Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 27 de enero de 2015

La Muerte Misericordiosa

Oh, Louis... Yo comprendo su dolor, entiendo como es... pero no acepto que esto tenga que ser así.


Lestat de Lioncourt


El tiempo nos cambia y nos pone a cada uno en su lugar. Tal vez era el momento, quizás fueron las circunstancias o un cúmulo de casualidades. Él estaba allí, sentado en aquella barra con la mirada cabizabaja y perdida en un vaso de whisky sólo con un par de hielos. Parecía recién salido de la universidad. Uno de esos periodistas que se creen espíritus libres, buscan un lugar en el mundo y una columna en los periódicos de tirada nacional. Por así decirlo, era un chico a punto de descubrir un mundo aún más terrible que una guerra, un atentado terrorista o un asesinato. No tendría que escribir sobre catástrofes, pero sí sobre las almas humanas que yo he enviado al infierno. Si es que existe el infierno o simplemente vivimos en él.

Llegué hasta él con una invitación atractiva. Pedí que confiara en mí, mis palabras y la buena fe de un hombre que quería hacer que su nombre fuese relevante para todos. No le pregunté siquiera como se llamaba, pero lo sabía. Había visto su nombre en un periódico local con una entrevista a un borracho que se creía santo. Una historia absurda, pero bien redactada. Y yo quería eso: una entrevista bien redactada.

Subimos a un edificio que estaba vacío. Se encontraba en una de las avenidas más concurridas de San Francisco. Era un apartamento mugriento que se mantenía cerrado porque el propietario había muerto. Un muerto nunca molesta cuando interrumpen en su hogar, ¿no es así? No llama a la policía ni se queja. No, un casero muerto es mejor que un casero vivo.

Era un apartamento sin más, con unas buenas vistas, una mesa y un par de sillas. No precisábamos de nada más. El joven se sentó en una de aquellas sillas de madera podrida, la cual crujió bajo su escaso peso, y yo lo hice frente a él. La noche se haría larga, pero él tendría sus cigarrillos y cinta suficiente. Aquella grabadora hacía un ruido como un ligero susurro.

Dejé que mi alma vagara por la vieja plantación de mi familia. Pude ver de nuevo los ojos azules de mi hermano Paul, su joven rostro completamente perlado de sudor y furor absurdo, y el hermoso cabello dorado revuelto sobre su frente. Escuché el clavicémbalo de mi hermana, los cristales estallando y las lágrimas de mi pobre madre. El vino en mi boca, el whisky barato de barrica podrida, los besos ardientes de las mujeres, el olor a tierra húmeda, el puerto donde las tabernas eran refugio de gentuza y caballeros... todo de nuevo. Incluso él.

Me pareció atractivo la primera vez que lo vi y todas las restantes noches, pero me negaba a mí mismo el quererlo. Hicimos un pacto. La muerte no sería nada. Quería una vida de purgatorio y él me quería a mí, pero soy tan estúpido que pensé que era simplemente mi plantación, posición económica y el verme sufrir. Parecía no prestarme atención, pero era falso.

También estaba ella. Una niña. Una pequeña que abracé con fuerza y que se convirtió en la “Dama Muerte”. Él tomó a la huérfana y la convirtió en nuestra hija. Un vampiro con aspecto infantil, como una muñeca articulada, que caminaba junto a nosotros ofreciéndonos su mejor sonrisa, ocultando su dolor y rabia, mientras el mundo cambiaba.


Mi historia todos la conocen... todos saben quien soy... soy Louis de Pointe du Lac. Soy el vampiro más humano, pues los humanos son cínicos, mentirosos, están podridos y a la vez desean ser santos, apreciar la vida y pedir la salvación. Soy la “Muerte misericordiosa” que aún llora la desaparición de los hermosos rizos dorados de Claudia y que necesita el consuelo de saberse atado a un monstruo, un ser demasiado inteligente e imprudente, llamado Lestat.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt