Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 1 de noviembre de 2014

El ángel de la muerte

Louis y sus depresiones... digo, Louis y su ética. 


Lestat de Lioncourt 


La escasa humanidad que yo tenía se fue con sus cabellos dorados. Se despejó como la niebla y me dejó ver la oscuridad en la cual me encontraba. Mi mirada se convirtió en la de un ser que despreciaba todo cuanto tenía. Mi eternidad se convirtió en un mar de zarzas ardientes. La lectura es lo poco que apiada mi sufrimiento. Junto a una vela encendida, como si fuera una vida que se consume, repaso cada palabra lentamente saboreando el alma del mortal que redactó sus sueños e ilusiones en frases que atesora gran parte de la humanidad.

Lestat ha podido superar su pérdida. Yo aún no logro comprender el motivo por el cual fuimos condenados a este terrible dolor. Jamás debí permitir que él lo hiciera. Es más, nunca tuve que entrar en esa casa infectada por la muerte. Me apiado de mí mismo mientras sollozo por el odio que me ofrece, como si fuera un preciado regalo. Recordar sus mejillas llenas, su pequeña boca carnosa y sus ojos vivos de un azul profundo me atormenta. Sobre todo, cuando recuerdo sus palabras de odio hacia mí. Merrick ya me advirtió, su fantasma podía ser terrible y codiciar mi muerte.

Estuve a punto de caer en las garras huesudas de esa dama que unos llaman vida, otros muerte y varios capricho del destino. Crucé el umbral, pero no solté el pomo. Lestat me salvó. Él tuvo que hacer su acto más heroico por amor. Un amor que desconozco si es tan fuerte como antes. Ha vivido más que yo, ha visto demasiado, y yo sólo quiero descansar. Tan sólo necesito mi viejo ataúd, mis libros, mis velas y la brutalidad de mis actos. Sólo soy libre cuando mato. Cuando el corazón de mi víctima late como un tambor acompañando al mío, juntos los dos, hasta caer en el silencio que propaga la Parca.

He matado a cientos. No me siento culpable. Muchos de ellos merecían un funeral menos pomposo. Soy el ángel de la muerte. Me ofrezco como un ser misericordioso que los abraza con cuidado, rodeando con mis fuertes brazos sus frágiles cuerpos, para darles un final más agradecido que una muerte por sobredosis, un accidente en mitad de una carretera poco transitada o simplemente un robo que salió mal. Los llevo al paraíso de mi mano, sienten el éxtasis que yo les insuflo y después los dejo caer como si fueran el envoltorio de un regalo. Ellos me han dado el mejor obsequio de todos: la vida, su sangre.


No soy un bendito. No busco ser un santo. No me tachen de gentil. Soy la muerte y camino entre ustedes.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt