Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 6 de junio de 2015

Mi hermano

Armand y Riccardo... recuerdo algo de su historia por lo que contó en sus memorias. 

Lestat de Lioncourt


Recuerdo su rostro joven y jovial, así como sus profundos ojos castaños y su espeso cabello rizado y negro. Era un muchacho sumamente atractivo, aunque no destacara por una belleza exótica afín a la época. Riccardo se convirtió en mi hermano, mi guía y el corazón más puro que jamás había logrado encontrar en otro ser. Sostenía mis lágrimas, pero también celebraba conmigo las escasas alegrías y los conocimientos que iba adquiriendo. De no haber sido por él posiblemente jamás habría conseguido reponerme al horror y la miseria, pues me sentía abandonado y perdido pese a los cuidados de Marius.

Tenía dotes de líder. Él lograba que todos los muchachos obedecieran las órdenes de nuestro maestro, pero también se preocupaba por la seguridad de todos ellos y por la tranquilidad de sus atormentadas almas. Todos allí éramos muchachos perdidos en Venecia, cuna de la cultura y la revolución en aquellos años, con ropas de príncipe y relevante belleza. Sin embargo, no dejábamos de ser niños jugando a ser hombres. Sólo éramos muchachos que deseábamos abrir las invisibles alas que todavía no nos habíamos ganado. Luchábamos contra la soledad y la angustia. Podíamos ser atormentados, pero a la vez conseguíamos conquistar la felicidad más pura con pequeños actos de camaradería y amor.

Viene a mi memoria, como una brisa fresca y agradable, uno de los últimos días que compartimos cuando yo aún era mortal. Sus brazos me rodearon las caderas mientras, con sus labios suaves y carnosos, dejaba un pequeño beso en una de mis mejillas. Era algo más alto, con un cuerpo más esbelto que el mío, y eso me ofrecía a mí cierta sensación de protección. Había discutido con Marius y deseaba llorar durante toda la noche, pero él logró hacerme sentir nuevamente en casa. Estaba a salvo. Él estaba allí. No he vuelto a sentir algo como aquello hasta ahora.


Él camina por la sala frente a mí, como si fuese un holograma perfecto. Tiene el rostro calmado, sin un ápice de odio hacia mis viejos errores, y me ofrece un último abrazo. Es un fantasma, como tantos otros que han ido surgiendo de entre la muerte y el dolor, que me ofrece su compañía. Puedo notar sus abrazos otra vez y escuchar su voz sosegada llamándome hermano. ¡Hermano! ¡Qué hermosa palabra! Creí que jamás había amado, tal y como le dije a Gregory, pero conocí muchos tipos de amor cuando era apenas un niño. Sin embargo, debido al dolor y la miseria, lo había olvidado.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt