Entrevista a Nash por parte de David Talbot
Hecha para el Jardín Salvaje
Esto es soporte.
La cámara enfocaba el rostro de quien
fue el profesor y buen amigo de Tarquin Blackwood. Sus ojos parecían
algo cansados, tenía algunas arrugas que le daban una expresión de
calma y su sonrisa era suave como en apariencia eran sus cabellos
teñidos por las canas. Un hombre bien afeitado, con un traje algo
caro hecho a medida de color negro con una camisa blanca de algodón,
sin corbata ni gemelos. Sencillo, elegante y sobrio.
Se hallaba sentado en el salón
principal de la vivienda que a veces le acogía, como acogía a
otros, y que pertenecía a Lestat de Lioncourt. El sillón donde
estaba sentado era uno de los favoritos del vampiro más caprichoso y
aventurero de todos los tiempos. Sus ojos se paseaban lánguidamente
por el decorado que tan bien conocía, pero sin personas alrededor ni
bullicio podía apreciarse mejor. Sonreía para sí al ver algunos
libros fuera de la biblioteca y estaba tentado a sostenerlos entre
sus manos, pegarlos a su pecho como si fuera un colegial y
regresarlos a sus estanterías.
David Talbot estaba a su lado con una
sonrisa amable y una mirada en la que podía intuirse cierta
curiosidad. Nash Penfield era un hombre sabio, entrado en años, que
conocía ciertos misterios de la vida. Él recordaba aquellos años
como si los estuviera viviendo hoy mismo. Nash tenía aproximadamente
la edad que él tenía cuando su cuerpo fue usurpado y utilizado como
cebo para Lestat y su innegable poder.
-Es un placer para nosotros tener a
Nash Penfield, un hombre con una vida desconocida por todos, y que
suele ayudarnos a conocer nuevos autores, sensaciones y momentos en
los cuales nos hace pensar más allá de lo superficial-comentó
provocando en su interlocutor cierta sorpresa.
Para Nash la entrevista aún no tenía
que empezar y eso le sobresaltó, pues pensaba en la biblioteca donde
solía encontrarse leyendo para otros y también para sí mismo.
Encajar halagos no era su fuerte, pues no sabía como reaccionar a
estos. Tía Queen siempre estaba halagando su trabajo, como trataba a
Tarquin y los progresos que veía en él. Sin embargo, para Nash era
fruto del cariño que ambos se tenían bien merecido.
-El placer es mío-respondió con una
sonrisa suave en sus labios- Estaba deseando que reparara en mí para
poder contar mi historia como todos han hecho.
-Lamento la demora-dijo David
interviniendo con rapidez.
-Oh, no se preocupe. Yo sé esperar mi
momento, porque creo que todo en esta vida tiene su momento y su
lugar. Simplemente no voy a dejar pasar una oportunidad como esta,
porque usted es alguien a quien he estado observando y sé la verdad
que hay tras sus espaldas. Usted me parece sincero y espero que yo lo
sea para todos aquellos que quieran escuchar este mensaje- la cámara
se había movido y tomaba un buen plano de ambos.
Sentados en sillones similares, con
ropa similar y una expresión de calma en ambos que sería envidiada
por muchos. David parecía joven, pero tenía la paciencia de un
hombre adulto y lleno de experiencia. Nash sin duda había vivido más
allá que tiempo tras sus libros.
-¿Por qué aceptó la oferta de
trabajo de la adorable tía Queen?-preguntó agradecido por sus
palabras, pero se guardaría estas hasta que la cámara fuese a
negro.
-Por eso mismo, porque era adorable y
encantadora. Me habló con tanta dulzura de Tarquin, aunque también
mostraba preocupación pese a no querer indagar mucho en todo lo que
le sucedía. Para ella él era como su nieto, su hijo y todo lo que
en este mundo merecía la pena junto a sus camafeos- dijo
inclinándose levemente mientras cruzaba sus piernas y dejaba sus
manos en los brazos del sofá- Primero lo hice por ella, intenté
renunciar por mis sentimientos y finalmente acepté.
-Sus sentimientos, esos que Tarquin
nunca descubrió hasta que usted se lo ha revelado tiempo más tarde
-recordó aquella carta que hizo pública Nash en esa misma sala,
frente a cientos de personas, y quizás sacándose una espina de su
corazón.
-Cualquiera que conozca a Tarquin se
siente irremediablemente atraído por su belleza, sensibilidad y
agradable charla. Vi a un joven con mucho potencial y un corazón
lleno de inseguridades. Deseé atraparlo, contenerlo en mis brazos y
hacer trizas mi mundo para que él fuese el eje de todo-hizo un
inciso con los ojos vidriosos intentando no llorar, pues sus lágrimas
ya estaban demasiado vistas y derramadas- Pero, aunque no fui
correspondido, lo hice el eje de mi vida, pues siempre quedé a su
servicio.
-¿Ha dado su corazón a otra persona
después de ésto?-sabía la respuesta, pero quería estar seguro.
Aquel hombre aún parecía desmoronarse al hablar del amor que había
sentido.
-No, soy demasiado viejo para volver a
enamorarme como un chiquillo. Ya no es tiempo para el amor, sino para
los recuerdos. Tengo buenos recuerdos de mis amantes, aquellos
hombres que me dieron la oportunidad de aprender de ellos y de
amarlos con cierta fuerza. Sin embargo, en la vida es necesario
esperar para encontrar la persona más valiosa a la cual obsequiarle
tu corazón. Tal vez esa persona no es la correcta para muchos porque
no te ame, pero para mí lo es porque yo he logrado romper la barrera
fría que me había impuesto- sonrió al decir lo último como si se
hubiese quitado un peso de encima.
Talbot lo observaba como quien observa
un retrato que cobra vida. Tenía ante él un hombre lleno de
recuerdos, una vida plena y que había sido frágil en otro momento.
Nash había sido transformado en vampiro en el jardín de la mansión,
por Petronia, porque casi estuvo a punto de morir a manos de Tarquin
en aquel invierno que ahora parecía lejano debido a los grillos, las
luciérnagas y toda la vida que zumbaba cerca de la maleza y los
rosales. Los dondiegos se agitaban suavemente con la brisa y esta se
metía por las ventanas golpeando a ambos.
-Eso es un no-respondió sacando a Nash
una leve carcajada- Pero algún amor debe existir en su vida, ¿no es
su amor la profesión que posee?-interrogó.
-Ah, sí enseñar. Enseñar para mí es
fundamental. Nosotros los profesores tenemos la oportunidad de ayudar
a crecer las grandes almas que dominarán el futuro de nuestros
países. Sin embargo, algunos creen que hacer un cerebro cuadrado,
dispuesto a decir las lecciones como si fuese una grabadora, es lo
mejor que puede ocurrirle al sistema educativo. Sin embargo, para mí
es una auténtica aberración -frunció su ceño y se acomodó
desabrochando su chaqueta para sentirse más libre- Mire, usted
seguramente ha enseñado a muchos a realizar correctamente su trabajo
¿no es así?-David tan sólo asintió- Pero supongo que a la vez ha
deseado que hicieran algo más, algo que usted no esperara, y que
fuera para mejorar el resultado- volvió a dejar que su cabeza
asintiera suavemente- Mire, lo importante en este mundo es la
creatividad, el saber hacer algo más que lo aprendido y eso no se
gana diciéndole a un niño, adolescente o joven que las cosas son
así y nada más. Hay que darle libertad para experimentar y
aprender. Por eso odio calificar y detesto poner exámenes.
-Cree en otro sistema educativo- afirmó
David sin asombrarse demasiado debido a todo lo que conocía de Nash.
El señor Penfield era un hombre franco y abierto con dotes de líder
que quería crear a otros líderes con sensibilidad, pasión y
esfuerzo.
-Un sistema educativo que sería más
eficiente pero que ningún político quiere tener. ¿De qué sirve
tener una sociedad que no puede manejarse como si fueran borregos
siempre con miedo al lobo? Sin saber que el lobo es el gobernante,
por supuesto-era una verdad que todos tenían en mente, pero nadie
hacía nada. Sin embargo, Nash aplicaba su propio método y eso se
notaba en Tarquin.
-¿Qué recuerdos tiene del viaje con
Tía Queen, Tommy y Quinn?-preguntó recordando que enseñó los
lugares más hermosos, sus historias y el desarrollo cultural.
-Excelentes. Recuerdo noches muy
agradables, casi palaciegas, en los restaurantes más encantadores.
Los camafeos de Tía Queen parecían deslumbrar a todos, siendo el
mejor complemento para sus vestidos y sus tacones. Ah, recuerdo que
Tarquin a veces parecía agobiado por la temible situación de Mona
Mayfair.
Mona Mayfair era para David algo más
que un nombre. La forma en la cual la recordaba Nash, con cierta
envidia y tristeza, era porque el mismo día que él se enamoró de
Tarquin él se enamoró de Mona. Sin embargo, todos caían seducidos
por aquella muchacha de cabellos de fuego y mirada tan verde como los
campos de Irlanda.
-¿Qué puede decirnos de Petronia,
Mona Mayfair y todos los que se vieron involucrados en la truculenta
historia que después se narraría a todos los mortales?-interrogó
mirándolo a los ojos. La cámara hizo zoom en el rostro de David y
después tomó un plano similar con Nash.
-Petronia es una mujer fuerte en
apariencia, con un humor ácido y demasiada violencia. Sin embargo,
tras el caparazón hay dolor y un corazón sensible. Se siente sujeta
por los consejos de Arion, pero también por su arte. Puedo decir que
admiro a Petronia en su dedicación y su forma de ver el mundo,
aunque no estoy de acuerdo en la violencia que ejerce-explicó con
sinceridad- Mona Mayfair es una Mayfair y como Mayfair hace cosas que
no me parecen correctas. Ella ahora es inmortal y tiene la salud que
no pudo disfrutar. En mi opinión hay algo bueno dentro de lo malo y
ella tuvo una vida desgraciada, así que espero que esta oportunidad
sea para ella algo más que un simple milagro- también había sido
sincero, pero pasó por encima de su aversión hacia ella- Tommy es
un chico encantador y el hijo de Quinn también lo es. Jerome tiene
un futuro prometedor. Creo que hay un buen futuro para los Blackwood
y para aquellos que están a su alrededor.
-¿Y para usted?-preguntó
apresuradamente.
-Para mí hay aventuras que no puedo
contar porque aún no las he vivido- respondió con una sonrisa
triste pero tan franca que era aterradoramente arrolladora.
-¿Qué relación tiene ahora con
Tarquin?-susurró esperando no meter el dedo en la yaga, pues hasta
el momento había demostrado Nash ser un hombre muy amable.
-Sigo amándolo y esperando que todo en
su vida sea bueno. No quiero verle sufrir, ni sentirse agobiado sin
que pueda tenderle mis brazos. Él es un joven aún en un mundo
demasiado adulto. Sé que puede parecer ilógico debido a su
condición, o tal vez no, pero aún es un niño inocente en una selva
llena de fieras deseando destrozarle. Para mí siempre será el joven
que conocí.
-Es mi última pregunta-dijo
levantándose para estirar su mano hacia él- ¿Puedo pedirle que
cuente conmigo cuando algo fascinante ocurra en su vida?
-¡Por supuesto!-se incorporó
estrechando su mano y finalmente abrazándolo para darle un par de
palmadas.
La cámara quedó en negro mientras una sonora carcajada sonaba de fondo, era la voz de David Talbot completamente feliz tras una entrevista cómoda como no había hecho desde hacía meses. La última, con Gabrielle de Lioncourt, fue demasiado tormentosa y peligrosa.
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