a mí, pero sé como la has mirado y he sentido el miedo en su mirada. Kurou, no es justo. Ella sólo era amable para venderme sus caros perfumes.

-Ella era tu tipo.-respondió intentando no gruñirme.

-También es el tuyo y no me ves lanzándome sobre ella gritándole zorra.-le di con la bolsa pegándosela al pecho.-Feliz cumpleaños, imbécil.

-Es dentro de una semana.-balbuceó antes de abrir la bolsa y ver el libro.-Es el libro que quería.

-Disfruta, es lo poco o mucho que vas a tocar en el avión.

Me apresuré hacia la puerta de embarque. Ya habían facturado nuestras maletas, él había hecho todo movimiento necesario por el aeropuerto. Además, el vuelo iba a ser en uno de los aviones privados de Kamijo.

Pensar en su primer matrimonio provocaba que me enfureciera. Kurou se pasaba la vida intentando que nadie me dañara, pero el muy imbécil permitía que zorras como ella se hubieran acercado a él. Quería protegerme de todo mal, como si las personas fueran malas de por sí y yo quería creer que aún quedaba alguien bueno, o al menos mínimamente interesante.

Cuando subí al avión me senté calmado y pedí una copa de champaña. No tenía ganas de almorzar, si quería algo de aperitivo ya lo pediría más adelante. Simplemente me senté contemplando la pista con los demás aviones despegando, aterrizando, los del transporte de maletas y los seguridad revisando que todo estuviera ok. Yo simplemente intentaba no arrancarle la cabeza.

-¿Cuándo me vas a perdonar?-preguntó en un murmullo al sentarse a mi lado.-He sido un idiota, perdóname.

-Estás muy mal acostumbrado.-respondí sin mirarlo.

-Yosh, odio que te molestes.-me acarició el pelo besando tímidamente mi mejilla.-Odio que te molestes conmigo.

-Yo odio que me espantes a todas las vendedoras.-suspiré derrotado quitándome el sombrero para dejarlo sobre mis rodillas.

-Aquí tiene.-comentó la azafata con una enorme sonrisa.-¿Su acompañante querrá algo?

-Mi esposo necesita buenos modales, pero supongo que eso no puede traerlo.-respondí tomando mi copa.-Muchas gracias encanto, si necesito algo de comer ya te aviso.

-Espero que tengan un buen vuelo.-dijo con una enorme sonrisa antes de marcharse riendo bajo.

Permaneció en silencio contemplando como bebía y terminó resignado leyendo aquel libro. No era mi único regalo, pero me gustaba ir dejando caer alguno cuando se acercaba su cumpleaños. Aunque yo le regalaba cualquier cosa que él me dejara comprarle. Siempre tan caballero en ese aspecto, y tan indisciplinado en otros.

Despegamos rumbo a Las Vegas. Sin embargo, sabía que haríamos un descanso en cuba. Allí viajaríamos hacía Las Vegas después de repostar y cambiar los pilotos, así como revisar que el avión estuviera en las mejores circunstancias.

-Odio volar, pero ahora no te puedo pedir que me abraces.-murmuró bajo cerrando el libro.-Yoshiki.

-Yoshiki no está para ti.-respondí abriendo mi revista.-Hazte a la idea.

-¿Y si el avión se cae en el mar? Moriríamos los dos molestos, no podría vivir con ese peso.

-Te contradices.-dije bajando un poco la revista.-Moriríamos y por lo tanto no tendrías que vivir con ese peso, si crees en otra vida no terrenal créeme seguiría enfadado y quizás me iría a coquetear con algún ángel más atractivo. Será por hombres o mujeres, con los que hay.-eso hizo que su rostro cambiara y se marchara al aseo.

Sabía que podía aparentar que no tenía sentimientos, que era un trozo de hierro con cables por dentro. Pero en realidad era un hombre maravilloso y pagaba mis traumas con él. Me levanté siguiéndolo y me quedé pegado a la puerta del aseo. Estaba allí atrincherado como si de ese modo no supiera que lloraba.

-Mi amor, discúlpame.-susurré pegando mi frente a la puerta.-Amor, estaba molesto y he dicho algo que no sentía.

-Para no sentirla bien que la has dicho.-escuchaba su voz tomada, incluso como se sorbía los mocos. Realmente estaba como niño regañado, pero no fue un regaño aceptable sino palabras crueles.

Me arrepentí muchísimo de todo lo que dije, sobretodo porque podía asegurar que temblequeaba subiedo al inodoro secándose las lágrimas con la corbata. Ese maldito gigante tenía un aspecto dulce cuando se ponía tierno, si bien no era el mejor momento de ternura porque yo le había hecho llorar.

-Cariño, no lo siento. Si no te quisiera no tendría celos, si no te amara no me habría puesto a idear planes para tu cumpleaños. Mi amor, estoy deseando abrazarte y disculparme como se debe.-pegué mis manos a la puerta y suspiré haciendo circulitos sobre la madera.-Te amo, te amo mi hermoso gigante y quiero besar tu frente. Sé que estás nervioso por el vuelo y que todo te influye. Anda, deja que pase y te seque las lágrimas.

Dejó que la puerta se abriera y entré cerrando mientras apoyaba mi espalda, lo miré con cierta ternura y preocupación. Tenía la corbata arrugada porque la estuvo usando de pañuelo y todo su rostro estaba bañado por lágrimas.

Tomé impulso para dar un par de pasos y abrazarlo. Rodeé su enorme cuerpo con mis brazos que se veían pequeños, a su lado todo mi cuerpo se veía diminuto. Acariciaba sus cabellos hundiendo mis dedos en su melena. Se le había caído el sombrero a los pies, de tanto que había temblado, y eso me hizo sentirme aún más culpable. Besé su frente con ese remordimiento fatal que me atravesaba de pies a cabeza, pero él me agarró de la cintura atrapándome.

Me costó sentarme sobre sus piernas, sin embargo me nacía el deseo de estar pegado a él por completo. Estaba a horcajadas con las piernas colgando, sólo rozaban las punteras de mis zapatos contra el suelo, y mis brazos lo estrechaban aferrándome con la misma fuerza que él me tomaba de mis caderas. Aún lloraba, lo hacía contra mi pecho y de una forma tan vulnerable que provocó mi llanto.

-¿Por qué lloras?-balbuceó hipando.

-Por idiota, mi amor. Yo lloro porque soy idiota.-susurré antes de abandonar un par de besos sobre sus cabellos.

“Nuestro amor es de idiotas,
nos queremos y peleamos.
¿Por qué lo hacemos?
Nosotros nos provocamos.
Tal vez es para hacerlo interesante,
y me refiero al sexo.
Bailaremos hoy un tango,
uno de esos en el aire.
Danzaremos hasta que desfallezcamos.
Seremos las flores secas de un romántico.
Sexo, sexo y un poco de amor desesperado.
Nuestro amor es de locos,
nos amamos y nos arañamos.
¿Por qué lo hacemos?
Porque somos gatos, por eso,
y porque tenemos un sexo felino.
Maullidos y gemidos...
sí, mientras cazamos luciérnagas.”

3 comentarios:

Athenea dijo...

Al final ha acabado en el baño... Aunque no como yo esperaba XDD. Estos dos son un poco tontos (no me interpretes mal), en el sentido de que no se dan cuenta de cuánto se quieren mutuamente. Kurou no ve que Yosh lo ama más quea nada en el mundo y que sería incapaz de serle infiel, y a Yosh le tortura la imagen de la exmujer de Kurou, cuando sabe que K. mataría por él. Aiis, pero son tan monos cuando se enfadan y luego se reconcilian...

Por cierto, espero que te recuperes muy pronto de la gripe. Y no te preocupes por lo de los "secos comentarios". Yo si estuviera con fiebre, no tendría fuerzas ni para salir de la cama. ¡Muchos ánimos! Un beso.

Lin Sekiei dijo...

Pero que tiernos los dos! >////< Me dan ganas de abrazarlos~ <3
Y bueno, digo que ya que están en el baño, podrían terminar la reconciliación de una manera y esas cositas, ya sabes... ¬w¬ XDD

Espero que estés pronto recuperado del todo!
Cuídate! Besos, pequeño neko~ :3

MuTrA dijo...

¡Muchas gracias por el comentario! ^^ Espero que ya estés mejor de la gripe. Parece que últimamente vienen fuertes, pero te conozco y sé que eres más fuerte aún que un simple virusillo. ;)

Bueno, me despiertas aún más la curiosidad por Kurou después de leer tu comentario, que lo sepas. Y esta parte del capítulo me ha encantado. Hoy tengo un día especialmente sensible y ñoño y esto me ha enternecido muchísimo. Siempre te lo dije: Tienes talento para transmitir y me alegra que así siga siendo.

¡Besotes Príncipe Malcriado! ;) ;****

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt