Seth es un hombre íntegro y me alegro haberlo conocido. Aquí sus pensamientos sobre su madre. Sí, su madre Akasha.
Lestat de Lioncourt
Los últimos recuerdos que tengo de mi
madre no son agradables. Ella se convirtió en un ser que jamás creí
poder contemplar. Siempre tuvo la ambición por único camino. Se
dedicó a desear ser una diosa entre los hombres. No sólo quería
reinar, ella quería dominar los cielos y la tierra. Su belleza era
sólo superficial, pues el monstruo que había desatado aquellos
nuevos poderes era inconmensurable. Ya no buscaba aprobación o amor,
sino la venganza. El rencor anidó en su corazón y lo ennegreció
convirtiéndola en un ser desalmado.
Recuerdo que cuando era pequeño solía
jugar con mis hermanas. Caminábamos entre las altas columnas de
aquel gran palacio. Los hombres que mi madre elegía como escoltas
eran habitualmente sus amantes. Desconocía si nosotros éramos hijos
de nuestro padre, pero él no parecía importarle. Podía ver en él
un amor profundo hacia su general Khayman, mucho más profundo que
hacia mi madre.
La vida era fácil en aquel lugar, pero
me llevaron lejos cuando ella se transformó en un demonio. Ella se
consideraba una diosa, pero no la veía como alguien benévolo. Lejos
de las tierras donde nací, en otras tan ardientes y difíciles,
aprendí a curar heridas del cuerpo y el corazón. Me convertí en un
hombre orgulloso de su trabajo. Estaba decidido a morir de viejo
viajando por los poblados siendo el curandero de tantos guerreros,
ancianos, niños y mujeres. Pero ella me arrastró hacia su lado.
No guardo rencor. Sé que ella se
perdió en algún momento de nuestra historia. El orgullo que sentía
por mí, el amor que me profesaba, era cierto. Sin embargo, aún
tenía más amor hacia el poder que la noche le ofrecía. Jamás
quise ser como ella, por eso decidí seguir salvando almas aunque
fuesen tan oscuras y torturadas como la mía.
Compadezco a mi madre y su muerte, pero
era un final esperado. Sólo espero que alguna vez, por breve que
fuese el momento, se sintiese feliz y orgullosa.
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