En muchas ocasiones me he preguntado
que hacía él ayudándome a mí. Es decir, comprendo su fascinación
por el misterio, las criaturas sobrenaturales y la verdad... pero
¿hasta ese punto? Tengo que hacer mención a su inteligencia
comparada con la mía, pues aunque a veces sospecho que es demasiado
inocente es sin duda mucho más locuaz que yo mismo. Podré haber
visto los infiernos con mis propios ojos y miles de cosas que no
puedo describir. No, no puedo. No estoy capacitado para abrir el baúl
de los horrores y lanzarlo como si nada. ¿Qué clase de persona
sería? Aunque ¿puede catalogarse a un vampiro de persona? ¡No lo
creo! Aunque yo sí me considero uno de ustedes. Confíen en mí como
si fuese un amigo, por favor.
En fin... en estas memorias, o mejor
dicho cadena de pensamientos, quiero penetrar y ahondar lo máximo
que pueda en mis recuerdos. Sí, siempre lo hago pero quiero
detenerme como nunca. Jamás he reparado demasiado en describir a la
perfección mis sentimientos hacia David Talbot. Como he dicho no sé
como puede ser mi amigo, seguirme a todas partes y aceptar los
riesgos. Es como un detective con el olfato muy fino ¿y no son eso
los viejos componentes de la orgullosa Talamasca? ¡Claro que lo son!
La Orden de la Talamasca no es ni más ni menos que detectives
paranormales. Pero ¿y él? Él no se puede catalogar en un simple
detective. Él no era un peón más del tablero. ¡Él era el rey de
un enjambre de seres místicos hechos con nervios de acero y mucha
suspicacia!
Descubrí la orden gracias a Marius. Si
ese maldito cabrón no habría dado con ellos. Aunque si me escuchara
hablar así de él... seguro que haría arder todos mis libros
jurándome venganza. ¿Puedo tomar en serio sus palabras de ir contra
mí? Siempre lanza gritos al aire, aspavientos con sus manos y mueve
su túnica roja como si fuera una bandera de guerra. Siempre. No se
equivoquen si no lo hiciera temería realmente un ataque suyo. Marius
no puede hacerme daño ¿saben por qué? Porque me quiere. No me ama
como a sus criaturas, pero sé que me quiere. Tal vez no como un
padre a un hijo... sin embargo veo en él un amor incondicional.
¿Por dónde iba? ¡Ah! ¡Sí! ¡Sí!
¡Sí! David... El señor Talbot se encontraba tras su despacho,
somnoliento y algo fatigado. Recuerdo sus manos blancas y arrugadas,
sus dedos algo toscos, su mirada gentil y sus labios envueltos en una
sonrisa franca que se evaporó y llegó al horror. Mon dieu! Fue
impresionante como cambió su rostro cuando me vio. Fue como si se
hubiese puesto una careta. Creo que hasta palideció.
No obstante él me abrió las puertas
de la orden, me contó secretos, se hizo amigo mío y me ayudó. Él
escribía sobre mí y eso me fascinaba. ¡Alguien escribía todas las
locuras que decía o hacía! ¡Era como tener un fan incondicional!
Aunque jamás le firmé un autógrafo, pero sí le llevé a la
locura. Sí, le hice entrar en caos. ¿Cuántas veces le dije que
podía tentarlo con el Don Oscuro? ¡Ni lo recuerdo! Creo que cada
día elegía mi mejor chaqueta, me acomodaba el pelo y me preguntaba
¿debería ir a darle una visita? ¡Un pequeño susto! ¡Toc, Toc!
¡Lestat está en casa!
¡Ja! Creyó que no podría salirme con
la mía y en una de esas, en la mayor aventura que hemos vivido
juntos, le robaron el cuerpo por mi culpa y yo, seducido por su
hermosa apariencia y su alma tan pura y gentil, lo transformé contra
su voluntad. ¡Y el muy idiota en vez de golpearme y reprocharme
durante horas lo que había hecho me premió! ¡Me llevó a Brasil!
En realidad me llevó a mí y a Louis. ¡Oh! Oh, mon Dieu! ¿Os lo he
dicho alguna vez? Creo que no... ¡Verlo bailar samba fue fascinante!
Aquel viejo brujo se movía como un jovencito y las mujeres lo
adulaban.
Ustedes lo ven ahí serio tras su
escritorio, narrando verdades innegables, con la vista fija en sus
rostro juveniles y con una sonrisa algo ¿encantadora? No, no...
encantadora no es la palabra... ¡Seductora! Sí, te seduce. Seduce
con su tono aterciopelado, su acento inglés y sus modales. Una
educación primorosa que dependió bien del alto nivel adquisitivo de
su familia y de la propia Orden.
Así que yo sigo preguntándome ¿qué
vio él en mí? ¿Qué pudo ver? ¿Tal vez el descaro? ¡No lo sé!
Juro que no lo sé... y temo hacerle esa pregunta. Temo que me diga
que mi estupidez lo fascina o que le encanta ver como me meto en
líos. Él me ha salvado el cuello y yo he salvado su honor cuando
Merrick. Aún recuerdo como lloraba cuando ella se fue.
¿Alguna vez han visto a un hombre con
el corazón completamente destrozado? Se acercó a mí caminando
elegante, con su sombrero bien colocado y una sonrisa amarga en sus
labios. Tenía los ojos a punto de quebrarse en un llanto
insoportable. Juro que hubiese dado cualquier cosa por no decirle que
ella había muerto. Él lo sospechaba y yo no pude ocultarlo por
mucho tiempo.
“Merrick... Merrick... ¡Merrick!
¡Merrick! ¡Di que no te fuiste! ¡Al menos regresa a mí como
espíritu! ¡Merrick! ¡No me puedes hacer esto! ¡No!”
Un hombre que había convivido con
fantasmas y que el fantasma que más le pesaba serían sus
sentimientos, pero no ella. Aquella mujer que amó, la única hasta
ese momento, se había desvanecido de su vida para siempre. Y si soy
sincero, porque debo serlo, creo que eso cambió en él y provocó
que se transformase en alguien más temerario y a la vez en un hombre
lleno de culpas. Aún así él está ahí para mí, para todos
ustedes y para el misterio. ¡Ah! Mon ami! Je t'adore! Esperamos que tengas un gran cumpleaños.
Lestat de Lioncourt
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