Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 30 de junio de 2015

Dualidad y ruptura.

Avicus y Mael eran una dualidad, pero terminó rota. Aquí un texto de Avicus, una pequeña memoria. 

Lestat de Lioncourt

—Ella o yo—dijo mirándome a los ojos.

Jamás había estado en una encrucijada tan terrible. Era la primera vez que nos dividíamos de ese modo. Podía notar su decepción, furia y rabia. En él ardía la llama del rencor y podía sentir que no se arreglaría con una respuesta a medias. Guardé silencio otorgándome unos segundos de paz, los cuales se rompieron de inmediato. Pude escuchar su respiración agitada y su corazón bombeando con fuerza.

—No podrá sobrevivir sola—respondí.

—Entonces todo está decidido—susurró guardando esa furia, provocando que todo desapareciera salvo esa mirada llena de decepción y dolor.

Nunca creí que esas serían nuestras últimas palabras. Horas más tarde no se hallaba en la biblioteca, tampoco en las otras estancias de la vivienda que compartíamos. Aquel lugar se convirtió en una tumba donde Zenobia parecía permanecer quieta, esperando que yo dijese algo o hiciese algo importante. Sólo lloré. Me sentí abandonado. No había sabido mediar entre ambos y él tomó una decisión terrible. Aunque en realidad la decisión fue mía. Yo quise que ella se quedara y fuese el cuchillo que amputaba a ambos convirtiéndonos en dos mundos distintos, distanciados por un mar insondable lleno de horrores y recuerdos.


Me mantuve a la espera durante años. Creía firmemente en su regreso. Mi corazón no quería admitir que el suyo pudo sobrevivir lejos de mí, del único recuerdo de los frondosos bosques que le dieron la bienvenida y se convirtieron en nuestro refugio. Yo era su Dios y él era mi druida. Sin embargo, comprendí que éste viejo guerrero egipcio, este Dios de los bosques, no era más que un iluso esperando algo que era imposible. Cuando un druida tomaba una decisión era firme. Él era salvaje, libre y poseía una fuerza que no podría controlarse. Yo debí saberlo. Si bien amaba a Zenobia, pero él también era parte de mi corazón.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt