Lasher es un ser que no he conocido, pero que he oído hablar de él. Por su culpa muchos en Talamasca perdieron la vida. Aquí un oscuro pensamiento que dejó escrito cuando secuestró a Rowan.
Lestat de Lioncourt
Pobre de ti. Pobre de mí. Pobre del
tiempo y del lugar. Pobre de todos. Pobre de aquel que una vez me
creyó santo y me coronó con todas las gracias. Pobre la cabeza de
mi santa madre rodando por el suelo, como si fuese una manzana que
acaba de caer del árbol. Pobre del fuego que nos consumió,
convirtiéndose en verdugo de una marabunta de inútiles y fieles
santurrones sin seso. Pobre de las mujeres que murieron en mis manos.
Pobre del amor porque jamás fue rozado por mis labios, ni sentido
por mi alma y ni mucho menos rememorado en mis breves relatos. Pobre
de los huesos que yacen sepultados, que son los tuyos, y que sólo
son la muestra de una vida impía y cobarde llena de amoríos y de
sufrimiento. Pobre Orden de sabios de La Talamasca, tan inútiles
como curiosos felinos que terminan acorralados, aplastados y
convertidos en polvo. Pobre del mundo. Pobre del mar que me separa de
Europa. Pobre círculo de piedras. Pobre Deborah. Pobre esmeralda en
el cuello de su pobre e insufrible hija. Pobre de mi corazón que no
late. Pobre de mis manos que rozan el mundo y el mundo desconoce mi
existencia. Pobre la música que me hace danzar. Pobre de la risa que
no sé pronunciar. Pobre, pobre, pobre...
Estoy frente a tu tumba. El barco
zarpará. El mundo se abrirá para nosotros más allá de éste lugar
podrido, de maderas hinchadas y campos baldíos. Ya es hora de irnos
de aquí a otras tierras más fértiles, con una mentalidad más
abierta y que me pueda ofrecer nuevas experiencias. Me voy con tus
Mayfair. Me voy con tu descendencia que es la mía, la que tiene
también mis genes y que hará que vuelva a caminar, beber y tener
sexo. Sí, tendré sexo. Haré el amor con las brujas abriendo sus
muslos cálidos, invadiendo su ardiente vagina y sintiéndome
apretado contra sus pechos. Piel con piel, ¿lo imaginas? Yo sí.
Puedo imaginarlo. Puedo sentir su cálido aliento rozando mis labios,
su húmeda lengua reptando por mi boca y sus ojos vueltos por el
placer. Se convertirán en marionetas, lo que siempre han sido, y me
darán mi hembra. Y tú, Petyr, sólo serás un pobre infeliz, un
desdichado lloroso, que no podrá impedir la conquista de éste
mundo.
Adiós. Fuiste un buen enemigo. Un ser
digno de mi altura y maldad. Te daría un beso de despedida, pero
detesto el sabor de la muerte.
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