Nash apareció después de hace mucho con una carta donde abre su corazón. ¿He dicho que admiro a este hombre? Es todo un caballero.
Lestat de Lioncourt
Cuando miro el presente y echo la vista
atrás me pregunto si no he sido yo quien ha movido todos los hilos,
los del destino, en lo referente a varias personas que he amado, amo
o amaré por siempre. He visto cambiar los caminos que les conducían
al éxito o al fracaso. Me he interpuesto en su realidad. Aparecí
para calmar sus inquietudes y acabé provocando otras nuevas, aunque
supongo que ellos también tienen parte de culpa. Si bien, he
apreciado la compañía de todos ellos y he intentado dar lo mejor de
mí a cada paso.
Cuando ocurrió la gran desgracia con
Tía Queen, a quien adoraba y veía como una mujer brillante, sentí
que algo en mí se apagaba. Si hubiese sido heterosexual estoy seguro
que habría acabado arrodillándome frente a ella, sin importarme la
diferencia de edad de algunas décadas, pidiéndole matrimonio como
todo un adolescente enamorado. Pero no lo soy. Me enamoré de su
fortaleza, sus ansias de vivir y su enérgica forma de decirles a
todos lo que pensaba en cada momento. Recuerdo aún el repicar de sus
tacones, su perfume favorito y como pedía champán para brindar por
todo. Por eso, al desaparecer sentí una profunda pena. Una pena que
me hundió durante varias semanas.
Tommy era aún un niño, casi un
adolescente, y lloró junto a mí la pérdida de una gran mujer. Era
un muchachito con muchas posibilidades si se educaba correctamente.
Temí que al no tener la protección de Tía Queen, con Tarquin
marchándose tan seguido y la mala reputación de su madre, acabara
siendo un chapuzas convencional. Era brillante. Me sentí enamorado
de su inteligencia. Pensé que era bueno para ambos permanecer
juntos. Quería, como educador, ser su tutor y ejercer sobre él la
mejor influencia posible. Decidí llevarlo a Londres.
Durante años estudió junto a mí, lo
dirigí por los mejores colegios y academias. Elegía los libros más
interesantes que podían ser de ayuda en el desarrollo de su
inteligencia. No me medía cuando tenía que tomar mi tiempo para él.
Me convertí en un padre, un amigo y un profesor. Lo protegía, lo
educaba y lo admiraba profundamente. Podía hablar con él de temas
serios y me olvidé por completo de mi amor por Tarquin. Él quedó
en un segundo plano con respecto a mis obligaciones con Tommy.
Si bien, no dejé que Tommy perdiera
sus raíces. Tenía vacaciones para ver sus hermanos, su madre, a
todos en Blackwood Farm y New Orleans. Quería que estuviese aún
atado a esa ciudad, pero que tuviese la posibilidad de ser alguien
más que un chico con algo de dinero en los bolsillos. Deseaba para
él lo que Tarquin no estaba consiguiendo. Ansiaba verlo con algún
diploma colgado en la pared. Era tan inteligente que perdí la cuenta
de los años. Olvidé que los niños crecen, se convierten en
adolescentes y estos en adultos.
En un abrir y cerrar de ojos se
convirtió en un muchacho de veinticinco años. Un joven responsable,
atento y amante de la cultura. Me sentí entristecido porque ya había
cumplido. No tenía que soportar mis comentarios sobre ropa,
filosofía, música, literatura, historia y un sinfín de temas que,
posiblemente, aburrían demasiado. Pero él se mantuvo a mi lado.
Habíamos pasado por tantas cosas que no sabía estar sin mi apoyo.
Entonces, lo supe. Pasé de admirarlo como a un joven brillante a
enamorarme perdidamente del hombre que yo había ayudado a formar.
Deseé alejarme, pero él no lo permitió. De nuevo me sentí
frustrado como ocurrió con Tarquin. La historia se repetía.
Yo tengo prácticamente la edad de tía
Queen, aunque mi rostro tiene menos arrugas y mi cabello no es tan
cano. La vida me ha tratado bien. No he sufrido tanto como ella. Me
he cuidado. Poseo esa chispa de juventud que ella poseía, pero
también una salud de hierro. La vejez me ha tratado bien. Me valgo
bien por mí mismo y no necesito enfermeras. Pero él es un niño
casi. Siento que lo ato. Creo que he cambiado su destino. Sobre todo,
porque él me corresponde.
Mi mayor temor es que este amor nos
perjudique. Sin embargo, por ahora dejaré que todo siga como está.
No he sido tan feliz en mi vida. La felicidad es importante. Por eso
quiero escribir esta carta con todo mi corazón y esfuerzo. No la
redacto para nadie en concreto. Quizás siento deseos que algún
desconocido la lea y comprenda, tal vez quiero que lo haga Tarquin.
No lo sé. La única verdad es que escribiéndola me he dado cuenta
de cuan agradecido estoy con la vida.
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