Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 28 de enero de 2015

Nunca lo pude olvidar

Aquí vamos de nuevo... Armand echándome la culpa de todo.

Lestat de Lioncourt 


Aparecí ante él como si fuera el ángel de la redención. La luz de la iglesia iluminaba mis cabellos rojizos dándoles el aspecto de una llamarada divina, mis ropas raídas parecían las de un niño perdido y la fuerza de mis ojos era, sin duda alguna, lo único que podía temer. Él sólo era un vampiro joven, alocado, sin leyes ni rumbo. Había elegido una vida indigna, según las normas que yo había aprendido, y decidí que él diese el ejemplo frente a todos. Era un problema para mí y para la supervivencia de algo en lo que ya no creía, y, que era muy probable, que jamás hubiese creído tan fervientemente como Santino.

Admito que él me recordó la esperanza que brilló en mí. Una esperanza dorada, como el sol de pan de oro de algunas iglesias, y cálida como los días de verano en Venecia. Pude sentir el vino de nuevo rodando por mis carnosos labios, la grasa de los pollos ensuciando mis enjoyados dedos y los besos incitantes de mi maestro. La música sonaba de nuevo a mi alrededor. Podía escuchar a las mujeres riendo y agitando sus pechos en sus despampanantes escotes. Sí, volvía al mundo del que surgí como un ángel y que terminó reducido en cenizas. Mi maestro, mi Dios, estaba allí vestido con su túnica roja y con esos mismos ojos, tan similares a los de Lestat. Deseé ser amado de nuevo. Quise que me abrazara en ese instante y así soportar mi derrota. Yo sabía que no saldría indemne de aquel encuentro. Sabía que él podía destruirme. Y aún así, pese a todo, estaba allí enfrentándome al peor de mis monstruos.

Quise vengarme por recordarme esa época. Deseé arrancarle esos hermosos ojos, quitarle el corazón de su cálido pecho y robarle todo lo que él tenía. Necesitaba destruirle. Sin embargo, me di cuenta que destruyéndole rompería todo lazo con la esperanza. Él me dio la vida y la muerte. De nuevo volví a ser aquel ángel, el hermoso querubín de alas negras, que observaba desde su privilegiada posición al mundo.


Cuando él me dejó decidí esperarlo, del mismo modo que esperé a Marius. Busqué en mí la firmeza que siempre quise tener. Me mantuve atado al teatro, vinculado a sus propiedades y a la promesa que él me había hecho. Nunca dijo que regresaría, pero pensé que volvería cansado de buscar respuestas. Y, cuando lo hizo, fue buscando a sus hermosas creaciones. No vino a por mí, sino a por mi ayuda. Creí volverme loco. Le odié, pero a la vez le deseé más que nunca.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt