Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 30 de junio de 2015

Mi piedra angular

David dejó un mensaje para Jesse, aunque no directamente para ella. Es como un mensaje oculto. Bueno, lean.

Lestat de Lioncourt


Si pudiera narrar la historia de mi vida como si fuera un cuento de Dickens sería complicado. No recuerdo demasiadas cosas de mi infancia, pero sí a los fantasmas que solía contemplar como si fuesen parte de la vida misma. Jamás tuve pánico ante las presencias, inclusive antes las más retorcidas o terribles. Me sentía atraído por los lugares más oscuros y horripilantes, las historias truculentas y los cementerios donde yacían los huesos de mi pobre madre. Era el heredero de una familia llena de títulos, dinero y propiedades. Sin embargo, preferí ser algo distinto a lo que tenía predestinado.

Mis modales son cuidados, milimétricamente cuidados, y ya forman parte de mí. Me muevo con naturalidad olvidándome de los consejos habituales, aunque los sigo a raja tabla. Esos mismos modales, ese pasado, me hicieron ser un ejemplo ante los novicios de la Orden de La Talamasca. Sin embargo, pocos recuerdan mis años rebeldes, aquellos en los cuales me comportaba como un Indiana Jones buscando tesoros perdidos, enfrentándome a animales salvajes y cazando para sobrevivir. Nadie sospecharía que el viejo David Talbot fue un joven comprometido con ese lado tan salvaje de lugares recónditos de Brasil, allí donde el hombre blanco no era bienvenido.

Cuando me convertí en vampiro me costó algunos años aceptar mi nuevo reflejo, pero poco a poco mi alma se ha amoldado a la del joven que todos creen tener frente a ellos. Me muevo como un hombre con una cultura y una edad superiores a las que mi cuerpo de apenas treinta años, madurado a duras penas, me otorga.

Me he enfrentado a los inmortales más diversos y he conversado con ellos intentando sacar sus memorias, sus confesiones más prohibidas, deseando escuchar sus motivaciones y deseos. Pude arrancar milagrosos pedazos de dolor de Armand, la fuerza de Pandora con cada palabra trazada con aquellos bolígrafos tan elegantes y el orgullo en versos de oro y sangre de Marius. Admito que soy un incondicional en la vida de Lestat. Creo en él, aunque cometa imprudencias. Todos los jóvenes cometen imprudencias y él siempre lo será, jamás ha sido un anciano y no conoce el respeto por la vida, ni siquiera por la suya, y ahora que es el príncipe de todos no lo hará. Lo conozco bien. No va a cambiar. Querrá investigar por sí mismo, zanjar los problemas de forma salvaje e irreverente y deseará dejarse llevar por las diversas emociones que confluyan en sus sentimientos, recuerdos y necesidades.


No soy un hombre honesto, pues guardo muchos secretos. El mayor secreto de todos es el amor que tengo hacia Jesse. Ella sabe que la amo, pero no sospecha hasta que punto. Sería capaz de hacer cualquier cosa por quien fue una de mis discípulas, aunque no fui yo quien la inició. No fue como con Merrick. Ella venía de una familia con un legado aún más profundo, siniestro y fuerte que mi adorada muchacha. Ambas fueron la cara y la cruz de mi vida. Sólo queda Jesse. Sólo me queda ella para sentirme como el viejo David, ese que solía pasear con Aaron mientras hablaban del futuro de Yuri en la Orden, el mismo que vigilaba a Olivier Stirling, como a otros muchos, cuando decidían hacer trabajos de campo. Ella es la piedra angular de mi alma, mi corazón, mis sentimientos, mi juicio y el motivo por el cual sigo aquí en medio de la selva contemplando el lugar que una vez fue el templo de la sabiduría, el amor y la paz.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt